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Antonio Robles

Toni Bolaño, periodismo gregario

No es neutral, sirve al PSC, el mayor fraude de Cataluña.

Las leyes de educación son uno de los propósitos políticos más difíciles de evaluar. Se necesitan dos décadas para apreciar su incidencia en las nuevas generaciones. Un tiempo demasiado largo para rectificar si el propósito fue erróneo. Desde la Logse, la escuela es un patio de recreo, un lugar para justificar el error y despreciar el esfuerzo. Su última reforma, aprobada este jueves en el Congreso con la Lomloe, lo consagra; y de paso acaba con la educación especial, suprime el español como lengua vehicular y convierte el derecho universal a la educación pública en una barrera contra la libertad de quienes la desean ejercer en la concertada.

A pesar de tales despropósitos, hay periodistas empeñados en lubricar con argumentaciones de mal pagador la impostura para hacerla digerible. Son los más peligrosos, aparentan neutralidad tras fórmulas educadas y propósitos argumentados con los problemas generales, pero en cuanto tocas el rosario de su madre sacan el alacrán que llevan dentro y actúan como verdaderos mercenarios al servicio de la ideología o el medio a que sirven. Es el caso de Toni Bolaño, ese tertuliano de Onda Cero que se destacó en pleno procés como un periodista aseado, y bien informado, poniendo sensatez a los acontecimientos del 1-O. Su condición de catalán le ayudó mucho. Ya saben, van por el mundo con un plus de credibilidad que no se les supone a los originales de otras latitudes. Cosas del supremacismo catalanista y del complejo inducido de tanto progre español empeñado en no parecerlo.

Esta mañana, mientras sus señorías estaban a punto de abroncarse en el Congreso, Carlos Alsina repartía juego en su tertulia de la mañana sobre la Ley Celaá. Y nuestro tertuliano catalanista, tan sensato y educado en tantos temas, se condujo como un periodista gregario.

Es increíble que en pleno siglo XXI, en una democracia consolidada de Europa, y después de 40 años de experiencia empírica a la vista de todos, Toni Bolaño tenga el cuajo de asegurar que en Cataluña se puede estudiar en castellano sin problemas. Y que la inmersión lingüística es un éxito que no tiene contestación social alguna. Para demostrarlo repite el mantra nacionalista de que sólo 100 familias se han opuesto. Contestado por sus compañeros de tertulia, pretendió cerrarles la boca alegando que hablaban “desde su visión centralista y mesetaria”. ¡Ay, ese supremacismo provinciano! El Toni Bolaño sensato demostró ser lo que parecía fuera del ruido de la independencia, un gregario del PSC. Parece que su objetividad periodística sufre una mutación cuando se toca cualquier mantra del PSC y, por extensión, del PSOE sanchista. Como la enmienda que convierte al castellano en lengua extranjera en Cataluña.

Produce hastío contestar el exabrupto. ¡Tantas veces lo hemos rebatido! ¡Tantas veces nos han silenciado, falseado, satanizado! Al distraído que aún puede caer encantado por equidistantes exquisitos como Toni Bolaño le recomiendo Historia de la Resistencia en Cataluña. Sus mentiras nunca se podrán enfrentar a los hechos acumulados durante cuatro décadas.

Algunas de sus perlas: “Apenas cien familias pidieron educación única en castellano, porque en estos momentos en Cataluña el castellano se enseña en las escuelas; es más, en las zonas catalanoparlantes hay más horas de castellano y en las zonas castellanoparlantes más horas de catalán para poder nivelar el idioma”.

La aseveración es tan falsa como afirmar que Madrid es una provincia de Andalucía. Pero si lo es, y es tan grosera, ¿por qué tiene el cuajo de afirmarla? Por algo que en Cataluña estamos muy acostumbrados a padecer, porque hay millones de catalanes dispuestos a creerlo y medios empeñados en difundirlo. Aunque lo más inquietante es que también hay millones de españoles dispuestos a hacer lo mismo, o al menos expuestos a escucharlo.

Es una lástima que en un programa como el de Carlos Alsina, cuya mesura, equilibrio y neutralidad es tan necesaria hoy en el periodismo, pase Toni Bolaño como un catalán sensato en medio de tanta rauxa nacionalista. No es neutral, sirve al PSC, el mayor fraude de Cataluña, porque dice defender a quienes busca pastorear para que nadie se salga del redil nacionalista.

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