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Cristina Losada

No era de Hitler, era de Bin Laden

El problema es el doble rasero de quienes insisten en no estigmatizar cuando el asesino es un islamista, y estigmatizan todo lo que pueden cuando profesa otra ideología.

Vaya incómoda sorpresa. Incómoda únicamente  para quienes habían dibujado el retrato robot  del asesino de los niños judíos de Toulouse desde la suposición de que era un neonazi y  se apresuraron en su interpretación sociopolítica. Podía haberlo sido, desde luego. Pero hay otros fanáticos que odian singularmente a los judíos, aunque no dudan en matar también a aquellos a los que tachan de infieles. Resultó que el asesino era de estos últimos. Que no era  un seguidor de Hitler, sino un  seguidor de Bin Laden.  ¿Y? ¿Cuál es la diferencia? La diferencia, a efectos políticos,  reside en que un asesino neonazi hubiera despertado un clamor contra quienes alientan un clima de intolerancia y xenofobia. En cambio,  al tratarse de un yihadista se elude cualquier contextualización y se advierte que no hay que “estigmatizar” a la religión a la que pertenece.  

Suscribo plenamente que no se puede cargar al Islam con la culpa de los asesinatos que se perpetren en su nombre. Por supuesto. El problema es el doble rasero. El de quienes insisten en no estigmatizar cuando el asesino es  un islamista, y estigmatizan todo lo que pueden cuando  profesa otra ideología. El caso de Anders Breivik, el noruego que  mató a decenas de miembros de las juventudes socialdemócratas el verano pasado, resulta ilustrativo. Por ahí andan los reportajes, las declaraciones, los sesudos análisis del contexto que se hicieron a raíz de aquella masacre. No sólo se relacionó su patología con  autores que escriben contra el yihadismo, sino también con políticos conservadores como Sarkozy, Cameron o Merkel. La canciller alemana figuraba en primera fila como posible inductora intelectual por haber proclamado el fracaso del multiculturalismo. En suma, y en caricatura, se apuntó como responsables últimos de la masacre noruega a cuantos son contrarios a las buenas recetas  multiculti.

Si eso no es estigmatizar, no sé qué puede serlo. Pero, claro, no lo verán así en la izquierda, que se distingue por aplicarse a sí misma un rasero bien diferente al que emplea para juzgar al que no comparte su credo.  Su insistencia en no estigmatizar a la comunidad musulmana suena, dado ese doble rasero, a reclamar el indulto moral también para quienes predican la Yihad y sus “combatientes”.  

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