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Pedro Gil Ruiz

Nos distraen 158 millones en propaganda

El año 2022 cerrará con una recaudación récord, un 16% de incremento sobre 2021, unos 700 millones al día.

El año 2022 cerrará con una recaudación récord, un 16% de incremento sobre 2021, unos 700 millones al día.
Pedro Sánchez. | Cordon Press

Recientemente, el Ministerio de Hacienda filtró a algunos medios de comunicación su propósito de realizar una acción masiva de publicidad para "sensibilizar a la población sobre el valor social de los impuestos". ¡Vaya novedad, dirán ustedes! Todos los años la Agencia Tributaria lanza una campaña similar. Desde 2021 su coste y su propósito no han cambiado: "La necesidad de cumplir con las obligaciones fiscales". En septiembre del pasado año, el Ministerio del Tiempo que dirige el señor Bolaños daba a conocer las Campañas institucionales de contratación anticipada para el 2023. Un total de trece con un importe de 53 millones de euros. La primera por orden de aparición es la de Hacienda: 9 millones para "sensibilizar". Seguida por la DGT: 11,1 millones para "concienciar a los ciudadanos".

No es baladí esta distinción entre "sensibilizar" de Hacienda y "concienciar" de la DGT. Esta última pretende que seas consciente de tus actos y sus consecuencias. Hacienda busca que seas sensible, que seas capaz de experimentar sensaciones. Es sabido que la congoja o el miedo son sensaciones asociadas a las comunicaciones de ‘La Agencia’.

El año 2022 cerrará con una recaudación récord, un 16% de incremento sobre 2021, unos 700 millones al día. "Gracias, contribuyente. En 2023 queremos más". Esto sí es propaganda consecuente. Pero esa exclusiva ñoña que la ministra M.ª Jesús Montero endilga a quien, por desidia o interés, se la compra, tiene truco. Es año electoral y cualquier cambio en los parámetros habituales de la Campaña de la Renta busca el interés del Ejecutivo. No es casual que el Ministerio de Sanidad haya destinado 1.160.000€ a destacar "el valor de la atención primaria". Es la primera vez que se realiza y coincide con un año de movilizaciones dirigidas contra el Gobierno de la Comunidad de Madrid, con la atención primaria como el precipitador de las huelgas.

Sea como fuere, nos da pie para conocer en qué se gastó la coalición de gobierno social-comunista los 158.348.753€ que tenían dispuestos en 2022 para hacernos saber "las cosas chulísimas que hace este Gobierno", en frase super acertada de la mejor ministra de Trabajo del mejor gobierno de la democracia ¿Cuáles han sido las prioridades del Gobierno?

Juzguen ustedes: para propaganda del aguinaldo de 400€ que ‘Su Sanchidad’ concedió a los jóvenes que cumplían 18 años en 2022, el Ministerio de Cultura destinó 5 millones de euros. Frente a esta millonada, 29.990 en acciones publicitarias para "aumentar el prestigio y reconocimiento social de las personas galardonadas con los Premios Nacionales de jóvenes investigadores, contribuyendo a poner en valor [sic] el papel de la ciencia y el trabajo realizado por los científicos españoles, así como fomentar la vocaciones científicas". Cuanto menos dinero, más palabrería. La dotación máxima de estos premios es de 300.000 euros [orden CIN/543/2022] y se distribuyen entre diez modalidades.

El Ministerio de Consumo dispuso de 1.120.000€, prácticamente cuatro veces más que lo destinado a premiar a los jóvenes investigadores. El señor Garzón, secretario general de IU y miembro del PCE, además de ministro, gastó 300.000€ para decirnos lo importante que son las decisiones de "consumo responsable"; otros 300.000€ en hacernos comprender lo super que es el "consumo sostenible". Promover "los derechos de las personas consumidoras": 260.000€. ¿Y los hábitos saludables?, otros 200.000€. El negociado de Consumo despidió el año con un original video: "Presume de armario sostenible". Su coste: 57.632€. En la presentación de la campaña, Garzón compareció con su conocida sudadera de la comunista RDA y animó a los jóvenes a adoptar el traje Mao como compromiso con el planeta. Alguno de los extras portaban carteles con el lema "Zara Go Home". Entonces despertó. Arrellanado en el mullido asiento del coche oficial.

Sigamos con las prioridades propagandísticas. No satisfecho con despilfarrar 5 millones en el "bono cultural", el ministro Iceta destinó 3.600.000€ para el "Renacimiento Cultural", que es algo así como proclamar que los hombres y mujeres del sector cultural son unas personas fantásticas. Sin embargo, promocionar el Xacobeo no lo debe ver claro y lo despacha con 4.538€ [no hay error, cuatro mil quinientos euros]. La ministra de Defensa echó el resto en el capítulo de conmemoraciones. Lean ustedes: "Difusión de la conmemoración del V Centenario de la Expedición de la primera vuelta al mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, dando a conocer a la sociedad la importancia de este trascendental hecho histórico": 50.000€.

Si usted, amable lector, es de los que "no alberga esperanza en el futuro y considera que este puede ser catastrófico", motivos tiene, ha de saber que gracias a la Agenda 2030 nos esperan años de dicha. Se lo dice la ministra Belarra y, aunque en ocasiones su rictus no favorece el mensaje, esta vez va en serio, se han gastado 1.790.000€ en la campaña "Un país mejor con la Agenda 2030".

