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Juan Carlos Girauta

No es necesario

Muy bien, muy bien. Nadie está obligado a firmar algo con lo que no está de acuerdo, aunque a veces parezca que sí lo está. Del mismo modo que nadie está obligado a votar siempre al mismo partido. No es necesario. El cambio es bueno, ya lo dijo Rajoy.

El Manifiesto por una Lengua Común está dando demasiado que hablar, sobre todo en Cataluña, como para que la presidenta del PPC lo despache alegando que no es necesario firmarlo. Debería explicar por qué. ¿No hay derechos individuales que defender? ¿Contiene falsedades? No vaya a ser que siendo necesario y hasta moralmente obligado firmarlo –en especial cuando se representa una fuerza política que ha apoyado la iniciativa–, resulte sin embargo incómodo y tenga consecuencias desagradables. Qué se yo, que te meta Puig en una lista negra, o que el Gobierno catalán te acuse de ejercer violencia simbólica.

Por lo pronto, la presidenta del PPC recibe las paternales palmaditas en la espalda de los periodistas de La Vanguardia, cuya buena fe queda patente al presentar en la entrevista el Manifiesto como algo que "defiende el derecho de los españoles a no conocer otra lengua que el castellano". Bonito, ¿eh? No en balde lo redacta el mismo que insistía hasta anteayer en que Losantos no tenía contrato con la COPE. Periodismo del bueno.

Si a Daniel Sirera lo recibió el rotativo del Grande de España comparándolo con Chiquito de la Calzada, a su sucesora la miman, la arropan, la cuidan y preservan. Por algo será. Y eso que ella deja caer cosas como esta: "Hay derechos que no están garantizados en Cataluña, como es el derecho de los padres a elegir la lengua en la que quieren escolarizar a sus hijos, y yo he defendido, defiendo y defenderé el derecho a usar y a aprender el castellano en Cataluña..." Siempre para rematar: "...pero no firmaré el manifiesto, no es necesario". Ahí te salvas, Alicia.

Usted, querido lector, habrá creído, como yo, que invocar "el derecho de los padres a escoger la lengua en la que quieren escolarizar a sus hijos" supone invocar el derecho de los padres a escoger la lengua en la que quieren escolarizar a sus hijos. ¡Pues no! Porque acto seguido el derecho se escamotea, justo cuando doña Alicia defiende el modelo de escolarización propuesto por el PP, que consiste en que cada comunidad "garantice el conocimiento correcto de ambas lenguas", lo cual "sería un beneficio para nuestros niños que sabrían el catalán, que es lengua vehicular, y tendrían mejor dominio del castellano". ¿Se han enterado ya de cuál ha de ser la lengua vehicular para el nuevo PP?

Muy bien, muy bien. Nadie está obligado a firmar algo con lo que no está de acuerdo, aunque a veces parezca que sí lo está. Del mismo modo que nadie está obligado a votar siempre al mismo partido. No es necesario. El cambio es bueno, ya lo dijo Rajoy.

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