Cuando estudié leyes todavía imperaba en Chile un aceptable Estado de Derecho. Por eso, aún conservo reminiscencias de formación jurídica. Y, por lo mismo, cuando ya no hay Estado de Derecho aceptable y la judicatura es un tiro al aire, aún me puedo sorprender. Y me he sorprendido al ver al ministro de Justicia Carlos Cerda actuando sin tener competencias. Pues estaban determinadas por el fuero de Pinochet y éste falleció, con lo cual cesaron tanto dicho fuero como las respectivas competencias. Pero Cerda sigue igual.
También me he sorprendido cuando ha ordenado detener (sacándolas de sus casas por sorpresa y con ostentación policial innecesaria) a 23 personas, entre ellas una ex primera dama octogenaria y delicada de salud, por un delito –malversación– que legalmente ninguna de ellas puede haber cometido. Pues el artículo 239 del Código Penal dice que sólo pueden cometerlo empleados públicos que tengan a su cargo caudales del Estado. En este caso, gastos reservados. El único que reunía ambas condiciones era el difunto Pinochet.
Tercero, Cerda viaja, apenas consumada su proeza, a recibir un premio por otros fallos suyos, inspirados en su personal postura de que no lo obligan los textos legales. Pero la recepción de tal premio es constitutiva del delito de prevaricación (artículo 223.2 del Código Penal), que sanciona con inhabilitación absoluta perpetua y presidio o reclusión menores en cualquiera de sus grados al juez que "reciba dádiva o regalo por hacer o dejar de hacer algún acto de su cargo". ¿Volverá Cerda a la cárcel?
Aventuro que no, porque, cuarto –y broche de oro–, ha sido celebrado por sus pares y superiores, que declaran la dádiva espuria como un honor para toda la judicatura.
Eso en cuanto al Derecho, que en este caso, como se ve, no juega ningún papel.
En cuanto a la política, que sí tiene que ver en esto, parece obvio que Cerda quiso desviar los focos del sector al cual adhiere, en tiempos en que todos ellos realzan su corrupción e incompetencia. Pero usar el tema de los gastos reservados es un grave error político. Es como mencionar la soga en casa del ahorcado. Si ha habido gobiernos que hayan abusado de esos gastos, han sido los de la Concertación. Se los estuvieron llevando por años, masiva y clandestinamente, para la casa, hasta que fueron pillados. Y entonces –¡oh, contraste!– no hubo procesamientos ni detenciones. Sí hubo perdón amplio, generoso y general. Pues ninguno de los receptores tenía nada que ver con Pinochet. Y, además, ¿qué culpa tenían? Como un ex subsecretario me confesara: "Me llamó la jefa de gabinete de Soledad Alvear y me dijo que había un sobre para mí. Contenía 1.800.000 pesos". ¿Qué le iba a hacer el pobre?
No sólo perdón. Otro ex subsecretario, un democratacristiano que destinó varios millones sustraídos del Ministerio de Obras Públicas a financiar sus estudios en España, fue absuelto, por supuesto, gracias a la prescripción (ésta favorece a quienes no vistan uniforme). Después lo recibieron con una ovación en el V Congreso Ideológico de la Democracia Cristiana. Cito de la crónica: "Se sumaron (al aplauso) la presidenta del partido, Soledad Alvear, el ex ministro Andrés Zaldívar y el ex presidente Patricio Aylwin".
Los unos, presos; los otros, ovacionados.
Pero, así y todo, el idealismo no muere: el joven diputado Nicolás Mönckeberg le ha demandado al Consejo de Defensa del Estado exigir al ministro Lagos Weber la devolución de los fondos estatales que percibió para doctorarse en Londres, sin haberlo hecho. Emocionante. ¡Yo también alguna vez fui idealista! "Juventud, divino tesoro, te fuiste para no volver. Cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer".