Hace unas semanas, visitando el pueblito portugués de Melgaço, me topé con una instalación museística, Espaço Memoria Fronteira, dedicada a recordar los duros años de la posguerra en la que tantos españoles y portugueses de la frontera intentaban escapar de la miseria y la hambruna con el estraperlo de café y multitud de otros productos de consumo o emigrando a Francia en condiciones extremas y arrostrando infinitud de peligros y riesgos. Un tramo de su historia, una epopeya popular de supervivencia, que en Melgaço se recuerda y honra, mientras que al otro lado del río Miño, limes acuático de un pasado de miseria común, en Arbo, comarca pontevedresa de A Paradanta, se ignora olímpicamente y sólo se pone acento en la cocina de la lamprea. Porque en Arbo, como en todo el resto de España, la memoria histórica es un desvalor y algo siempre relacionado con la funesta manía de pensar propia de otros pueblos. Estando allí recibí una llamada de mi buen amigo Cayetano Martínez Beltrán invitándome a uno de los actos que los descendientes de José Canalejas organizan en estos días, casi en la clandestinidad, recordando el centenario del asesinato del que fuera Presidente del Consejo de Ministros, tiroteado por la espalda por el anarquista Manuel Pardiñas mientras echaba un vistazo al mapa de la Primera Guerra de los Balcanes en el escaparate de la librería San Martín, de la Puerta del Sol. Poco queda ya de la memoria de aquel magnicidio cometido el 12 de noviembre de 1912 y de lo poco que pudo quedar se ocupó el edil Álvarez del Manzano, propiciando el desalojo y expolio de la librería San Martín en 1992, respaldando entusiásticamente intereses especulativos.
Jorge Luis Borges escribió: "Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos", pero para nosotros como si lo hubiera escrito en una barra de hielo y la hubiera puesto al sol o en la Puerta del Sol, en el caso de Canalejas.
Afortunadamente, parece que distinta suerte va a correr el bicentenario del nacimiento del general Juan Prim, víctima de otro de los magnicidios de los que han sido testigos mudos las calles de Madrid y que incluye, además de los antedichos, los de Eduardo Dato y de Luis Carrero Blanco, porque el Departamento de Criminología de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) puso en marcha a principios de este año una Comisión Interdisciplinar para aclarar definitivamente el único de estos sucesos sobre el que aún siguen flotando densas sombras de misterio. Tarde quizás, pero algo por delante de lo previsto por el revolucionario francés Auguste Blanqui, quien durante su visita a España en enero de 1866, que coincidió con el levantamiento de Prim en Villarejo, escribió en su diario: "España tiene siempre un retraso de doscientos años". Esta vez y del mal el menos, la cifra se ha rebajado a ciento cuarenta y dos.
La Comisión, que preside Francisco Pérez Abellán, de la que soy Secretario General e integrada por profesionales de reconocido prestigio en ámbitos como la criminalística, el derecho, la sociología, la balística o la ciencia forense, entre otras, ha estudiado en profundidad el sumario judicial de los hechos, descubriendo en el mismo el listado completo de los asesinos que participaron en el tiroteo de la calle del Turco y hallando pruebas concluyentes que identifican a los autores intelectuales del crimen. Además, las investigaciones y pruebas balísticas realizadas en la berlina en la que viajaba el general en el momento del atentado y el estudio CSI de la ropa que llevaba en aquel momento, todo ello custodiado en el Museo del Ejército actualmente instalado en el Alcázar de Toledo, están a punto de sacar a la luz sorprendentes datos. Por último, el minucioso estudio realizado en el Hospital Sant Joan de Deus de Reus por los forenses de la Comisión, que incluyó análisis radiológico, TAC y PET sobre el cadáver momificado del general, tras demostrar fehacientemente que la personalidad del entonces jefe de Gobierno fue suplantada por sus asesinos, haciéndole pasar por vivo y lúcido cuando en en el más optimista de los supuestos no era más que un cuerpo inerte y carente de toda energía vital, ahora parece indicar además que Prim, gravísimamente herido y más que probablemente en shock hipovolémico, fue estrangulado en su propio Palacio de Buenavista.
Evidentemente se trata de un descubrimiento excepcional que supone un auténtico bombazo informativo llamado a dinamitar todo un entramado de mentiras y ocultaciones promovidas por los autores de lo que entonces fue un auténtico golpe de Estado, concebido y perpetrado al detalle, y mantenidas durante ciento cuarenta y dos años por turbios intereses de distinta índole.
Paco Pérez Abellán ha decidido poner las cartas boca arriba y eso le lleva a dar la espalda a lo que era comúnmente aceptado y a embarcarse en una aventura que sin duda irritará a los defensores del statu quo, que en todas partes y en todo tiempo han sido y son legión. Muy a vuela pluma hay que recordar que el descubrimiento de la circulación menor o pulmonar de la sangre llevó a Miguel Servet a la hoguera; que Galileo se vio obligado a abjurar del sistema heliocéntrico y condenado a arresto domiciliario de por vida; que a Alfred Wegener su teoría de la deriva continental le valió la rechifla generalizada de la comunidad científica; o que Camilo Golgi, el inventor de un innovador método de tinción que permitió a Santiago Ramón y Cajal descubrir el paradigma científico sistema neuronal, murió convencido de que el cerebro estaba conformado por un sistema reticular y que la teoría neuronal era un disparate emergido de la mente de un chiflado.
Paco, como cabeza visible de esa Comisión cuyo objetivo era y es encontrar la verdad mediante métodos escrupulosamente científicos y rigurosamente académicos, va a incomodar grandemente a todos los muchos que viven en estados de rutina y confortados con homenajes folcloristas, dentro de lo que se denomina "zona de confort" y cuya máxima es la de no meneallo. En esas, le aconsejo que lea el libro Bendito Karma, de mi buen amigo Salvador Badillo, que en el capítulo seis parece decirle: "... esas personas desean 'protegerte' de tus aspiraciones. Si consiguieras algo más que ellos, destrozarías su 'zona de confort', poniendo en duda todas sus limitaciones y pretextos. No; lo más probable es que no te dejen".
De manera que advertido quedas, aunque ya sabes que navegamos y navegaremos en el mismo barco.