Menú

La última epístola de San Pablo Iglesias a los podemitas, esa que tiene por título "Defender la Belleza", es una de las más altas cumbres de la cursilería jamás alcanzadas por el hombre.

Que Iglesias es tan autoritario como el padrecito Stalin y Pol Pot juntos lo sabíamos, pero, hasta la lectura de esta carta que precedió a sus últimas purgas, no sabíamos lo almibarado, empalagoso y projundamente cursi que podía ser el muchacho.

Cursilería tan desaforada, tan olímpica que ha provocado a nuestros poetas a desafiarse: ¿quién es capaz de escribir el soneto más cursi?

A ustedes les corresponde el veredicto, pero les adelantamos que va a estar reñido:

POR TI, SANFUA
por Fray Josepho

Un día, con tu voz de catarata,
quisiste acompañarme en este viaje.
Y vivo desde entonces del dopaje
de tu emoción de almíbar y de nata.

Tu embrujo vizcaíno de pirata
tomó mi corazón al abordaje
y tras rendirme entero a tu pillaje,
navego y corto el viento en tu fragata.

No tengo ya temor a un mal presagio
de tempestad, galerna ni naufragio,
pues vivo encadenado al frenesí.

La luz de tu mirada me disloca,
y guardo en mi garganta y en mi boca
el dulce y celestial sabor a ti.

A CURSI TE GANO
por Monsieur de Sans-Foy

Por ti, mi corazón salió del fango
y conoció el jazmín y la canela.
Mi vida, que era fabes sin compango,
es hoy una canción de Pimpinela.

Estoy tan exultante como Dyango,
¡henchido de pasión, alma gemela!
y el pájaro chogüí de mi charango
piando va tu nombre, cuando vuela:

¡Josepho, Josephito, Josephete...
galopa y corta el viento! ¡Qué jinete
de estampa tan garbosa y española!

Se me enamora el alma en cada charco:
tu nombre lo grabé sobre mi barco,
porque llegaste a mí como una ola.

En España

    0
    comentarios