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Ketty Garat

La reunión secreta

Antes de las andaluzas, tuvo lugar una reunión secreta entre ambos para renovar los órganos constitucionales: TVE y RNE, el TC… Alfredo le pidió a Mariano posponerlo hasta después de las elecciones andaluzas y asturianas.

Querido Pablo,

Qué ilusión recuperar nuestra correspondencia. Han pasado tantas cosas desde la última vez que no sé por dónde empezar. Pero seguiré tu estela para analizar la semana frenética (los de Vaya semanita seguro que se referían a ésta), en la que el PSOE, pero también el PP, han quedado, como dice César Vidal, como Cagancho en Almagro.

Como todos los rumores, nunca se sabe dónde empiezan, pero acaban presionando con fuerza en el ánimo colectivo. Eso ocurrió el lunes con el temor a un rescate. “Si seguimos el camino que propone PSOE e IU estamos muertos”, resumió alguien en el Congreso para asegurar que el Gobierno va por la senda adecuada. Lo cierto es que ese mismo día, tanto el Ejecutivo como el PP dieron motivos más que sobrados al PSOE para mofarse de sus errores de comunicación: De Guindos anunciando los recortes en un periódico alemán, el portavoz Floriano desautorizando al ministro y, finalmente, el anuncio de un “ahorro” de 10.000 millones en educación y sanidad a través de una nota de prensa que nadie en el Ejecutivo se ha dignado todavía a concretar. En Ferraz se frotaban las manos. Al parecer, todo respondió al rumor del rescate. El chivatazo al Gobierno de un supuesto “ataque brutal” de los mercados que le harían vivir a Rajoy su particular “martes negro”, que finalmente lo fue pero ni de lejos lo que se esperaba. De ahí, la reunión in extremis en Moncloa y la nota de prensa.

Tanto tú como yo conocemos bien que en esto de la política no todo se puede contar; que tiene mucho de teatro, de aparentar una cosa y la contraria para justificar un argumento que varía en función de si eres Gobierno u oposición. Recuerdo bien los enfados de Soraya Sáenz de Santamaría cuando era portavoz parlamentaria. Trabajadora hiperactiva y comunicadora eficaz, se indignaba cada vez que la Mesa y la Junta de Portavoces tumbaban las múltiples peticiones de comparecencia que cada semana llevaba al registro de la Cámara. “El Gobierno huye del Parlamento. Es una falta de respeto”, decía entonces. Ahora, el Gobierno pretende liquidar el anuncio de sus recortes con una nota de prensa y cuando le preguntamos si comparecerá en pleno, como siempre hizo Zapatero con cada medida (algo bueno tenía que tener el hombre), responde que “ya lo explicó en el Senado”. Esto dijo la vice cuando le pregunté el martes en el Congreso, después de la escapada por el garaje de Mariano Rajoy en la Cámara alta.

En fin. Si de teatros hablamos, el PSOE tiene lo suyo. Lo que dijeron en mayo de 2010, cuando el PP votó en contra de los ajustes de ZP en su famoso “martes negro”. Que si “no arriman el hombro”; “no tienen sentido de estado”; “son la oposición del cuanto peor, mejor”… y ahora hacen exactamente lo mismo con la Ley de estabilidad presupuestaria. Lo mismo, pero al revés. “Parece mentira que CiU y PNV tengan más sentido de estado que el PSOE”, me dijo el jueves un alto cargo del Gobierno en el Congreso tras casi once horas de pleno que no sirvieron para que los dos principales partidos se pongan de acuerdo en nada. La cerrazón del PSOE a modificar ni un ápice la letra del acuerdo constitucional, a pesar de que las circunstancias han cambiado, chocaba con los cambios de su discurso. “Es de broma que Rubalcaba se enroque ahora en las cifras cuando fue él quien obligó a que el acuerdo se redactara sin ellas”, dijo un ministro con gran acierto.

Sin embargo, las formas del Ejecutivo no son mucho mejores. Tres días negociando con CiU, PNV, UPyD, UPN y CC y ni un acercamiento con el PSOE. Sólo dos. Mientras Soraya negociaba con Erkoreka en su despacho durante casi dos horas, Montoro se acercó a Soraya Rodríguez en el escritorio del Congreso. Dos minutos, de pie y justo al ladito de las cámaras de televisión. Fue la imagen de los telediarios de las tres. La segunda, diez minutos antes de la votación en un insólito receso de la misma. Los 312 diputados presentes esperaban, alucinados, en el Hemiciclo, mirando el reloj, mientras ‘las Sorayas’ y Montoro se reunían en el área de Gobierno. “Vamos a intentarlo”, dijo la vice al salir del plenario con Montoro, consciente de que una nube de periodistas captarían las imágenes del siguiente informativo, el de las nueve. “Vamos a ver qué pasa”, torció el gesto al salir de la negociación unos minutos después. “No hay acuerdo”, anunció después la otra Soraya, la del PSOE. Cuando se marchaba, la vice compareció de nuevo ante las cámaras: “Lo hemos intentado. Ya lo han visto ustedes…”. No. Lo que vimos nosotros fue un paripé. Un teatro con el que ambos aparentaban esfuerzos “hasta el último minuto” sin voluntad alguna de acercar posturas.

Pero vamos ya al titular porque en este teatro de la política hay cosas que no se cuentan y otras muchas que se cuentan tarde. Por ello, los periodistas nos dedicamos a descifrar señales que nos conducen a la noticia. Como el argumentario que el PSOE activó el lunes: diálogo, consenso y pacto. Algo olía a chamusquina, así que le pregunté a Rubal: “¿le ha llamado Rajoy?”. No contestó. Lo volví a hacer el martes, tras la reunión del grupo, pero no contestó. La siguiente señal llegó el miércoles. En la sesión de control, el presidente dejó caer que se habían visto y que Rubalcaba bloqueaba el acuerdo sobre la renovación de los órganos constitucionales. Por fin te puedo contar que sí. Que se vieron. Antes de las andaluzas, tuvo lugar una reunión secreta entre ambos para renovar los órganos constitucionales: TVE y RNE, el TC… Alfredo le pidió a Mariano posponerlo hasta después de las elecciones andaluzas y asturianas. Ahora, el Gobierno supedita la siguiente reunión oficial en Moncloa a que Rubalcaba acepte la propuesta de Rajoy. Y el PSOE supedita la renovación a que Rajoy le llame a Moncloa. Y así, en el teatro politiqués, Rajoy y Rubalcaba se niegan a hablar mientras España se hunde.

Todos hablan de pactos pero, como siempre, la respuesta está en el sabio refranero español: Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.

En España

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