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Cristina Losada

¿Arturo se tomará en serio a Artur?

Nadie sensato cree que Mas vaya a hacer lo que dice que hará. Nadie, en fin, salvo el propio Mas. ¿O tampoco Arturo se toma en serio a Artur?

El sociólogo francés Maurice Halbwachs estudió la forma en que el pensamiento occidental de antaño imaginaba el aspecto de Tierra Santa. Los testimonios de peregrinos y cruzados compusieron una "topografía legendaria" que poco tenía que ver con la auténtica. Quién nos iba a decir que iba a suceder con Cataluña algo semejante. Los cruzados nacionalistas han pergeñado un mapa –político, económico, social– de la Cataluña independiente aún más improbable que aquella geografía de Palestina. Ah, los milagros que son capaces de obrar CiU y la independencia.

La economía de esa tierra imaginaria, tan pujante como la más puntera de Europa; sus universidades, entre las cien primeras del mundo; su tasa de desempleo, reducida a la mitad; sus vuelos intercontinentales, multiplicados; su esperanza de vida –¡y en buena salud!–, incrementada en cinco puntos; la supervivencia al cáncer, igual de mejorada, y los muertos y heridos en accidentes de tráfico, disminuidos en un cincuenta por ciento. Esto me parece a mí poco ambicioso: en una Cataluña independiente no tiene que haber accidentes, y punto. Pero en algo se tenía que notar que los autores del mapa están en el nacionalismo moderado y no en la chaladura.

A la vista de tanta maravilla, descrita con sospechoso pormenor cuantitativo, la pregunta que surge, y con inquietud, es si algún mayor de edad puede tomarlas en serio. Es posible que los convergentes vean a sus votantes como niños pequeños. Pero no hay que dar por supuesto que todo ese electorado se encuentra, a efectos políticos, en la infancia. Así, yo no pienso que conceda a aquellas quimeras mayor credibilidad de la que brinda a cualquier promesa electoral. Como dudo de que confíe en que una Cataluña desgajada de España pueda pertenecer a la Unión Europea, por mucho que Mas se rodee de banderas azules con estrellas. El candor, la ingenuidad, la desinformación no pueden llegar a esos extremos. ¡Es imposible! Por eso barrunto que, en estas elecciones catalanas, el factor humano no es la credulidad, sino la incredulidad. Nadie sensato cree que Mas vaya a hacer lo que dice que hará. Nadie, en fin, salvo el propio Mas. ¿O tampoco Arturo se toma en serio a Artur? 

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