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Pedro de Tena

'Vox nihili' o la di-lapidación inexplicada

Se está poniendo en peligro un gobierno del centro derecha, más o menos liberalizante en España, capaz de echar a Pedro Sánchez y su cohorte.

Se está poniendo en peligro un gobierno del centro derecha, más o menos liberalizante en España, capaz de echar a Pedro Sánchez y su cohorte.
El líder nacional de Vox, Santiago Abascal, con Macarena Olona y Javier Ortega Smith la noche del 19J. | EFE

Hay amigos que me afean que haya tardado tanto en escribir sobre el víboron –lo de culebrón es insuficiente—, que envenena los sueños de los seguidores de Vox y pone en cuestión todas las encuestas que hasta ahora daban la mayoría absoluta al centro derecha formado por PP, Vox, los restos de Ciudadanos y algunos partiditos más en las próximas elecciones fijadas ya para diciembre de 2023. No tengo excusa, aunque sí argumento. He estado esperando, como se constata ahora sin fundamento, a que alguien, fuese Macarena Olona o Santiago Abascal o alguien de la dirección nacional de Vox, diera una explicación sobre este laberinto caótico y la identidad del minotauro que los devora. Como siempre he defendido el derecho de Vox a la existencia política, exijo ahora el cumplimiento de su deber de explicarles a los varios millones de sus votantes españoles –muy especialmente de los andaluces—, qué ha pasado, por qué y si hay culpables del desbarajuste.

A todos los hechos conocidos, que no explicados, sumaré dos, no tan visibles. La organización interna de Vox, siempre en el modo ordeno y mando o si se quiere en el estilo manu militari, ha promovido un gran descontento entre sus bases, sobre todo, sus bases primigenias que sacrificaron su comodidad para dar cuerpo a un partido de alto riesgo personal. Por ejemplo, el núcleo originario de Sevilla fue laminado de un plumazo antes de las pasadas elecciones del 19 de junio de este año. Otro más. Poco después, en julio de 2022, dimitieron 18 miembros de la Vicesecretaría Jurídica de Vox Málaga, nada menos, por la fulminante destitución de José Luis Cortés como vicesecretario provincial. Y hay más.

A estas alturas, no cabe duda de que se ha producido un gran encontronazo entre la dirección nacional o algunos de sus miembros y la hasta no hace mucho portaVox parlamentaria y martillo pilón del gobierno social-comunista-separatista, Macarena Olona. Tan grave tiene que haber sido que sus consecuencias pueden serlo aún más. Pero fíjense en que no puedo más que inducir tal hipótesis de los acontecimientos que han salido a la luz pública. De hecho presumo que los episodios han debido ser muy sonados aunque permanecen en la más hiriente oscuridad por la falta de respeto de sus protagonistas hacia la sociedad española en su conjunto.

Muchos aprovechan la ocasión brindada por el destino para zurriagar a Vox o garrotear a Macarena Olona, según el día y los paganinis. Por ello, en el título de este artículo se juega con la palabra lapidación, apedreamiento doble, di-lapidación, y con el significado de dilapidar, esto es, despilfarrar absurdamente un capital político que pertenece, no a los autores de este disparate, sino a los muchos que quieren y queremos corregir el rumbo desnortado de la nación.

¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para que la otrora clara y distinta Macarena Olona nos ofrezca una explicación ordenada, sucinta y veraz, como las que prodigaba en el Congreso, de lo que ha ocurrido y que la ha conducido a perpetrar una imperdonable espantá ante los 496.618 andaluces que la votaron el pasado mes de junio y ante los 3.656.979 españoles que votaron a Vox en 2019? ¿Cuánto más hay que soportar la ley del silencio promulgada por la cúpula que dirige Santiago Abascal y gestiona Ortega Smith acerca de lo que realmente ha sucedido entre los gimoteos de Iván Espinosa de los Monteros despidiendo a Olona de su papel estelar en la política nacional hasta la extraña conducta de la excandidata andaluza en las últimas semanas, con Mario Conde de apóstol resucitado en su iluminado camino?

Tiene que explicarse, por todos los implicados, quien instigó la venida de la "paracaidista" Macarena a Andalucía –el sustantivo es de ella misma—; quién fraguó su absurda campaña electoral a pesar de la cual Vox ganó dos escaños, qué dolencia fue esa que duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio, por qué se acepta ser portaVox en el Parlamento andaluz un día y se propina un desplante al poco tiempo y así sucesivamente hasta aclarar qué, quién y por qué están detrás de este espectáculo que puede convertir a Vox en Vox nihili, una voz de nada, otro fantasma político como lo fue Ciudadanos, anonadado por sus propios actos. Desde mayo de 2022, precampaña andaluza, Vox ha descendido varios puntos en las encuestas serias –del CIS no hablamos—, estando a punto ya de bajar del 15 por ciento y los 45 escaños. Y cayendo.

Se está poniendo en peligro un gobierno del centro derecha, más o menos liberalizante en España, capaz de echar a Pedro Sánchez y su cohorte de insensatos de La Moncloa, que nos están arruinando. El PP del "cordial" Feijoo debería comprender que un deterioro acelerado de Vox no le va a dar sus votos, ya tan decepcionados que irán a parar previsiblemente a la abstención. Si ello es así, a lo mejor el centro derecha no suma una mayoría suficiente y tenemos una segunda edición de social-comunismo-separatismo, que no desperdiciará la ocasión de acabar con la España que necesitamos como el pan de cada día.

Y desde luego, Vox y Olona deben asumir que, si no ofrecen información veraz sobre el cataclismo que han protagonizado, ambos caminarán por la senda que conduce a la nada con todo merecimiento.

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