En una nueva jornada para el recuerdo, la ultraizquierdista Candidatura de Unidad Popular (CUP) ha decidido, después de tres votaciones, volver a votar el próximo 2 de enero si apoya al derechista Artur Mas como presidente de un Gobierno regional catalán que ha de tener por único cometido perpetrar un golpe de Estado y escindir Cataluña de España.
No hacía ninguna falta, pero la Batasuna catalana ha vuelto a demostrar que es una de las formaciones más impresentables del panorama político nacional. Ayer, en Sabadell, la menos popular de las candidaturas con representación parlamentaria en el Parlamento autonómico catalán se manifestó bochornosamente desunida en torno a la cuestión crucial de si encumbrar o no a Artur Mas, encarnación del sistema que dice querer dinamitar. Por si quedaban dudas de que se trataba de un asunto sucio y sórdido, la CUP dictó que esta vez el voto fuera secreto, pese a que la mayoría de los asamblearios rechazó tal opción. Y a la prensa la recluyó en un recinto distinto y distante del que albergaba el ominoso aquelarre.
En manos de esta gente está Cataluña. En las manos de esta gente –que incluye gentuza alabardera de la terrorista Terra Lliure– quiere poner Cataluña Artur Mas, uno de los personajes más nefastos, siniestros e insensatos de la historia reciente del Principado.
Artur Mas ha destrozado las instituciones autonómicas y su partido, y está a punto de destruir la CUP. Artur Mas, como los batasunos de que pretende rodearse, sólo es bueno para lo malo, únicamente sabe destrozar, enfrentar, sembrar la discordia. Ni él, ni sus secuaces ni quienes se debaten entre someterse o no a su férula son dignos de ostentar la menor responsabilidad pública. Son una auténtica lacra y, como tales, no la solución sino el principal problema de Cataluña.