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Agapito Maestre

Democracia o demagogia

Las opiniones, declaraciones y negociaciones de los miembros de la coalición de Gobierno que presidirá Griñán han dejado claro que no les interesa tanto la gestión como la ideología para enfrentarse a la política de Rajoy. Nos tememos, pues, lo peor.

Francisco Rosell, director de la edición de Andalucía del periódico EL Mundo, escribía ayer un magnífico artículo sobre el futuro gobierno de coalición entre socialistas y comunistas para Andalucía. La conclusión del ensayo de Rosell no es derrotista ni triunfalista, sino ajustada a la realidad, a la verdad: "El nuevo gobierno de confrontación andaluz de PSOE-IU busca hacer ingobernable España para Rajoy desde Andalucía". En efecto, si antes Griñán retrasó las elecciones andaluzas para no hacerlas coincidir con la debacle de Zapatero, ahora acelera su investidura para incendiar España "legitimado" para una institución que desprecia. El socialista Griñán está acelerando los trámites para salir investido cuanto antes presidente del mesogobierno andaluz y, así, iniciar una campaña de descrédito y demagogia contra Rajoy que lo desaloje de La Moncloa.

Las prisas de Grinán son propias de un revolucionario acelerado y con sed de venganza. Quizá al final de la semana o comienzo de la siguiente la cosa ya esté hecha. Los socialistas y comunistas se las prometen muy felices, pero puede que sea el comienzo real del fin del socialismo andaluz y, por extensión, del socialismo en el resto de España. No conquistarán tan fácilmente el poder en España con políticas revolucionarias como ellos prevén. Quizá sea el mejor camino para no llegar nunca al gobierno de España. El populismo puede que tenga más límites entre nosotros de los que consideran los socialistas de Pérez Rubalcaba. Lo cierto es que nos interesa lo que pasa en Andalucía porque, en mi opinión, será decisiva para toda España en el inmediato futuro.

Pero, antes de nada, digamos que Andalucía es una realidad política muy compleja. A muchos les cuesta alojar y explicar determinados acontecimientos y hechos de esta comunidad en los esquemas geométricos, normales, de una democracia europea avanzada. He aquí algunos datos que contrastan y demandan reflexión política. Por un lado, en las últimas elecciones, y es necesario repetirlo, ha ganado el PP, pero gobernará una coalición marcada por el sello del comunismo más retrogrado de toda Europa. Por otro lado, estoy convencido de que el parlamento andaluz será, a tenor de la preparación de la oposición del PP, la cámara regional con más vida política de toda España; sin embargo, el mesogobierno regional estará de espaldas a los controles democráticos de la oposición; más aún, le sobrará hasta el parlamento, porque estará tirado en la calle y en Canal Sur a todas horas.

Las opiniones, declaraciones y negociaciones de los miembros de la coalición de Gobierno que presidirá Griñán han dejado claro que no les interesa tanto la gestión como la ideología para enfrentarse a la política de Rajoy. Nos tememos, pues, lo peor: Griñán abandonará la administración de las instituciones andaluzas y se dedicarán en cuerpo y alma a la agitación y la propaganda contra el Gobierno de España. La oposición radical, sectaria y revolucionaria al gobierno de Rajoy que hará el ejecutivo presidido por Griñán, curiosamente, contrastará con una oposición del PP democrática muy fuerte, casi una roca, que tiene, además, en sus manos la mayoría del poder municipal. O sea, la confrontación entre el populismo socialista y la democracia del PP se trasladará de Andalucía a toda España. Por el bien de todos, en fin, esperemos que tenga razón el análisis de Rosell: "El populismo nunca es remedio. No hay camino más corto de arruinar un país que entregárselo a los demagogos".

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