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Jesús Fernández Úbeda

"Señora presidente y señores diputadas"

Me exaspera la violación consciente del lenguaje para arrimar la sardina al ascua ideológica. El engendro lingüístico con vistas a conseguir votos.

Me exaspera la violación consciente del lenguaje para arrimar la sardina al ascua ideológica. El engendro lingüístico con vistas a conseguir votos.

Este miércoles, en la enésima sesión de investidura de los últimos Dios-sabe-cuántos-meses, la portavoz de En Marea en el Congreso de los Diputados, Alexandra Fernández, brindaba una intervención parlamentaria carrolliana, por no decir cuasi opiácea, en la que combinaba, amén de otros ingredientes, amebas espasmódicas, el intento del golpe de Estado de Tejero y los síntomas de la plurinacionalidad de Galicia. Los suyos aplaudieron –cosa distinta es que entendieran–, Rajoy replicó… etc. Hasta ahí, todo bien –habitual, quiere decirse–. Estoy acercándome al dadaísmo y confieso que, aunque no acabo de pillarle el tranquillo, me gusta. Arriba la irracionalidad.

Lo que sí me exaspera es la puñetera profanación consciente del lenguaje –perpetrada, sobre todo, por políticos y periodistas- para arrimar la sardina al ascua ideológica. El engendro lingüístico con vistas a conseguir votos, seguidores en Twitter o me-gustas en Facebook –no digamos ya si te aplaude el tal o la tal Barbijaputa: eso es motivo de batukada–. La mezcla infame de hormonas y gramática. El eufemismo no rojo, sino progre. "Los diputados y diputadas". El "JuntXs Podemos". Y así.

Este miércoles, decía, Fernández arrancaba así su discurso parlamentario: "Señora presidente y señoras y señores diputadas". Con orgullo, como reivindicando un holocausto gramatical. Yendo más allá de la cosa de la economía del lenguaje en cuanto a la concordancia de género y número –y con el agravante de la reincidencia: buena cuenta de ello dio el catedrático de la UAM Pedro Álvarez de Miranda en El País–. Reinventando el ridículo. Y yo, que, en cuanto a la RAE, coincido con Escohotado –"¿Qué pueblo que no sea una cultura funeraria tiene una academia de la lengua? Las lenguas vivas no necesitan academias de la lengua"–, por culpa de disparates como este, tan cargados de sectarismo, reivindico, pese a sus almóndigas, el papel urgentísimo, vital y consejero de la institución.

Según la RAE, los desdoblamientos del tipo "diputados y diputadas", "ciudadanos y ciudadanas", etc., son "artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico" porque en los sustantivos que "designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos". Esta perversión, dice la Academia, "va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas". En otro apartado, dedicado específicamente al "Género", leemos: "En los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos".

En estas, llega Fernández y, por un lado, ignora que el sustantivo "presidente" no es ni común en cuanto al género, ni epiceno ni ambiguo: del mismo modo que existe "presidente", también existe "presidenta". La diputada de En Marea hubiera podido arrancar, sin ningún tipo de remordimiento patriarcal –o como se diga–, su intervención así: "Señora presidenta…". Por otro, se pasa por el forro aquello de que "es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto", e impone, en plan humorista de La Tuerka, un "diputadas" a la dupla "señoras y señores". Justo después vino lo de la ameba con espasmos. ¿A quién le extraña?

Que no, que no: así no puede prender la revolución. Discursos como el de Fernández, como mucho, dan para un capítulo increíble de South Park sobre la corrección política. Los fans de la serie sabemos que sus guionistas, con esto, harían maravillas.

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