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Adolfo D. Lozano

Verdades y mentiras

Lamentablemente, el desenfreno en el uso de densitometrías y fármacos como casi única prevención contra las fracturas y la debilidad ósea ha contribuido a eludir factores nutricionales y de estilo de vida realmente esenciales contra este problema.

Una mujer menopáusica y con riesgo de osteoporosis era en los 90 una candidata perfecta para una terapia de sustitución hormonal. Sin embargo, el idilio entre las mujeres y fármacos como Premarin comenzó su declive a raíz de 2002 cuando el Women’s Health Initiative halló que estas terapias aumentaban los infartos cerebrales, ataques cardíacos y riesgo de cáncer de pecho. Por fortuna para las farmacéuticas, para aquel entonces ya tenían un amplio mercado para los llamados bifosfonatos para ralentizar la pérdida de masa ósea. El rey del que ha llegado a ser el imperio de los bifosfonatos es Fosamax, del gigante Merck, lanzado en 1995 y, ya en 2003, con 1.700 millones de dólares en ventas sólo en EEUU en aquel año. La evolución de este imperio farmacéutico es otro ejemplo más de marketing de miedo y manipulación.

Si eres una compañía farmacéutica, ¿qué necesitas para vender tus productos? Personas enfermas. O al menos personas que lo sean bajo una definición oficial. Así, un paso fundamental en esta estrategia fue forzar una redefinición de lo que era una densidad ósea "normal". Poco antes de la salida al mercado de Fosamax, la Organización Mundial de la Salud estableció que la densidad ósea normal femenina era la de una mujer de 30 años, lo cual automáticamente convertía en anormal la de una gran mayoría de mujeres. En un extraordinario arrebato de sinceridad, alguno de los autores de aquella definición de la OMS llegó a admitir lo "arbitrario" de la misma. Con la nueva definición médica en el horizonte, a las farmacéuticas sólo les quedaba desplegar la parte más fundamental –y manipulada- de su estrategia: convencer a todas las mujeres a partir de cierta edad para someterse a un test de densidad ósea (o densitometría ósea). Antes de que Fosamax irrumpiera en el mercado, Merck comenzó a financiar por doquier la venta de aparatos de densitometría ósea. Todo ello mientras desplegaba grandes campañas en medios para concienciar a la población de que la osteoporosis era una enfermedad que debía tratarse, y por supuesto con fármacos. Para tal fin contaron con la inestimable ayuda de la experta en marketing Kym White. Entre sus logros, conseguir que el gobierno subvencionara densitometrías para que las mujeres sólo tuvieran que pagar el fármaco que luego se les recetaría. Y todo se orquestó bajo el guión de que este enfoque iba destinado a reducir las fracturas óseas. Pero, ¿cuál era el verdadero problema?

El problema era que precisamente la eficacia de la densitometría ósea y fármacos como Fosamax a la hora de reducir fracturas óseas es una cuestión tan debatida como controvertida en el mundo científico. No casualmente la salida al mercado de Fosamax coincidió con la publicación del estudio Fracture Intervention Trial, por supuesto financiado por Merck. En principio, los resultados parecen impresionantes: las mujeres que consumieron Fosamax durante cuatro años, y comparadas con el grupo placebo, redujeron un 50% sus fracturas de cadera. Por desgracia, las mujeres a cuya atención iba destinado este estudio, no iban a mirar cómo estaba hecho el mismo. Porque si lo hacemos, veremos lo fácil que es engañar al público sin realmente mentir del todo. Simplemente es cuestión de contorsionismo estadístico. En primer lugar, en el estudio se emplearon sólo mujeres con alto riesgo de fractura, con lo cual es difícil extrapolar sus resultados, como pretendía Merck, a toda la población femenina. Y ahora veamos de dónde sale el famoso 50% de reducción: entre 100 mujeres consumiendo el placebo, hubo dos fracturas de cadera; entre 100 mujeres consumiendo Fosamax, hubo una fractura. En términos absolutos, sólo hubo un 1% de diferencia Pero la magia estadística hace que en términos relativos un 1% sea el 50% de un 2%. Bienvenidos a la propaganda farmacéutica.

Por otro lado, están los efectos secundarios de los bifosfonatos como Fosamax. Si bien los más habituales no son severos, tales como dolor de músculos, de cabeza, articulaciones o acidez, resulta paradójico que unos fármacos para impedir la debilidad ósea estén asociados con la destrucción ósea de la mandíbula. Cuando en 1998 un grupo científico canadiense de la Universidad de British Columbia revisó todos los datos disponibles sobre la osteoporosis, concluyó que el uso masivo de densitometrías óseas es fruto del "marketing del miedo". En realidad, parece que estos tests no tienen mucho sentido para toda la población femenina sino sólo para los grupos con alto riesgo de fracturas y, en tales casos, una densitometría sólo detecta una sexta parte de los factores que influyen en llegar a tener o no una fractura.

Lamentablemente, el desenfreno en el uso de densitometrías y fármacos como casi única prevención contra las fracturas y la debilidad ósea ha contribuido a eludir factores nutricionales y de estilo de vida realmente esenciales contra este problema. Por ejemplo:

  • El ejercicio físico, particularmente el de tipo muscular, es fundamental para reforzar la estructura ósea. Por desgracia, muchas mujeres ante una densitometría ósea con no gran resultado empiezan a dejar de hacer cualquier ejercicio por miedo a una fractura. Lo cual contribuye al problema.
  • Debemos evitar el azúcar. Por muchos motivos y también frente a la osteoporosis. El consumo de azúcar aumenta la pérdida de calcio en sangre a través de la orina, lo que redunda en que los huesos liberen su calcio para reponerlo en sangre.

Además, a la hora de hablar de suplementos nutricionales, continúa una gran fijación por suplementar calcio, cuando es un mineral bastante abundante en la dieta. Mientras, por el contrario, obviamos otros nutrientes básicos para los huesos, tan o más relevantes que el calcio y cuya suplementación sí deberíamos considerar:

  • Vitamina D: Aunque aún muchos ignoran la revolución de la vitamina D, sí somos conscientes de su importancia para los huesos. También debemos saber que las dosis correctas son al menos 1.000 UI de vitamina D3 por día.
  • Vitamina K2: Es por desgracia una gran desconocida, y ello a pesar de que algunos científicos predicen una incipiente revolución sobre esta vitamina. Trabaja en equipo con la vitamina D para fijar el calcio a los huesos, y además retira el calcio de donde no debe estar, por ejemplo de las arterias.
  • Magnesio: Es uno de los minerales más abundantes en el cuerpo, y su mayoría se encuentra en los huesos. Existen incluso estudios animales que afirman que una dieta pobre en magnesio hace inservible consumir mucho calcio.
  • Omega 3: Entre la miríada de propiedades del aceite de pescado, está su capacidad para modular favorablemente los osteoblastos, las células responsables de la formación ósea.

A la hora de referirse al uso y abuso de densitometrías y bifosfonatos en la población femenina, la representante de la Asociación de Consumidores de Canadá, Wendy Armstrong, empleaba en el año 2000 estas palabras:

No habría listas de espera si el sistema público y los doctores emplearan más tiempo y dinero en las cosas que realmente se necesitan y dejáramos de gastar dinero y el valioso tiempo de los especialistas en tests y procedimientos realizados en la persona equivocada, en el tiempo equivocado, y el lugar equivocado, por todas las equivocadas razones.

Por suerte, contra todo esto existe un antídoto. Y se llama información.

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