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Daniel Rodríguez Herrera

No a la Segunda República (bis)

No hay mejor publicidad para Felipe VI que la manifestación de Sol.

La izquierda ha aprovechado la esperada y deseada abdicación de Juan Carlos I para montar una manifestación a favor de la Tercera República. Al igual que el secesionismo se oculta tras el derecho a decidir, también los bolivarianos se disfrazan de demócratas para que su petición sea, al menos en apariencia, inobjetable. Porque ¿cómo no vamos a escuchar la voz del pueblo para decidir qué modelo de Estado debemos tener?

Sin embargo, al igual que la versión nacionalista del derecho a decidir es tramposa porque arrebata ese derecho a la mayor parte de los afectados por el resultado de un hipotético referéndum –el resto de los españoles–, una consulta sobre si debemos ser monarquía o república también tiene su truco. En primer lugar, que al apoyar la Constitución el pueblo español ya optó democráticamente por la monarquía. Y, sobre todo, porque los promotores saben perfectamente que mientras los españoles apoyaran la monarquía en estas consultas seguiremos teniendo referéndum a favor de la república, pero si ganara la República no volverían a preguntarnos jamás. Como con la independentzia.

Una cosa es ser, como creo que son la mayoría de liberales, racionalmente favorable a una república, a poder ser un sistema como el norteamericano en que se votan completamente por separado los poderes ejecutivo y legislativo. Otra muy distinta apoyar que España sea una república en el momento actual de la historia. En primer lugar, porque hasta ahora no hemos sido capaces de montar una que funcione e incluya en su seno a algo más de media España. Y segundo porque, viendo quienes exigen este mismo lunes el referéndum, no me cabe duda de que repetiríamos el error con gusto porque, en primer lugar, sus promotores no lo verían como un error, sino como una característica deseable del sistema.

El día que los republicanos vean la bandera de la Segunda República con la repugnancia que merece un régimen sectario construido contra la mitad de España, que las manifestaciones por la República estén llenas de banderas rojigualdas, que no confundan la forma del Estado con la política que éste debe seguir, igual entonces tendrá sentido ser republicano en España. Y es que no hay mejor publicidad para Felipe VI que la manifestación de Sol.

Una consulta sobre la forma del Estado, al igual que una sobre la ruptura de España, son cosas muy serias que no pueden dirimirse con un simple voto a favor o en contra. De ahí que Canadá aprobara una Ley de Claridad para asegurarse de que una hipotética secesión fuera de verdad, con una mayoría clara del censo electoral y no sólo de los votantes y sin trucos en las preguntas, y que en España un cambio de monarquía a república requeriría un referéndum, sí, pero precedido por un proceso complejo, con votación de dos tercios de las cámaras, cortes constituyentes, etc.

Un referéndum hoy se plantearía, además, como una falsa elección entre un régimen corrupto y partitocrático que tiene una contestación cada vez mayor entre los españoles y una visión idealizada de un sistema político que resolvería todos nuestros problemas. Algo parecido, por otra parte, a lo que sucede en Cataluña, donde se ha logrado identificar la crisis con España. Pero ni la monarquía es la culpable de nuestros males ni la república solucionaría nada. Hagamos la consulta, si de verdad nos empeñamos en ello, dentro de cinco años, cuando sepamos quién es de verdad Felipe VI, y si aún queda algo de España que reinar.

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