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Dario Migliucci

La privacy del Cavaliere

Pese a que en el pasado ha resistido a acusaciones mucho más graves (como la de haber pagado sobornos o la de estar involucrado en asuntos de mafia), son muchos los expertos que están convencidos de que no logrará salir de ésta.

La noticia de que el primer ministro italiano Silvio Berlusconi se verá obligado a someterse a un nuevo juicio el próximo 6 de abril –esta vez debido a un escabroso escándalo sexual– continúa acaparando las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo.

Como es bien sabido, no es la primera vez que el Cavaliere tiene que hacer frente a un ataque frontal de la magistratura, habiendo logrado siempre en el pasado resistir a las embestidas de los jueces italianos.

Sin embargo, hoy día en Italia se respira un aire bien diferente, y son muchos los que opinan que Berlusconi finalmente será condenado. Además, este enésimo asunto judicial está teniendo gravísimas consecuencias políticas, pues las encuestas indican que el primer ministro está sufriendo una profunda crisis de popularidad.

Lo cierto es que la defensa del Cavaliere es algo débil, pues prácticamente su único argumento es que sus relaciones sexuales –al ser un asunto privado– no deberían interesar ni a los magistrados ni a los electores. En palabras del ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, la iniciativa de los jueces estaría violando la privacy de Berlusconi.

No obstante, resulta evidente que esto no es así en absoluto. En primer lugar, mantener relaciones sexuales con prostitutas menores de edad no es un asunto privado, sino un delito que castiga la ley. De la misma forma, queda claro que la magistratura tiene el deber de averiguar si es cierto o no que en las fiestas eróticas del Cavaliere también se facilitaba cocaína, lo que representaría otro grave crimen.

Aún más importante es aclarar si es cierto –como efectivamente parecería escuchando las conversaciones telefónicas entre las muchachas que acudieron a las mansiones de Berlusconi– que el jefe del Gobierno italiano ofrecía no sólo dinero, sino también cargos institucionales a cambio de prestaciones sexuales. Son muchos los italianos que exigen saber cómo se han ganado la confianza del Cavaliere las personas que los están gobernando.

A todo eso hay que añadir que el actual Gobierno de Roma siempre ha llevado a cabo una dura batalla contra la prostitución, por lo que sería un hecho "políticamente relevante" si se descubriera que Berlusconi no ha respetado las directrices de su propio Ejecutivo.

Además, ¿es o no es legítimo que los italianos deseen saber quién pagaba estas fiestas y de dónde salía el dinero para los lujosos regalos que recibían las muchachas? Y en cuanto a sus desplazamientos, ¿es verdad que el Cavaliere ponía aviones institucionales a disposición de las prostitutas? La gran mayoría de los italianos exige que la magistratura proporcione las respuestas que, hasta ahora, Berlusconi se ha negado a dar.

De la misma forma, queda por aclarar si es cierto que algunas de estas muchachas han llegado a extorsionar al presidente del Gobierno. Según parece, en efecto, algunas de ellas tendrían en sus manos material fotográfico que muchos periódicos estarían dispuestos a pagar por su peso en oro. Ninguna nación del mundo puede permitirse ser gobernada por un hombre que puede ser víctima de chantajes, y por supuesto aún menos por un hombre que tiene que rendirse frente a las pretensiones de unas cuantas adolescentes.

La verdad es que Berlusconi parece encontrarse en graves dificultades. Pese a que en el pasado ha resistido a acusaciones mucho más graves (como la de haber pagado sobornos o la de estar involucrado en asuntos de mafia), son muchos los expertos que están convencidos de que no logrará salir de ésta.

La condena de los jueces, además, podría ser menos dolorosa que la condena de su electorado. La verdad es que desde siempre Berlusconi ha querido presentarse ante sus votantes en el papel del presidente-trabajador que se sacrifica por su pueblo trabajando 365 días al año, siete días de siete y las veinticuatro horas del día. No es de extrañar que muchos italianos se hayan sentido estafados al darse cuenta de que el Cavaliere en realidad es un juerguista de primera, obsesionado por los festejos y por los juegos eróticos.

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