Una de las partidas más desconcertantes la firma la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y se propone fomentar la higiene de manos. Está dotada con 14.000€ su ámbito es nacional en los idiomas castellano, catalán, euskera, gallego y valenciano. Sale a 2.800€ por idioma.

¿Propaganda en ciberseguridad y recortes en protección? El mayor presupuesto del año 2022 se destinó al Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital que dirige, de escabechina en escabechina [de altos cargos], la ministra Calviño. 22.918.750€ "para la concienciación en ciberseguridad. Con especial atención se destinarán al colectivo de familias y menores de edad". Una impertinente coincidencia hizo que los mismos presupuestos que aprobaban esta cuantiosa campaña, redujesen en 67 millones [un 26,4%] la dotación al INCIBE para su actividad ordinaria, que pasaba de 253 millones en los Presupuestos Generales del Estado del año 2021 a 186 en los de 2022.

Recordaran el ataque contra el Servicio Público de Empleo (SEPES) en marzo de 2021, cuando gestionaba los pagos a cientos de miles de trabajadores en expedientes de regulación temporal de empleo o el producido en la segunda quincena del pasado mes de octubre, en el que resultó afectado el Punto Neutro Judicial (PNJ), la red de telecomunicaciones que conecta a los órganos judiciales con otras instituciones del Estado y que se gestiona desde el órgano de gobierno de los jueces. Han sido los más destacados de los cerca de 70 ataques contra nuestras administraciones públicas. Mientras los ciberataques se incrementan en cantidad y peligrosidad, el Gobierno se gasta 23 millones en "concienciar a familias y menores de edad". Algún mal pensado podría mascullar que el Gobierno busca endosar a los ciudadanos su calamitosa gestión en esta materia.

Otra más, el Centro de Operaciones de Ciberseguridad (COCS) se activó con urgencia tras la crisis de las escuchas telefónicas provocada por Pegasus, formalmente para aumentar las capacidades en este delicado asunto. Capacidades que se desplazan del Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT) dependiente del CNI (Ministerio de Defensa) a este nuevo organismo, el COCS dependiente de Economía. A saber por qué. Su presupuesto (5,2 millones en 2021; 3,9 en 2022 y 3,9 para 2023) no llega ni a la mitad de lo que se gasta en propaganda la señora Calviño en un ejercicio. Las prioridades están a la vista.

Y como sucede en La Republica de los Tontos, no pude haber un final sin esa ministra que, día a día, desciende peldaños en su insondable tristeza. Irene Montero se empeñó en amargarnos las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, ella debe festejar el solsticio de invierno, el de San Juan El Evangelista. "Para unas fiestas más corresponsables" se llamó la pieza en la que a una tal Charo, con aspecto de protagonista de la película La Comunidad de Álex de la Iglesia, solo le faltaba agarrar el cuchillo de trinchar y liarse con su familia. Una amigable despedida de un año que premió con 19,5 millones, el segundo presupuesto más alto de todos los Ministerios, la impagable labor del equipo de Igualdad en esa infatigable lucha por convertirnos en los deltas y gammas del Mundo Feliz de Huxley.

A finales de mayo, los servicios de propaganda de La Moncloa comunicaban gozosos el alumbramiento "desde una perspectiva positiva y luminosa: el lanzamiento de la primera campaña en la historia de un Gobierno de España específicamente diseñada para poner en valor la diversidad sexual". Su coste no se indicaba en la nota de prensa: 10.700.298€. La segunda campaña más cara de las programadas por el Gobierno para 2022 y duraría todo el año. No nos íbamos a salvar.

Por primera vez, resulta incomprensible que nadie, ni José Luis Rodríguez Zapatero, se hubiese percatado de que en nuestra sociedad hay personas con su propia sexualidad, suya personal e intransferible. Ante tal dejadez, la coalición de socialistas y comunistas ha trabajado sin descanso. Esa diversidad es una circunstancia muy nuestra que todo el mundo debe conocer. En España, además de la paella, el cocido, las patatas revolconas o el bacalao con tomate, conviven personas con la sexualidad que les da la gana y además tienen los mismos derechos y deberes. En esto, bueno, en lo de los platos no, se han gastado cerca de 11 millones del contribuyente.

Pero, en su condición de vanguardia woke, que ya no del proletariado, el comunismo que controla el Ministerio de Igualdad, atento a la realidad social, nos hace saber que en ese "amplio abanico de identidades sexuales" también hay diferencias. "Para ello se muestra igualmente la diversidad dentro de la diversidad sexual y de género, no solo dando protagonismo a un amplio abanico de identidades, sino también evidenciando las diferencias étnico-raciales, corporales o de edad que en el colectivo LGTBI se dan con la misma frecuencia que en la propia sociedad". Traduciendo: los españoles y españolas conoceremos gracias a esta campaña que hay homosexuales gordos [perdón: cuerpos no normativos] y flacos. Que en el colectivo LGTBI+, en todos sus géneros y subgéneros [son varias decenas según Identiversity.org] hay personas altas, bajas, mayores o jovencitos, con juanetes o barriga. La verdad es que nunca lo hubiéramos imaginado. Y después, algunos se preguntarán para qué sirve la ministra Montero y su fiel escudera Pam. Este año más y mejor.

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