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Antonio Robles

La teoría plurinacional ha decaído

O acabamos con las autonomías o las autonomías acabarán con España.

Nunca una teoría histórica ha demostrado su inviabilidad tan rápidamente como la de la España plurinacional. Debemos el mérito a Pablo Iglesias y a Podemos.

La Transición quiso resolver la tendencia al campanario de los españoles consagrando en su Constitución la España de las Autonomías. Una buena idea para un país tan dado a consagrar diferencias. El Estado cedería competencias a la regiones para que la diversidad fuera reconocida. La teoría era generosa y realista. Pero sólo era una teoría; necesitaba verificarse en la experiencia. Y, como toda teoría, dio por descontado supuestos no verificados. Entre otros, la lealtad a la nación española.

Después de 40 años, la descentralización no tiene enmienda. Es difícil imaginarse en España un Estado jacobino como el francés. Pero, a la vez, seguir cediendo competencias a regiones que trabajan para romper la nación común resulta inaceptable. Dicho de otro modo: o embridamos a las autonomías o su deslealtad erosionará los cimientos de la nación hasta hacerla insostenible. Si lo quieren más crudo: o acabamos con las autonomías o las autonomías acabarán con España.

Y en esto apareció el comandante y mandó parar. Pablo Iglesias y sus amiguetes de facultad nos alumbraron con la teoría de la España plurinacional. Es lo que tienen facultades como Políticas o Pedagogía; teorizan, diseñan mundos perfectos sin haber sufrido ninguno. Y después pasa lo que pasa. 

Nunca podremos estar suficientemente agradecidos a Pablo Iglesias, él nos ha demostrado en carne propia la inviabilidad de su propia teoría. Podemos nació como un partido leninista (hasta llevaba su foto la primera papeleta electoral), y sin embargo pronto se fue desintegrando en un batiburrillo de siglas. En un pispás, los chamanes de cada círculo de España convirtieron a Podemos en un reino de taifas. Eso sí, avalados por el derecho a la autodeterminación, a la diversidad, a la lengua propia, o simplemente con derecho a chiringuito propio.

Curiosamente, se acentuó la atomización en aquellas autonomías que tenían lengua propia y aspiraban a ser nación. En Cataluña, En Comú Podem, a Galicia le dio por En Marea, y en la Comunidad Valenciana, Compromis-Podemos-És el Moment. Hasta Madrid acabó en una escisión con Más Madrid de Íñigo Errejón, el primogénito que se reveló contra el macho alfa. No les canso con más pedrea para no cansarlos.

Después de la espantá para enfrentarse a las huestes fascistas de la capital del Reino, ya no le bailan el agua ni en Madrid. Consecuencia, un partido dividido en mil rencores y tantas debacles como elecciones. 

La lección que nos ha dejado este narciso con ínfulas de Che es impagable. Comprobemos cómo ha quedado su partido e imaginémonos cómo quedaría España después de convertirla en un Estado plurinacional. La imagen vale más que mil palabras. Gracias, Pablito, ya puedes seguir viendo Juego de Tronos

Ahora que sabemos que cualquier idea que lo contradiga es sospechosa, espuria o antidemocrática, hemos comprendido al fin por qué los necios caminan ciegos hacia el abismo. Pablo o muerte. Y eligió susto.

Hasta que llegó Isabel. La más hermosa réplica feminista a su machismo cuarentón. Y comenzó la diversión.

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