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Pablo Planas

Casado, el mejor aliado de Sánchez

La inexperiencia de Casado y el torpe manejo del poder de Teodoro García Egea facilitan las operaciones de los tácticos del PSOE.

La inexperiencia de Casado y el torpe manejo del poder de Teodoro García Egea facilitan las operaciones de los tácticos del PSOE.
Pedro Sánchez y Pablo Casado. | EFE

Si en la cúpula del PP no estuvieran tan ocupados tratando de lapidar a Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo, habrían reparado en la precisa maniobra envolvente que están trazando el PSOE y sus socios (podemitas, separatistas y proetarras) con la inestimable colaboración de conglomerados mediáticos como el que preside el conde de Godó o las televisiones privadas. El objetivo es que no gobierne el PP, no reconocer un hipotético triunfo conservador y abortar cualquier conato de pacto con Vox.

De momento, quienes operan en esa dirección tienen motivos para felicitarse porque ya han logrado que Casado y buena parte de sus conmilitones desprecien a los dirigentes del partido de Abascal y se dediquen a asegurar que no habrá un pacto con Vox. La inexperiencia política de Casado junto al torpe manejo del poder de Teodoro García Egea facilitan las operaciones de los tácticos del PSOE.

Otro de los logros de la izquierda en esta campaña para impedir la alternancia en el poder es que sean los citados Casado y García Egea quienes les hagan el trabajo sucio contra la presidenta de Madrid, que es el principal activo del centro y la derecha y la dirigente política que ha demostrado estar más capacidad para vencer al PSOE y a Podemos, y no precisamente con un resultado ajustado. De modo que en estos momentos el mejor aliado de Pedro Sánchez no es Podemos, ni ERC ni Bildu, sino Pablo Casado. La miopía de la dirección popular es colosal.

Una de las principales armas de socialistas, comunistas y separatistas varios es el manejo indiscriminado y desprejuiciado de la mentira. El pasado lunes, Dieter Brandau recogía en su programa nocturno de esRadio un puñado de declaraciones de Pedro Sánchez en las que, con un rostro de hormigón armado, decía que los recortes y las políticas neoliberales de la derecha en 2008 habían provocado cuatro millones de parados. Como si en aquel año no gobernara su correligionario José Luis Rodríguez Zapatero, embarcado ahora en la operación de blanqueo de la dictadura chavista en Venezuela. Como la memoria es frágil y Sánchez no tiene casi oposición, cientos de miles de españoles están absolutamente convencidos de que los recortes que perpetró Zapatero por orden de Ángela Merkel fueron cosa de Sánchez, de Mariano o puede que de la momia de Franco.

Otra de las herramientas del engrudo socialcomunista y separatista son los medios donde operan agitadores como el periodista Pedro Vallín, capaz de equiparar en la radio del conde de Godó el ambiente de Madrid con el que se vivía en el País Vasco a principios de este siglo. A su juicio, la campaña de las elecciones autonómicas convocadas por Díaz Ayuso se planteó en unos términos tales que la capital de España viene a ser como una especie de Rentería de los años etarras pero en facha. No es una opinión aislada. Hay gente en Podemos y en los nacionalismos catalán y vasco que difunde la especie de que en Madrid no se puede salir a la calle por el peligro que entrañan las hordas de cayetanos que se han apropiado de bares y terrazas.

Pues eso, que Casado manda en las encuestas pero lo tiene crudo y en vez de hacer oposición monta pollos y purgas contra Ayuso y Cayetana.

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