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Santiago Navajas

Feminismo adoctrinador

Las escuelas convertidas en centros de activismo político-social y no de educación y aprendizaje. La extrema izquierda sabe jugar bien sus cartas.

Las escuelas convertidas en centros de activismo político-social y no de educación y aprendizaje. La extrema izquierda sabe jugar bien sus cartas.
El polémico mural 'feminista' de Madrid. | EFE

En un instituto público cordobés han convertido a sus jóvenes alumnos, puros de mente y corazón, en unos pequeños Guardias Rojos de la Revolución Feminista. Un profesor, vanguardia pedagógica del proletariado feminista, ha hecho que sus alumnos reproduzcan el mural feminista de Madrid en el que figuran Angela Davis, Rigoberta Menchú y la comandante Ramona. Clara Campoamor ni está ni se la espera: feminista pero demasiado liberal.

Las escuelas convertidas en centros de activismo político-social y no de educación y aprendizaje. Hay que reconocer que la extrema izquierda sabe jugar bien sus cartas. Cartas marcadas, sí, pero bien jugadas. Dice uno de los grafiteros del mural femicomunista de Madrid que las mujeres fueron elegidas "dejando a un lado cualquier tinte político". Resultan ser casi todas de izquierda por casualidad…

En la China de Mao nadie osaba desafiar a los estudiantes que implantaron el terror de la pedagogía roja: si te acusaban de reaccionario o burgués estabas perdido. ¿Quién puede enfrentarse a la emocionalidad a flor de piel de un niño armado de consignas y grafitis? En Francia, los compañeros de Samuel Paty, el profesor asesinado por un islamista, han rechazado poner su nombre al instituto ante la amenaza de los fundamentalistas. ¿Qué claustro denunciaría que el mural feminista de izquierda es un caso flagrante de adoctrinamiento ante la amenaza del ostracismo social? El Movimiento de Educación Feminista imita el Movimiento de Educación Socialista de la Revolución Cultural marxista-maoísta. Entre el idealismo y la paranoia, la purificación y el fanatismo, se inculca en los estudiantes, cuanto más jóvenes más maleables, un lenguaje estereotipado y unas imágenes manipuladas.

Escribía W. B. Yeats:

Todo se desmorona (...)
se anega el ritual de la inocencia;
los mejores no tienen convicción, y los peores
rebosan de febril intensidad.

¿Cuál debería ser la respuesta ilustrada ante estos émulos de Mustafá Mond, el conductista y bienintencionado dictador suavemente totalitario de Un mundo feliz de Huxley? Realizar un mural realmente feminista en el que las mujeres sí destaquen por sus méritos personales e individuales y no por su afinidad ideológica: de Riefensthal (gran directora de cine nazi) a Rosa Luxemburgo (política comunista), pasando por Thatcher (liberal-conservadora) y Golda Meir (socialista). Cabe la convicción.

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