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Pedro de Tena

Pedro Sánchez o Malhagas el embustero

Desde hace mucho no se conocía en la política española alguien que detentase el secreto del embuste descarado y de la ausencia de escrúpulos.

Parece confirmado que sí, que es él. Desde hace unos cuantos siglos, se creyó que el caballero Malhagas era una invención de Juan Pérez de Montalbán, un prolífico versificador y narrador del tiempo de su maestro, Lope de Vega. De hecho, se certificó que La prodigiosa vida de Malhagas el embustero fue una novela anunciada y nunca impresa que quedó pendiente en la literatura española. Pero pocos imaginaban posible que el personaje no fuera de su siglo, sino de los venideros. Al principio, hubo quien repentizó que el Malhagas de marras era Zapatero, José Luis Rodríguez, que llegó al gobierno de España de manos de una mentira gigantesca y orquestada por el pérfido Rubalcaba, Alfredo Pérez, en torno a los atentados del 11 de marzo en Madrid. Esa y otras patrañas, venezolanas y no, parecieron conferirle el papel protagonista de esta novela por escribir, pero hete aquí que no. Al final se confirma que Malhagas el embustero se ha reencarnado en el largo caballero que es Pedro Sánchez.

Desde hace mucho no se conocía en la política española y tal vez europea, alguien que detentase el secreto del embuste descarado y de la ausencia de escrúpulos. No se trata ya de la fullería de su tesis doctoral o la de sus libros, que nunca escribe. Tampoco se trata de su desfachatez colocando a su señora en puestos de alto nivel internacional by the face. NI siquiera se trata de su desmedido desahogo en rodearse de lumbreras como Carmen la de Cabra, la del dinero público no es de nadie porque es de ellos o eso quieren. Se trata de una combinación de circunstancias que convierte su libro de Manual de resistencia en unManual de indecencia. Gobernar por decreto sin inhibición moral, blandir la corrupción, cierta pero modesta, del PP mientras silencia el "himalaya de corrupción" de su partido en Andalucía y otras comarcas, como la de su hermana UGT, y confabularse con los enemigos declarados de su nación y de su Estado le importa una higa.

Los artistas de la aruspicina susurran al oído de los tres tristes tigres del centro derecha español que es imposible que un Malhagas así vaya a volver a gobernar en España. No entienden nada. En la convivencia civil, mezclada con telebasuras y enredes sociales, un nuevo tipo de política y de políticos se está abriendo paso en unas decadentes democracias europeas cuyas creencias, valores y cimientos están colgados con pinzas y expuestos al huracán de mentiras, irracionalidad, amnesia, cinismo, opinionitis aguda e inescrupulosidad que se extiende como una peste sobre las ruinas de la educación rigurosa, del método científico y de cualquier lógica simple. Estamos quedando a merced de los Malhagas porque la Constitución, buena y santa para tantas cosas, nos ha dejado a merced de los partidos políticos y las organizaciones sociales empresariales y sindicales, sobre los que no pende espada judicial de Damocles alguna en caso de malversar, embustes de por medio, el caudal público de la confianza y de los votos

Entérense. Este Malhagas Sánchez nos ha demostrado cómo con un trenzado de propaganda simbólica llena de viejas tumbas, lucha de sexos, concesiones a la desigualdad regional que hasta la II República desestimó y uso partidista de dinero público unido todo ello a una minoría de 84 escaños, se puede dictar autoritariamente sobre los demás diputados españoles de un congreso de 350 puestos. ¿Cómo le llamamos al nuevo orden o desorden? Pues tomen nota porque, dada la tristeza, y el ridículo, de los tres mininos centroderechosos, que no tigres, este nuevo Malhagas el embustero puede gobernar incluso en minoría. Ya no importa ni ganar las elecciones ni disponer de mayoría suficiente en las Cámaras. Le da igual. Al tiempo.

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