
El Gobierno de Pedro Sánchez y el PSOE afrontan el año electoral con el reto de sembrar la amnesia en el conjunto de la sociedad española. Como la memoria colectiva es sumamente quebradiza, los socialistas consideran que todas las tropelías y atrocidades perpetradas por el Ejecutivo con sus socios habrán quedado en el olvido. La habilidad de los estrategas socialistas al respecto es proverbial. No tienen más que sacar a pasear el cadáver de Franco o el de José Antonio y asunto despachado. La cortina de humo tapa la amnistía encubierta a los golpistas, el asalto al Poder Judicial, la prohibición del 25% de español en la enseñanza obligatoria, la sentencia de los ERE andaluces y todo aquello que durante el infausto 2022 político ha marcado el sesgo de las encuestas.
Sustanciadas las concesiones a los separatistas, los tratos con los portavoces filoetarras, el fiasco de los fondos europeos, la inflación y demás carpetas conflictivas, 2023 traerá a la cartelera política a ese PSOE que los más ingenuos, despistados o ignorantes llaman PSOE auténtico, un partido de Estado socialdemócrata y español, nada que ver con la verdadera naturaleza de la formación, capaz de vender al diablo la unidad nacional, la igualdad entre españoles y la misma democracia.
El "giro socialista" es inminente y obligado por razones electorales de peso. Los barones regionales del partido echan pestes de Sánchez mientras el ministro dinamitero Félix Bolaños niega que en Cataluña se vaya a celebrar un referéndum. El 1-O de 2017 sigue siendo delito, proclama el hombre que susurra en la oreja de Sánchez. Volverá el PSOE de las esencias igualitarias, de la justicia social, de los equilibrios territoriales, ese partido que no es más que una maquinaria de poder sin alma ni fundamento, una agencia de colocación de parientes, amigos y compañeros sectarios. Las elecciones municipales y las autonómicas están a la vuelta de la esquina y el PSOE tratará por todos los medios de que esas citas no se conviertan en unas primarias sobre el desempeño de Sánchez en una legislatura marcada por las barbaridades contra la libertad con la excusa de la pandemia y la amnistía a los golpistas.
Prepárense para escuchar a los dirigentes socialistas de Cataluña proclamas a favor del bilingüismo cuando han colaborado en el flagrante y obsceno incumplimiento de la sentencia del 25% de español en las escuelas. O negando que se vaya a hacer un referéndum. Prepárense también para oír los denuestos de los barones y baronesas de la casa grande de la hipocresía contra la ley a favor de los violadores o contra esa otra que promueve la castración de los adolescentes. Verán también como cargan las tintas contra los corruptos para tapar la rebaja de la malversación que beneficia a los junqueras, griñanes y puigdemones.
Los dirigentes socialistas son, en líneas generales, unos actores consumados, especialistas en el arte del postureo y el engaño, de la finta dialéctica y el quiebro retórico. Y no por reiterado es menos asombroso el espectáculo de los candidatos y candidatas del PSOE. Con toda seguridad, conseguirán que amplios sectores del electorado crean que la reforma del Código Penal al gusto de golpistas, corruptos y violadores ha sido culpa del PP y Vox mientras Sánchez proclama que ni gobernó ni gobernará con comunistas resentidos, catalanistas supremacistas y filoterroristas.
