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Cristina Losada

La moción de Vara contra Izquierda Unida

La cuestión es qué saca el PSOE, si saca algo, de esta sorpresiva y precipitada operación extremeña.

La cuestión es qué saca el PSOE, si saca algo, de esta sorpresiva y precipitada operación extremeña.

El riesgo de equivocarse por interpretar cada maniobra política como un movimiento muy meditado es alto. El riesgo de errar por tomarlas como movimientos inteligentes es más alto todavía. Ha de tenerse esto en cuenta ante el órdago del PSOE extremeño al Gobierno que preside Monago, que era en cualquier caso una maniobra de alto riesgo y de sentido incierto. No por lo que suele decirse de que una moción de censura es tan inútil como absurda si está destinada a fracasar. Aún así, pueden extraerse de ella réditos políticos, como lo prueba algún precedente notable. La cuestión es qué saca el PSOE, si saca algo, de esta sorpresiva y precipitada operación extremeña.

En busca de algún sentido a lo de Fernández Vara, con todas las reservas antedichas, el único que semeja reunir cierto peso y verosimilitud es que pretenda colocar en el escaparate, justo al encenderse los focos de la campaña europea, el apoyo de Izquierda Unida al PP en Extremadura. Vendría a ser un: "Mirad, mirad, los de IU están con la derechona que hace sufrir a la gente y no por un bonito Gobierno de izquierdas con nosotros". Publicidad negativa, en suma, para el partido que ahora mismo está pescando con mayor éxito en los caladeros socialistas, y que resulta ser por tanto el principal adversario electoral del PSOE.

Desde esa óptica, tal vez forzada, adquiere nuevo sentido la movida de la baronesa socialista de Andalucía que, ¡oh, casualidad!, se dirigió contra Izquierda Unida. Aquello no cuajó y después de parecer muy astuta Susana Díaz quedó como una incompetente. Incompetente, es decir, en el arte de la maquinación política, que en eso estamos, no en otra cosa. Pero también quedó de aquel simulacro una imagen dañina para su socio en la Junta y rival en las elecciones en curso: que IU es capaz de saltarse una lista de espera para viviendas sociales a fin de favorecer a su propia gente.

Estos maquiavelismos de andar por casa señalizan los problemas del PSOE con su base electoral. Los socialistas pugnan con IU por una izquierda volátil que habían logrado repescar con el zapaterismo. La crisis económica ha dispersado aquel reagrupamiento en torno al voto útil al PSOE. Cierto que en esa zona ideológica, donde el pensamiento mágico hace las veces de pensamiento económico, habrá influido menos la desastrosa gestión de la crisis que hizo Zapatero que lo único medianamente sensato que alumbró, esto es, el plan de ajuste de 2010. Pero lo esencial es que la crisis puso en la agenda, y de qué manera, la economía cuando el PSOE andaba en otras cosas. O sea, cuando seducía a los votantes de su flanco izquierdo con el antifranquismo retrospectivo, el anticlericalismo resucitado y otros ismos a la moda, al tiempo que proclamaba que "bajar impuestos es de izquierdas". Los socialistas, en fin, vuelven a tener un problema de identidad y tratan de solventarlo poniendo en la picota a Izquierda Unida.

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