Menú
Enrique Navarro

Diplomacia de precisión

Este cambio de actitud con respecto a Marruecos y sus reclamaciones en el Sáhara es oportuno y beneficioso para los intereses de España.

Este cambio de actitud con respecto a Marruecos y sus reclamaciones en el Sáhara es oportuno y beneficioso para los intereses de España.
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez se reúne con el Rey de Marruecos, Mohamed VI (19/11/2018) | Europa Press

La política exterior española de los últimos años sólo se entiende por tres razones: o es el instrumento de Sánchez para dinamitar la coalición de gobierno y estirar la legislatura con la anuencia del moderado Feijóo; o es una política sin rumbo que sólo obedece a intereses del gobierno, o se basa en la vieja estrategia de los bares españoles de "pares o nones". Sin embargo, y sea cual sea la causa, este cambio de actitud con respecto a Marruecos y sus reclamaciones en el Sáhara es oportuno y beneficioso para los intereses de España y del mundo occidental, aunque fuera después de traer al líder del Polisario como Delcy traía las maletas.

Marruecos es el principal aliado de Occidente en África y seguramente el país más desarrollado del continente. Nuestra economía a futuro pasa por Rabat, porque será África dónde se producirá la mayor expansión económica en el resto del siglo; su población se duplicará y su PIB se multiplicará por tres en los próximos cuarenta años, y el cordón umbilical de todo esto es el Estrecho de Gibraltar.

Desde la acogida del líder del Polisario, las relaciones con Marruecos han empeorado, y existe una espiral contra los intereses españoles. Desde la ocupación de aguas españolas en el Mediterráneo, cerca de Alhucemas, a la extensión de las aguas económicas hasta el rico subsuelo del Monte Tropic, y la reciente amenaza de cortar el grifo de las relaciones comerciales con aquellos países que no reconozcan la soberanía marroquí sobre el Sáhara, son elementos de una política agresiva contra nuestro país. De hecho, Marruecos está desviando todo el tráfico comercial desde España a los puertos portugueses y franceses mientras mantiene cerradas las fronteras en Ceuta y Melilla. Y todo este deterioro bilateral se produce en el marco de las enormes inversiones militares del reino vecino que amenazan el liderazgo regional militar español, convirtiendo a Marruecos en el mejor ejército de África junto a Argelia.

Pero si este flanco estaba muy debilitado, el argelino y el saharaui no presentan mejores síntomas.

La patata caliente del Sáhara, heredada de una pésima descolonización, no tiene ninguna otra solución factible que su autonomía dentro de Marruecos. Argelia ha abusado de los saharauis para acentuar su posicionamiento estratégico en la región contra su principal enemigo, el reino alauita. Los mantiene en los campos de refugiados de Tinduf sin poder salir de allí, viviendo en la miseria sólo para reivindicar sus intereses, muy al estilo comunista, de usar a pueblos enteros hasta la extenuación, si hace falta para alcanzar sus objetivos.

Y además ¿por qué este cambio es oportuno ahora? El desembarco ruso en Mali, y en todo el Sahel, amenaza con extenderse a Mauritania y el Sáhara. En diversas fuentes ya se mencionaba el necesario soporte de Rusia al Polisario para debilitar a Marruecos y prolongar la influencia de Putin hasta el Estrecho. Putin no sólo hace la guerra en Ucrania, también, y de forma más silenciosa, en África, donde ha firmado en los últimos cinco años dieciséis acuerdos de colaboración militar que incluyen el despliegue de miles de soldados privados que entrenan a los ejércitos propios y asumen funciones de seguridad en las minas y en las zonas asoladas por el terrorismo, mientras que las tropas occidentales son desalojadas del continente.

Que Rusia crezca en influencia en el Sáhara y en Argelia es cuestión de tiempo, y había que cortocircuitarlo. La deriva autoritaria del presidente argelino Tebboune es muy significativa y está conduciendo el país a una autocracia en la que los militares manejan la economía y la política. Todos los representantes del movimiento democrático Hirak han sido encarcelados o ilegalizados y Argelia podría estar en el camino de convertirse en el ariete de Putin en el vientre sur de la Alianza.

Pero Ucrania ha cambiado el juego de intereses y Occidente debe volver los ojos a Marruecos como nuestro mejor aliado posible en la región, ya que es la primera línea de defensa y contención ante el expansionismo de Putin desde el Sahel hacia España.

