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Pablo Molina

Una pitada patriótica

Pitar a Sánchez no es de antipatriotas, sino todo lo contrario. Le dijeron a Sánchez que es un traidor y que están hartos de él.

Pitar a Sánchez no es de antipatriotas, sino todo lo contrario. Le dijeron a Sánchez que es un traidor y que están hartos de él.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

El desfile del Día de la Hispanidad se vio adornado con una sonora pitada a Pedro Sánchez, bonita experiencia que el silbado ha podido eludir en los dos últimos años a causa de las medidas anticovid. Pero todo lo bueno se acaba y Sánchez ha tenido que comparecer ante el pueblo soberano en ocasión solemne para escuchar una no menos solemne pitorrada. Vamos recuperando la normalidad.

Allá donde va, lo esperan con el cencerro y el silbato, para poner la nota musical a los recios epítetos que los asistentes le dedican al otro lado de los amplios cordones de seguridad desplegados entre su persona y el fascio. Pero los abucheos del Día de España duelen más, porque contrastan vivamente con los parabienes y las ovaciones que ese mismo pueblo dedica a otros asistentes, comenzando por Su Majestad Felipe VI.

Sánchez ha ensayado este año una táctica de campo, tipo comando, consistente en hacer coincidir su llegada con la de los Reyes para acoplarse a ellos como un koala a un eucalipto y hacerles compartir el abucheo. Otro fracaso, claro, porque la gente sabe distinguir muy bien entre su persona y las demás y le dirigen los silbidos como si los lanzaran con una mira láser, de esas que ponen el puntito rojo en la frente. No se escapa. Este martes lo ha vuelto a comprobar.

Pero, ¡atención!, parece que pitar a Sánchez es de antipatriotas. Sorprende que sean la izquierda y sus palanganeros los que esgrimen la acusación, cuando ellos precisamente defienden el odio a la patria como gran virtud ciudadana. Son los que defienden la quema de fotos del Rey o los homenajes públicos a psicópatas culpables de delitos atroces como ejemplos de libertad de expresión que fortalecen nuestra democracia, pero hiperventilan y agitan los brazos con los puñitos cerrados cuando a su líder le asestan una pitorrada. Qué gente, ¿verdad?

Pitar a Sánchez no es de antipatriotas, sino todo lo contrario. Los asistentes al desfile de la Hispanidad no mostraron su rechazo a la institución de la Presidencia del Gobierno ni al Poder Ejecutivo. Le dijeron a Sánchez que es un traidor y que están hartos de él, dos expresiones muy en sazón que, además, el aludido podrá esgrimir como mérito cuando se reúna con los separatistas y los proetarras, sus socios de referencia.

Es un error confundir a la persona con la institución. Que lo haga Sánchez es normal (el tipo es así), pero los flanders centrorreformistas harían bien en pensárselo dos veces antes de salir a las plazoletas de las redes electrónicas a sermonearnos, como si abuchear a un traidor fuera un delito de leso patriotismo. Sí, son ustedes un dechado de virtudes ciudadanas y su alma es blanca y pura, pero escriban una entrada en el blog, den de comer a la tarántula y déjennos en paz.

Viva España y piten a Sánchez. Feliz Día de la Hispanidad.

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