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Pedro Fernández Barbadillo

¡Qué mal negocio han hecho los convergentes!

El batacazo de Artur Mas y de Oriol Junqueras es inocultable si lo comparamos con la suma de escaños obtenidos por CiU/CDC y ERC por separado desde 1980.

A la espera de análisis más sosegados de las elecciones autonómicas catalanas, queda claro que el sistema de partidos tradicional en la región ha saltado en pedazos. El PSC, con 17 escaños, tiene el peor resultado desde la restauración del Parlamento: en 1999 alcanzó su cumbre con 55; desde entonces, para abajo como un avión incendiado. Mariano Rajoy y García Margallo hacen retroceder al PP a los mismos 11 escaños que consiguió en 1984 la Alianza Popular de Manuel Fraga. Por el contrario, los triunfadores son dos partidos nuevos, Ciudadanos y la CUP, que no existían hace una década, y que juntos superan en votos a PP más PSC-PSOE.

Aunque Junts pel Sí, la lista electoral en la que estaban integrados en los puestos cuarto y quinto por la provincia de Barcelona, ha quedado primera, el batacazo de Artur Mas y de Oriol Junqueras es inocultable si lo comparamos con la suma de escaños obtenidos por CiU/CDC y ERC por separado desde 1980.

  • 1980: 57
  • 1984: 77
  • 1988: 75
  • 1992: 81
  • 1995: 73
  • 1999: 68
  • 2003: 69
  • 2006: 69
  • 2010: 72
  • 2012: 71
  • 2015: 62

Después de tres años de bombardeo mediático y excitación callejera, después de poner la Administración al servicio del prusés, después de unir las organizaciones de dos grandes partidos, después de captar a la ANC, a Òmnium Cultural, la Asociación de Municipios por la Independencia… este movimiento ordenado en torno a los dos partidos citados obtiene los peores resultados en escaños desde 1984. Otro regreso al pasado.

El menor número de diputados de CDC

En cuanto empecé a mover estos datos por las redes sociales, los nacionalistas catalanes trataron de negar su validez. Afirman que es la primera vez que se presenta CDC (Convergència Democrática de Catalunya, partido de Jordi Pujol) con un programa independentista. Además, restan los diputados que ha recibido Unió Democrática como limosna en las décadas pasadas hasta la ruptura de la federación hace unos meses.

Hoy también hemos comprobado cuántos seguidores reúne este partido democristiano que tiene un proyecto confederal (Cataluña confederada en pie de igualdad con el resto de España, como si fuese la República de Texas): 102.000 papeletas. Menos incluso que las 172.000 que recibió en las elecciones generales de 1977 y que persuadieron a los democristianos catalanistas de entregarse a Pujol y su banda para tener un estanco.

En voto total, Junts pel Sí ha sacado 1.610.000 sufragios, frente a los 1.614.383 de CiU y ERC en las elecciones de 2012. Esa ligera caída (o ligero aumento, si añadimos los 102.000 de Unió) se produce con diez puntos más de participación. Por tanto, CiU/CDC y ERC han topado con su techo.

Pero Artur Mas ha marcado otro récord negativo: el número de diputados de CDC va a ser el más pequeño desde 1980, cuando Pujol tuvo un grupo parlamentario de 43, sumados los de CDC y Unió. Su investidura, pues, está en peligro, y con ella el control de la Administración, el presupuesto y las subvenciones.

De nuevo se cumplirá el axioma de que las revoluciones devoran a quienes las desencadenan.

¿Alguien lee 'La Vanguardia'?

Sí, los convergentes han hecho un mal negocio, y su fracaso salpica a su brazo mediático, el emporio del conde de Godó. La Vanguardia y el resto de medios del Grupo Godó se empeñaron en salvar a Mas impulsando la constitución del partido del president, luego la lista del president, y presionando a ERC y a las supersubvencionadas asociaciones separatistas para que se unieran a la nueva plataforma electoral. Al día siguiente de la Diada, la portada del periódico que leía Franco cuando iba a Cataluña mostró el titular "Demostración Meridiana". Y ofreció la última encuesta que publicó el domingo 20 así: "Junts pel Sí encara la recta final al borde la mayoría absoluta"; esta encuesta daba a la lista encabezada por Raül Romeva entre 63 y 65 escaños.

Se ha demostrado que el imperio de Godó era el reino de Liliput. Pese a las subvenciones, pese a la edición en lengua catalana, pese al reparto gratuito de miles de ejemplares en las universidades y los trenes de cercanías, pese a la presencia de sus columnistas en las tertulias de TV3…, La Vanguardia no parece haber llevado ni un voto más a Junts pel Sí.

Otro mal negocio en Cataluña es dar dinero al Grupo Godó.

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