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Navarra is not Spain

No sólo hay que recuperar las siglas PP en Navarra, sino que Navarra no puede ser la excepción en la defensa de la igualdad jurídica de los españoles, que es y debe ser la bandera del Partido Popular.

La ruptura de la Unión del Pueblo Navarro (UPN) con el PP no es consecuencia de la aritmética parlamentaria navarra. Tampoco lo es de las supuestas inversiones en Navarra previstas en los Presupuestos Generales del Estado. Es consecuencia del Estado de las Autonomías y de los nacionalismos de reacción, como el regionalismo foral. España se rompe porque se rompe la igualdad entre los españoles, dice Rosa Díez, y apunta a que su partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD) es el único que no tiene franquicias. Y la prueba más evidente de que tiene razón es que UPyD defiende, en Navarra y en el País Vasco, la supresión de un régimen foral que atenta contra la igualdad fiscal de los españoles. Eso sólo se puede hacer cuando tienes un partido sin franquicias en el que cada alcalde y cada presidente actúa con una idea de España.

Miguel Sanz responde, por el contrario, al perfil de político regionalista mediocre a que ha dado lugar el Estado de las Autonomías. Ya antes de las elecciones que le dejaron en minoría, Sanz había descolgado Navarra de las Comunidades Autónomas que pretendían aprobar unos temarios comunes de Historia para la educación básica. Después vino el nuevo Gobierno navarro de UPN, que no respondía a un pacto PP-PSOE para garantizar la españolidad de Navarra, sino a un pacto UPN-PSOE que le evitaba a Zapatero el apuro de gobernar con NaBai a cambio de marginar al PP en la región foral. Ahora es cuando se ve que tenía sentido lo que algunos defendimos: que hubiera nuevas elecciones en Navarra. UPN se opuso a ello y algunos de sus dirigentes dijeron que eso hundiría al PSN a favor de NaBai, lo cual sería malo para la idea de España en Navarra (olvidando que el fracaso del pacto PSN-NaBai no respondía a la españolidad de los socialistas navarros sino al veto de Feraz).

También ahora se entiende la alternativa que, entonces, sugirió Esperanza Aguirre, de darle la presidencia navarra al PSN en un Gobierno de concentración nacional UPN-PSN, lo que hubiera dejado fuera a NaBai y hubiera permitido que fuera el PP y no UPN quien llegase a un acuerdo con el PSOE, evitando el ridículo al que llegó entonces Mariano Rajoy y que se está repitiendo estos días. Pero lo ideal sería que fuera a nivel nacional, que PP, PSOE y UPyD pactasen que gobierne la lista más votada, no dejando que sean los separatistas quienes tengan la llave del poder, entre otras cosas porque cada presupuesto al que acceden, cada cargo que ocupan y cada poder que controlan lo ponen al servicio de la debilitación de España. Es decir, habría que hacer lo contrario de lo que hizo el PSOE en Baleares y Arriba Soria en Canarias.

Todo esto lo ha explicado muy bien Alejo Vidal-Quadras, el eterno disidente, quien cree, como Jaime Ignacio del Burgo, que las siglas PP podrían volver a Navarra. Pues bien, no sólo hay que recuperar las siglas PP en Navarra, sino que Navarra no puede ser la excepción en la defensa de la igualdad jurídica de los españoles, que es y debe ser la bandera del Partido Popular. Y eso es más importante que los votos y que el coche oficial. La igualdad de los españoles es lo que hace que tenga sentido que siga existiendo un mismo partido de derechas a nivel nacional, el PP tiene que llegar a la conclusión de que ahora (nada más echar del grupo parlamentario a los diputados que no voten con el PP) es el momento de que se ponga esa igualdad por encima de privilegios históricos, por costoso que sea. Y debe hacerlo defendiendo frente a los regímenes fiscales forales (Navarra y País Vasco) lo mismo que ante el Estatuto de Cataluña: la igualdad.

Lo esencial, sin embargo, no son las propuestas políticas que hagan los partidos nacionales sino su supervivencia como tal en un régimen, el del Estado de las Autonomías, que incentiva todo lo contrario, es decir, la sustitución de éstos por izquierdas y derechas regionales que coincidan, todas ellas, en la necesidad de terminar de construir de una vez estos carísimos 17 Estaditos. Cada Presupuesto que se aprueba es una cesión más, no de dinero, sino de competencias a las autonomías, es decir, es un paso más hacia la deconstrucción de España. Cada autonomía en la que los partidos nacionales desaparecen, como el PSOE en Cataluña o el PP en Navarra, para tratar de obtener votos con un discurso localista, supone una nueva separación entre los españoles y alguna partida presupuestaria que pasa a depender del capricho de las taifas y sus ministrines . Es a eso, y no a unas u otras inversiones en Navarra, a lo que se ha apuntado Miguel Sanz, llevando hasta el final su defensa ideológica de la moqueta y traicionando a los españoles a los que pidió que fueran a Pamplona a manifestarse por Navarra y por España. No está en riesgo sólo el PP, sino la idea misma de España.

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