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Gina Montaner

EEUU-Cuba: La pelota en el tejado

EEUU le ha dicho a los Castro que ahora la bola está en su tejado. En realidad lo ha estado durante la friolera de medio siglo. Se equivoca Clinton al creer que la democracia en Cuba pasa por los errores o aciertos de la política exterior de su país.

El anuncio por parte del Gobierno de Barack Obama del levantamiento de las restricciones de los viajes y remesas a Cuba que pueden hacer los cubanoamericanos ha provocado un entusiasmo en cadena en los medios estadounidenses. Muchos han querido ver en este gesto de carácter humanitario la antesala inmediata al levantamiento del embargo.

La V Cumbre de las Américas llega a su fin en medio de una campaña que Hugo Chávez y compañía pusieron en marcha para, una vez más, convertir a la gran ausente, Cuba, en la vedette del encuentro que esta vez tuvo lugar en Trinidad y Tobago. Se trataba de darle la murga al nuevo presidente de los Estados Unidos para que elimine las sanciones económicas contra la dictadura más vieja del hemisferio. Hillary Clinton, ahora metida en el papel de secretaria de Estado, había dicho poco antes de la Cumbre que la política del embargo ha sido un fracaso, por lo que esta Administración invitaba a los hermanos Castro a dialogar con la intención de cambiar el rumbo de la política que los dos países han mantenido desde casi medio siglo.

Fidel Castro no tardó en escribir en una de sus Reflexiones que Obama parece un tipo confiable. Su hermano Raúl de inmediato repitió que su Gobierno está dispuesto a conversar con los Estados Unidos de lo que se tercie, sobre todo, ha puntualizado, sobre la posibilidad de canjear a sus cinco espías presos en territorio estadounidense por un puñado de disidentes cubanos que permanecen encarcelados. Es preciso recordar que en la llamada Primavera Negra de Cuba detuvieron a 75 opositores como represalia por la condena que recibieron los integrantes de la red de espionaje que operaba en los Estados Unidos.

Obama ha tendido un ramo de olivo a la dictadura cubana, pero ha reiterado que su buena voluntad viene acompañada de unas cuantas condiciones: la liberación de los presos políticos, la entrada en Cuba de empresas de Telecomunicaciones y libertad de prensa. El hermano pequeño de Fidel no se ha pronunciado sobre los dos últimos puntos, tal vez porque su principal objetivo es que sus cinco espías regresen en calidad de héroes. Regalar unos cuantos disidentes no significa nada, sino más bien una vieja tradición que ya se ha hecho con amigos como Fraga Iribarne o el desaparecido François Miterrand.

Aún es muy pronto para calcular las verdaderas consecuencias de estos primeros contactos entre los dos gobiernos. Hasta ahora los hermanos Castro sólo han dado muestras de ser unos pésimos vecinos y su régimen dictatorial ha estimulado el éxodo a la Florida de millones de cubanos que huyen de la represión y la miseria. Sin embargo, se vive una euforia mediática que un día sí y otro también especula con que el eventual flujo de turistas americanos podría ser el desencadenante de la apertura.

Toda persona de bien desea que la pesadilla cubana termine cuanto antes, pero cuesta creer que lo que no ha podido lograr la legión de viajeros europeos lo conseguirán los gringos que se hospeden en los resorts de Varadero y Cayo Coco. ¿Acaso las suecas que buscaban el sol en las playas del franquismo jugaron un papel determinante para acabar con la dictadura del Generalísimo? Es inevitable mencionar el ejemplo de la transición española: fueron los franquistas los que dieron el paso para desmontar la dictadura y por fortuna fueron secundados por una oposición y una sociedad civil dispuestas a mirar hacia delante para fortalecer un compromiso de pluralismo político.

Estados Unidos le ha dicho a los Castro que ahora la bola está en su tejado. En realidad lo ha estado durante la friolera de medio siglo. Se equivoca la Sra. Clinton al creer que la democracia en Cuba pasa por los errores o aciertos de la política exterior de su país. Sólo los castristas pueden demoler el horror que construyeron. Seguimos esperando por ellos.

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