En este contexto de crisis regional creciente, los programas de modernización militar de Marruecos y Argelia, añaden elementos de tensión que exceden del enfrentamiento vecinal y que afectan de lleno a nuestra seguridad. Marruecos se ha convertido en el mejor cliente militar de Estados Unidos, y aliado de Israel, Argelia el mayor de Rusia, con un elemento diferencial, sus adquisiciones son todas de primer nivel tecnológico, compitiendo directamente con los equipamientos de la gran mayoría de los países de la OTAN en cuanto a sus capacidades.

Si en el quinquenio 2017-2022 Marruecos gastó casi 20.000 millones de dólares en la adquisición de numerosos sistemas y capacidades; para el periodo 2023 -2027, esta cantidad superará los veinticinco mil millones y conllevará, ente otras, la compra de aviones F-35, submarinos Scorpene, fragatas FREMM, sistema MICA de defensa aérea y contra misiles, sistema Iron Dome de protección frente a ataques con cohetes que tanto éxito ha tenido en Israel y aviones de Patrilla marítima P-8 Poseidón, superando en numerosas capacidades a las fuerzas armadas españolas.

Pero más graves para nuestra seguridad son las adquisiciones de Argelia. Sus dos elementos más perturbadores son los cuatro submarinos clase 636 de fabricación rusa más dos unidades que llegarán en breve a los que se suman los dos modernizados clase 877. Estos submarinos casi indetectables, son capaces de permanecer bajo superficie 45 días e incorporan cada uno cuatro misiles Kalibr. Este arma es sin duda la mayor amenaza a nuestra seguridad. Se trata de un misil de crucero con un alcance de 2.600 kilómetros y mach 3, capaz de transportar una cabeza nuclear a mil quinientos kilómetros de distancia. Un pequeño cambio en el escenario estratégico mundial, en especial considerando el conflicto de Ucrania, y nos podemos encontrar con la amenaza de Putin bajo nuestro país, con misiles nucleares balísticos que podrían ser lanzados a pocos kilómetros de nuestra costa, sin la más mínima capacidad de respuesta. Rusia ya ha lanzado decenas de estos misiles en la guerra en Siria con gran precisión después de recorrer miles de kilómetros y los hemos visto también en Ucrania.

El segundo sistema desestabilizador es el avión de combate SU-57, la joya de la corona de la aeronáutica rusa. Rusia ha otorgado a Argelia el privilegio de ser el único operador de su avión, con las catorce unidades adquiridas. Resulta difícil comparar las capacidades de los aviones de quinta generación, pero según los diversos análisis, el Rafale, y Eurofighter serían inferiores a este modelo que no hemos visto en las operaciones sobre Ucrania, para no sufrir una derrota similar a la que supuso para Estados Unidos la pérdida de un F-117, supuestamente invisible, en Serbia en 1999.

Dentro de este caos existen dos elementos adicionales muy peligrosos. Por una parte, que Argelia accediera a los deseos de Rusia de instalar una base naval en su territorio, apenas a unos doscientos kilómetros de España, lo que cobra sentido después de las amenazas de Putin; y que los paramilitares rusos de Wagner reciban soporte desde Argelia para sus operaciones en Mali, lo que significaría la presencia de estos mercenarios en la frontera entre el Sáhara, Mali, Mauritania y Argelia.

Argel debe entender que tiene mucho que perder en su alianza con Moscú. Su gas sólo puede tener como destinatario a Europa; no tiene, a diferencia de Rusia, otros vecinos a los que exportar, así que por mucha que sea nuestra dependencia, la suya de Europa es infinitamente mayor, y debemos aprovechar esta situación para impedir una deriva autoritaria y pro-Putin en Argel. Esta estrategia debería también permitir la distensión entre los dos vecinos. La colaboración internacional para acabar con los campos de refugiados, garantizar que el pueblo saharaui mantiene su identidad y derechos, y un gran programa de reconstrucción en el que España debe tener la voz cantante, ayudarán, sin duda, a la estabilización de la región más trascendental para nuestros intereses. Pero para que esta relación vecinal sea pacífica a largo plazo necesitamos recuperar una gran superioridad militar. Ésta será la mayor garantía de que la estabilidad será sostenible.

Nota: Diplomacia de precisión es un término acuñado por la ministra Irene Montero que define una forma de gestionar las relaciones internacionales. Es la culminación de una evolución de la política exterior iniciada con la matrimonial de los Reyes Católicos, Realpolitik de Bismark, del ping pong de Kissinger y la Ostpolitik de Willy Brandt. Desde Francisco Suárez y Francisco de Vitoria no se había producido una aportación española más excelsa al mundo de las relaciones internacionales.

Temas

En España

    0
    comentarios