
El de Pedro Sánchez es un caso extraordinario de desahogo y chulería, además de una considerable exhibición de ausencia de empatía. Con los precios de los productos esenciales desbocados y los ciudadanos haciendo contorsiones para llegar a fin a mes, va nuestro hombre y se quita la corbata al tiempo que despacha un discurso entre greta y cuqui sobre las temperaturas de los centros comerciales y su huella en el presunto cambio climático. Sánchez interpreta la ausencia de un rechazo coordinado y audible en sus medios como una muestra de asentimiento.
Además, el hecho de que cada vez que pisa la calle en España alguien o casi todos le digan "inútil" y cosas peores puede haber activado una suerte de mecanismo interior mediante el que piense que el "pueblo" se merece la pérdida de poder adquisitivo por no alabar sus medidas, todas ellas tan envueltas en abultados paquetes como descabelladas, lesivas, contrarias al bien común y al progreso de la economía productiva.
A él le va más la economía extractiva y por eso no tiene empacho en dilapidar los recursos del Estado, que son públicos y no del PSOE y de Unidas Podemos, en exhibiciones aéreas a bordo de aviones Falcon y helicópteros superpumas. El hombre vive como si fuera un potentado caribeño a costa de los bolsillos rotos de los contribuyentes. Viaja en contaminantes pero cómodos artefactos y ahora pretende dar lecciones de estilismo indumentario y ambiental. O sea, que el tipo se quita la corbata mientras los demás nos apretamos el cinturón.
Y no contento con eso, exige a los ciudadanos sacrificios mientras mantiene en el Gobierno a una cuadrilla de indocumentados e indocumentadas que derrochan el dinero en campañas como la de los cuerpos de las mujeres en las playas. Del cartel a favor del sobrepeso y contra la depilación se ha dicho todo y es poco. En resumen, la "artista" usó imágenes sin permiso y las alteró para que una mujer con una prótesis en la pierna apareciera como una ninfa con pelos en el sobaco y a una señora de cierta edad que ha sufrido una mastectomia completa le puso un pecho de regalo. Por no hablar del sentido, los objetivos y el coste de tal desatino.
Pero las verdaderas "artistas" son las que la contrataron y le han pagado un pastizal por el pastiche. La ministra Irene Montero debería haber sido cesada de inmediato por ese grosero insulto a todos los españoles y particularmente a las españolas. Campañas como la referida son constantes en un ministerio de Igualdad cuyos recursos tendrían que ser devueltos a los ciudadanos, no destinados a financiar con impropia generosidad las obsesiones enfermizas de una gente que ha perdido el sentido de la realidad. Si es que alguna vez lo tuvo.
Lo primero que debería hacer el Gobierno es aplicarse el cuento, consultar en un diccionario el significado del término "austeridad" y actuar en consecuencia. Es decir, cortar con todo gasto superfluo y ministerios como todos los de Unidas Podemos lo son. Pero no. La receta de Sánchez es marcar paquete, quitarse la corbata y girar a la izquierda peronista y chavista para destruir las instituciones de la democracia en España y la economía también. Prueba de tan acusada línea demagógica es que diga que los delincuentes socialistas Chaves y Griñán no se lucraron con los ERE andaluces. Pero es que cuando se dirige al "pueblo" no habla para los ciudadanos, sino para los corderos.