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EDITORIAL

La infamia bilateral de Sánchez y los golpistas

La honradez política y la mera cortesía parlamentaria son dos principios a los que Sánchez es completamente ajeno.

El Gobierno se reunirá en los próximos días con los separatistas catalanes, en una segunda edición de la sedicente Mesa de Negociación y Diálogo creada por Sánchez para ceder a las exigencias de sus socios parlamentarios. La reunión de este órgano bilateral tendrá lugar en los últimos días del mes de julio, de manera que la oposición no tendrá apenas margen para valorar con eficacia mediática los contenidos de este encuentro, celebrado a pocas horas de que comiencen las vacaciones de verano.

Sánchez no hizo la menor mención a sus enjuagues con el separatismo en el discurso del estado de la nación, a pesar de que ésta es una cuestión que afecta de manera fundamental a la unidad nacional como elemento constitutivo de nuestro sistema democrático. El Gobierno tiene el deber de informar puntualmente a las Cortes de estas cuestiones para que se produzca el debido debate en la sede de la soberanía nacional, pero la honradez política y la mera cortesía parlamentaria son dos principios a los que Sánchez es completamente ajeno, pues todas sus acciones al frente del Gobierno de la nación van dirigidas única y exclusivamente a mantenerse en el poder.

El secesionismo quiere arrancar compromisos concretos del Gobierno a cambio de sus votos para aprobar los próximos Presupuestos Generales del Estado, los últimos del sanchismo y de cuya confección depende en gran medida que pueda llevar a la práctica el programa confiscatorio anunciado esta pasada semana. Así, Aragonès ya anunciado que exigirá poner fin a "la represión", eufemismo separatista para referirse al indulto de todos los procesados por los episodios de violencia callejera ocurridos en los últimos años, además de poner sobre la mesa la exigencia de un nuevo referéndum —ahora lo llaman "decidir el futuro"—, con el que tratará de llevar a buen término la secesión de Cataluña.

La mera creación de esta mesa de negociación partidista al margen de las Cortes Generales, del Parlamento de Cataluña y sin representación de más de la mitad del pueblo catalán, es otra felonía de un personaje capaz de cualquier vileza para tratar de agotar esta infame legislatura. Pero no estamos ante una reunión protocolaria; a través de estos encuentros van tomando carta de naturaleza los chantajes del separatismo, que el Gobierno acepta una y otra vez con una sincera convicción porque, como es público y notorio, ambos se necesitan: Sánchez para seguir en el poder y sus socios para mantener viva la intentona golpista de la que pronto se cumplirán cinco años.

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