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Cristina Losada

No a la guerra contra ETA

No irán a manifestarse contra el atentado ni contra la banda. Su lema se adapta a la situación: no a la guerra contra ETA. O sea, no combatamos el terror, que es peor. Que viene a ser lo mismo que decían antes.

Hay mucho descreído que se pregunta para qué sirven los sindicatos. Pues asistan esos escépticos a una demostración del servicio que prestan algunos. Apliquen la lupa a la senda que desemboca en la manifestación del sábado. A diferencia de los caminos del Señor, los que utilizan los pastores políticos para encauzar a los rebaños son cognoscibles y están muy trillados. Las asociaciones de ecuatorianos se proponían expresar su repulsa por el atentado que asesinó a dos compatriotas, pero quienes debían de haber sido meros acompañantes se han hecho con el control del acto. Deciden los pícaros hurtadores de iniciativas cuál es el mensaje que ha de transmitirse y los ecuatorianos, a callar y a llenar la calle. Hablar de paternalismo suena amable. Esta usurpación apesta. Hiede la vieja correa de transmisión, pero más todavía el papel de segunda, de inferiores, de subordinados, al que se ha arrojado en la función a los inmigrantes.

Y la función es política. El pastor envió prontamente a sus canes y éstos van a llevar una sencilla protesta contra un atentado de ETA por los riscos de la paz falaz de Zapatero. Manda la UGT que el lema sea: Por la Paz. Contra el Terrorismo. Nombrar a los autores del crimen les ha parecido un exceso. No es de buena educación señalar con el dedo. Ni prudente cuando se está entre la espada de la amenaza y la pared del temor. Y la libertad, ¿para qué? En algún recodo genético guardará la ugeté madrileña la lección que dio Lenin con esa pregunta a uno de sus ancestros. El único misterio es cómo una veterana en estas lides, Comisiones Obreras, se ha dejado comer el tarro y el terreno. Y de la altura de su comunicado tras el acto criminal, ha caído en las simas de este otro, acomodándose tras el lema publicitario del "proceso" que saltaba por los aires el día 30. Si no figura en la pancarta el palabro, será porque un mensaje tan explícito resulta, a la vista de los escombros y los asesinados, contraproducente.

Digámoslo una vez más: detrás de la limpia fachada de la paz, se esconde el turbio afán de apaciguamiento. Interesado o cobarde, según. De manera que es natural que los del noalaguerra hayan salido de la catalepsia. Es cierto que a estas gentes los crímenes de ETA solían dejarlas indiferentes. Como a tantos. Y no nos digan lo contrario a quienes vivimos largos años en su cápsula. En ella, el terrorismo, en general, y el etarra, en particular, cuando no suscitan comprensión y admiración, son borrados para evitar la incomodidad de posicionarse. Pero no hay problema: no irán a manifestarse contra el atentado ni contra la banda. Su lema se adapta a la situación: no a la guerra contra ETA. O sea, no combatamos el terror, que es peor. Que viene a ser lo mismo que decían antes. Y la razón por la que tuvieron seguidores. Pues más allá de la obsesión antiamericana, en todo aquel masivo movimiento latía el miedo. El deseo de no provocar a quien puede hacer daño. No extraña que preparen carteles contra Aznar. Quiso el hombre luchar contra el terror. ¡Qué peligro!

Y qué gran estupidez la de los abonados a la teoría o lotería de la cesión. Zapatero los representa. Por eso y para eso le votaron. Véanse los resultados. A los terroristas islámicos no les pareció suficiente la retirada de Irak y siguen organizándose para atentar en España. Y la ETA no ha dejado de mantener la dictadura del terror y ha vuelto a matar. Pues nada, que piden más de lo mismo.

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