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Agapito Maestre

El sacrificio de Idoia

El Gobierno de España, sin embargo, ocultará las razones morales, los motivos heroicos y los principios políticos que están detrás de esta muerte, sencillamente, porque no sabe que la política limita a un lado con la guerra y a otro con la paz.

Ni un salvaje primitivo se habría comportado tan cruelmente con la muerte de Idoia Rodríguez Buján, en Afganistán, como lo ha hecho el sedicente Gobierno de España. Idoia ha sido sacrificada, entregada como una pieza material, una garza, para mayor gloria de un diosecillo furiosamente pacifista y mendaz. Si este individuo no sale a explicar de modo claro y distinto cuál es la situación de España en Afganistán, sepa que pasará a la intrahistoria de los padres de Idoia, de todo los padres de España, como una basura contaminada que no sirve ni para abonar los campos de nuestras tierras. Si este "gobernante" no da una argumentación decente y sensata de lo que hace España, de lo que hacía Idoia, en Afganistán, pasará a la intrahistoria de los padres de Idoia, de todos los padres de España, como un miserable, un cínico individuo, que está dispuesto a entregar la vida de sus hijos con tal de mantenerse en el poder.

El Gobierno tiene el deber de explicar los principios políticos y morales que llevan a España a Afganistán. Tiene que hacerlo, aunque sólo sea para consolar a unos padres que se han quedado sin su ser más querido; pero, por favor, no salga para decir que Idoia ha muerto en un fatal accidente, cuando estaba en tareas humanitarias bajo el control de la ONU, en un país lejano de Asía. Por favor, que no salga nadie para decirnos que Idoia estaba en Afganistán ganándose la vida, un miserable trozo de pan, cuando le sobrevino azarosamente la muerte. La situación de guerra de Afganistán es exactamente igual que en otras zonas del mundo. Por lo tanto, que no salga ninguno de estos crueles diosecillos pacifistas a explicarnos la muerte de Idoia como un accidente. No cometan, por Dios, la impiadosa crueldad de "volver a matar a la víctima", como hacen normalmente con las víctimas del terrorismo de ETA.

Si el Gobierno no quiere ser acusado de cruel e inhumano diosecillo contemporáneo, que ha hecho de la noble tarea de la política un sucedáneo para llenar sus sucias andorgas, siga, amplíe y justifique racionalmente lo que la ciudadanía más desarrollada intuye sobre la situación de las tropas españolas en Afganistán. Excepto los salvajes pacifistas que representa este Gobierno, nadie duda de que las tropas españolas en Afganistán están en una situación de guerra. ¿Se acuerdan de los 17 soldados españoles muertos también en Afganistán cuando viajaban en un helicóptero Cougar? Si el Gobierno lo niega, entonces tendremos que decir que trata de engañar, y añadir más dolor al dolor, a los padres de Idoia, al dolor de todos los españoles de bien que buscamos "consuelo" y un cierto "sentido" a la muerte de una joven, que luchaba, como los otros soldados españoles caídos en Afganistán, por los ideales de la civilización occidental, por España.

Digan, señores del Gobierno, algo serio. Digan para su dignidad que una mujer joven ha sido muerta en combate. Una mujer española ha sido abatida representando a España en una acción de guerra contra el terrorismo islamista de los talibanes en Afganistán. Una española caída en Afganistán es algo más que una prueba de que España actúa en tareas internacionales de carácter humanitario. Es una referencia moral y política de la nación española que está en guerra para defender las formas de vida occidental, la civilización, que nunca estaría dispuesta a sacrificar una vida humana para mayor gloria de un dirigente político.

El Gobierno de España, sin embargo, ocultará las razones morales, los motivos heroicos y los principios políticos que están detrás de esta muerte, sencillamente, porque no sabe que la política limita a un lado con la guerra y a otro con la paz. Un "relativista", por llamarle algo, moral jamás entenderá esa concepción. Persistirán en la infamia del accidente. Su relativismo primitivo, su incapacidad para distinguir entre el bien y el mal, en fin, su incapacidad para entender que la virtud existe, y que incluso del mal, de la guerra, puede salir un bien, la paz, les impedirá consolar a los padres de Idoia.

En fin, si el Gobierno de España no explica el sentido político de la muerte de Idoia Rodríguez Buján, tendremos que decir que estamos ante un gobierno salvaje que no le importa lo que más inmediatamente afecta al ser humano que es su vida misma. Si el Gobierno se esconde en el cinismo colectivo de su "lucha" por la paz de una resolución de la ONU para negar los principios políticos y morales de una nación, gritaremos, otra vez, que ningún ser humano debe ser sacrificado para gloria de sus gobernantes. Ningún ser humano debe ser ofrecido en sacrificio para fortalecer a los gobernantes.

En España

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