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Cristina Losada

Sin retorno

¡El mantra de la unidad ataca de nuevo! El Gobierno, como el quinqui tras un hurto, quiere escurrir el bulto entre la multitud. Volvamos todos juntos a la senda del Estado de Derecho.

Érase un niño al que le dieron un globito que le pareció muy mono y aparente, que lo fue hinchando tan contento de haberlo recibido, que lo iba mostrando ufano, queriendo convencer a las gentes de que era así de guay como lo veía y que retenerlo en sus manos merecía que hicieran ciertos sacrificios. Pero los que se lo entregaron, se lo pincharon. Y causaron destrucción y muerte, porque el juguete no era inofensivo. El niño lo sabía cuando se encaprichó con él, pero cuando explotó, corrió a esconderse detrás de las faldas de mamá, quien lo excusó diciendo que estaba muy sorprendido y defraudado. ¡Cómo iba a esperar tal desenlace el rapaz! Si tenía la mejor de las intenciones. No podía suponer que los malvados se comportarían como malvados. Ha sido una víctima más, el pobrecillo, del cuento del "proceso de paz".

Que sigue. Pues a los que lo alimentaron, teorizaron el fin del ciclo de la violencia, alentaron la creencia de que ETA quería jubilarse, proclamaron –y proclaman– que negociar es el único camino y, en virtud de esas premisas, legitimaron las cesiones del Gobierno, no les llegan las horas para ponerle parches y bálsamos cambiantes al cuento. Ni tampoco para continuar atacando a quienes advirtieron que se ponían en las manos de ETA, que las concesiones acrecerían su apetito y que su artefacto era un embeleco y un trampantojo que ellos, los apólogos de la "vía dialogada", sostenían contra el viento y la marea de la realidad. Hecho trizas el decorado y con él, las vidas de dos personas, se escudan en la sorpresa y tratan de repartir las hieles, externalizar el fracaso y socializar el descalabro. Se parapetan tras las faldas de la unidad. ¡El mantra de la unidad ataca de nuevo! El Gobierno, como el quinqui tras un hurto, quiere escurrir el bulto entre la multitud. Volvamos todos juntos a la senda del Estado de Derecho.

Pero hay ríos sin retorno. No es posible regresar al punto de partida como si nada hubiera sucedido. Y menos pueden hacerlo quienes no asumen ninguna responsabilidad. Porque se da el caso sin precedentes de que este atentado no se ha perpetrado cuando el Gobierno mantenía la lucha contra la banda terrorista, sino cuando la había suspendido. Cuando le había mostrado a ETA, no que la violencia no conducía a ninguna parte, sino que conducía a la mesa de negociación, a la mesa de partidos, a la manga ancha judicial y al aflojamiento del acoso policial. Niegan esto, como niegan todo, pero se delatan al refugiarse en que la policía estaba in albis y aún lo está. Cómo no preguntarse por la gestión de Mesquida, el que no tenía indicio alguno de que ETA dispusiera de un solo comando en España. Por la de su jefe, Rubalcaba. Por la del que soltaba en su balance del año que "decir que la banda está más fuerte es absurdo" junto al hoy mejor que ayer pero menos que mañana. O nos interrogamos por su capacidad o por su sinceridad. Y qué decir de Cándido bajad-las-condenas, el que después de la T-4 susurraba que la noche era el día: ETA está derrotada manque atente. Ya. Será menos derrotada que antes. Será por cara.

Nunca se han pedido dimisiones tras un atentado, salvo tras el 11-M, cuando reclamaban, los que hoy achantan la suya, la cabeza del Gobierno. Mas nunca un Gobierno había desarmado al Estado frente al terrorismo como lo ha hecho éste, mientras los terroristas aprovechaban para rearmarse material y políticamente. Las sirenas del "final dialogado" se asombran de que ETA no diera el preaviso. Pues esta adivinanza es fácil. Para la banda, el ataque forma parte del "proceso". Como los que salpicaron sus primeros nueve meses y se consentían como gestos para el "consumo interno". Sus lacayos balbucientes, y no porque les tiemble el alma que no tienen, lo acaban de expresar más o menos: ETA dio el alto el fuego y no ha dicho que lo haya quitado. Santa Rita. Pero es que la vía de la negociación con terroristas consiste justo en eso. En un camino de "accidentes". Una carretera de la muerte. Y el niño lo tenía que saber y lo sabía.

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