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Pablo Planas

Separatistas con todo pagado

¿Su mérito? Haber conducido Cataluña a la ruina, haber expulsado a miles de empresas, haber generado paro y pobreza, haber enfrentado a los catalanes.

¿Su mérito? Haber conducido Cataluña a la ruina, haber expulsado a miles de empresas, haber generado paro y pobreza, haber enfrentado a los catalanes.
El golpista prófugo Carles Puigdemont. | EFE

Jordi Pujol jamás pagó ni un triste café en sus tiempos de presidente de la Generalidad. Nunca llevaba dinero encima. Así que o le invitaban u obligaba a abonar las cuentas a sus guardaespaldas con dinero de su propio bolsillo. Era una de las consecuencias del gran honor de ser escolta del patriarca moderno del catalanismo. Pasados los años, y en un intento desesperado por desviar la atención sobre los trapicheos de sus hijos, el hombre llegaría a confesar que él mismo era un delincuente económico. Había hecho de la supuesta austeridad monacal una coartada. Ahora los Pujol son, según un auto judicial, una banda de delincuentes, vulgares chorizos.

Claro que en comparación con besugos como Artur Mas, Puigdemont, Torra o Aragonès, el nen barbut, Jordi Pujol era un pedazo de estadista, un personaje de una calidad intelectual inalcanzable para sus sucesores. Imagínense lo cutres que son para que Pujol se haya convertido en un titán de la política. Sin embargo, todos le han imitado con gran éxito en eso de ir por la vida con todo pagado, como profetizara Francesc Pujols.

La habilidad de los Mas, Torra y Puigdemont para vivir del pueblo es una cosa proverbial, contratada, irrefutable. No les ha temblado el pulso en el momento de recortar partidas destinadas a los servicios sociales, la sanidad, la gente mayor o la que no tiene recursos, al tiempo que engordaban los presupuestos de TV3, inflaban la nómina de altos cargos, abrían embajadetas por medio mundo o montaban unas oficinas de expresidentes dignas del maharajá de Kapurthala. Mas, Torra y Puigdemont cobran auténticas morteradas en calidad de expresidentes, disponen de guardaespaldas, chóferes, secretarias, despachos, parque móvil y toda clase de regalías a costa del pueblo llano. ¿Su mérito? Haber conducido Cataluña a la ruina, haber expulsado a miles de empresas, haber generado paro y pobreza, haber enfrentado a los catalanes, haber mentido y haber engañado a los ciudadanos, a todos y aún más a sus crédulos votantes. Y ahí están, trincando sin parar y como si no hubiera un mañana.

No hay más que ver algunas de las conversaciones intervenidas por la Guardia Civil a Puigdemont con sus ayudas de cámara. Este lunes contaba Crónica Global las maniobras del prófugo para abonar los gastos de un viaje a Perpiñán, donde soltó un mitin junto a Torra y Mas sobre la terrible represión que dicen sufrir los tres. Puigdemont quería que pagara la Unión Europea y para eso estaba dispuesto a pedir a dos consejeros de la Generalidad que le enviaran una carta solicitando un encuentro. "Hay que pedir a los consejeros [de la Generalitat] Puigneró y Tremosa una carta pidiendo la reunión que tendremos en Perpiñán, con fecha de esta semana. Es por si alguien del Parlamento Europeo me pide explicaciones de mi desplazamiento", escribe Puigdemont a Alay, el mismo que se reunió en Rusia con espías de Putin. El subordinado pregunta: "¿Ellos lo saben?", y Puigdemont replica: "No, no se lo dije. No es problemático. Es una carta que me envían para poder acreditar, si alguien me pide sobre el viaje. ¿O se paga desde la Oficina?". La "Oficina" es el chiringuito a todo tren que la Generalidad ha dispuesto para el fugado en calidad de expresidente autonómico.

Como se puede apreciar, el caso era evitar a cualquier precio rascarse el bolsillo, aunque el acto protagonizado por los tres expresidentes, lejos de tener un carácter institucional, fue una de esas performances del separatismo para vender la burra de que Cataluña es una nación oprimida, cuando no es nación ni se oprime a nadie. Todo lo contrario. Y más cuando se es independentista con todo pagado. Pero si hasta la señora de Puigdemont cobra del erario público gracias a la presidenta de la Diputación de Barcelona, la socialista Núria Marín, alcaldesa de Hospitalet y gran amiga del expresidente, a quien solía agasajar en una minúscula marisquería de la citada población que es el puerto de Arrebatacapas. Pagando el pueblo, obviamente.

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