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Pablo Planas

Sánchez, la humildad que sobrecoge

Sánchez es una incógnita que representa la continuidad del zapaterismo, la retórica blanda y fácil.

La gran ventaja de Pedro Sánchez es que no se le conocen ideas propias más allá de las supuestas implícitas en la militancia en el partido. Sánchez es una incógnita que representa la continuidad del zapaterismo, la retórica blanda y fácil. La consigna siempre a punto, como la sonrisa. En el PSOE aseguran que Eduardo Madina perdió definitivamente la contienda por la Secretaría General cuando su equipo filtró su pasado como consejero de Caja Madrid en calidad de concejal.

El ahora escabroso detalle no ha tenido el más mínimo efecto en el desenlace de las primarias. Sánchez ha arrasado en Andalucía, donde la corrupción convierte su bien pagado pasado de florero bancario en un episodio pasajero que en absoluto revela un determinado carácter, un sobrecogedor pasivo. Además, presume de haber trabajado fuera de la política. Poco tiempo, pero sin duda más que la mayoría de sus compañeros de escaño. Con eso y con esa planta de jugador de baloncesto, Sánchez accede a la dirección del PSOE con mucho más bagaje que Zapatero.

Las primarias han confirmado los viejos tics socialistas, el peso de Andalucía y su capacidad absoluta para condicionar, aupar y derribar a los prebostes de Ferraz. De ahí que se augure a Sánchez un mandato corto, preparatorio para el desembarco de Susana Díaz, más dúctil y flexible. Todo estaría atado y a la espera del mejor momento para la presidenta autonómica andaluza. Sánchez, por tanto, sería un calientapoltronas, figura política en la que han destacado ilustres socialistas como Borrell, Almunia y Rubalcaba. Pero las primarias también se caracterizan por ser un tiro al aire en una habitación cerrada, una ruleta rusa, un deporte de riesgo con impredecibles consecuencias.

Pudiera ser que Sánchez se consolidara como secretario general del PSOE y frustrase la carrera de Díaz, un poder fáctico que emplaza a su poseedora en un ámbito de la política en el que es más importante la inteligencia que la imagen. Sería el caso de Miquel Iceta, el nuevo primer secretario del PSC por incomparecencia general. Iceta ha logrado el cargo a base de prometer que jamás se le ha pasado por la cabeza ser el cabeza de cartel electoral del partido, cosa que tranquilizó mucho a los barones y baronesas locales con ambiciones. Si es de noche y eso es el PSC, Iceta ha dicho en realidad que está dispuesto a hacer el "sacrificio" de liderar el próximo desastre o lo que sea electoral del PSC.

En el caso de Sánchez, la humildad de un hijo de Don Benito, el aire extremeño de camisa blanca y raya a un lado podría dar paso a la era de la fotogenia, área de la comunicación política en la que Sánchez sería la cocacola y Pablo Iglesias la mecacola. El cuidado desaliño indumentario es el mensaje, la única conclusión posible de un perfecto desconocido, como aquel Zapatero al que después de una década en el Congreso de los Diputados no se le conocía la más mínima intervención, pregunta, petición, queja o crítica.

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