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Agapito Maestre

Moción en la calle

La moción de censura de Vox será un buen estímulo para crear un debate nacional sobre la viabilidad de la democracia con partidos autoritarios.

Nadie puede prever en política cuál será la calidad democrática de la moción de censura presentada por Vox contra el Gobierno de España, entre otras razones, porque no existe un acto político de carácter democrático que preexista a la acción conjunta de los participantes en el Congreso de los Diputados. Otra cosa es que ya podemos valorar la actitud de los líderes de los partidos que no quieren saber nada de la moción presentada. El caso del señor Feijóo es de manual para evaluar su estatura política, o sea, para hacer depender su estrategia política de algo que no es política, por ejemplo, economía, pillería, o tacticismo de cartón-piedra y mucho tópico de la región gallega. Sí, el jefe del PP fijó su posición sin esperar al acto político. Esta actitud refleja un cierto desdén, por no decir un desprecio inequívoco, por la vía del discurso político.

La decisión abstencionista de Feijóo dista de ser clara y precisa. Es obscura. Espero que no roce lo tenebroso, aunque nadie puede prever nunca cuáles sean los pactos entre bambalinas que pudiera haber entre PP y PSOE. Lo cierto es que el PP sin atender a las posiciones de los diferentes grupos políticos optó por la vía de la deslegitimación de la moción de censura, que siguieron como corderos degollados las terminales mediáticas de la "derecha sin remedio" y, paradójicamente, la "izquierda de siempre", o sea la totalitaria. Unos y otros, cabeza con cabeza, han intentado deslegitimar, seguramente, la moción de censura más y mejor fundamentada de la historia reciente de España. Creo que en buena medida las ovejas mediáticas han conseguido ese objetivo, naturalmente, con la colaboración del ególatra Tamames y las torpezas de un partido en formación, como es Vox, lleno de vanidosos y listillos.

Pero todo eso es ya agua pasada. Lo decisivo ahora, a la espera del acto propiamente político, es repasar la legitimidad moral y política de la moción presentada. La exposición de motivos del texto de la moción de censura al Gobierno de España son claros y transparentes. Pedro de Tena los resumió aquí, hace unos días, con su eficacia y rigor acostumbrados. Recordarlos siempre es bueno para que la ciudadanía, o sea, para que los buenos españoles preocupados por crear bienes en común, no se dejen persuadir por las patochadas de la "derecha sin remedio", un PP acomplejado, que mira para otro lado ante el hecho trascendental de que Sánchez está imponiendo un régimen político de corte autoritario.

Sí, el Gobierno de socialistas y comunistas, apoyado por los separatistas vascos y catalanes, tiene que ser censurado, entre otros mil motivos, por estos diez: Primero, ha cometido fraude al electorado, al que ha mentido en campaña electoral diciendo que no pactaría con Unidas Podemos, ni con la izquierda golpista de ERC ni la extrema izquierda filoterrorista de EH Bildu. El precio a pagar ha sido, en segundo lugar, el abandono de las víctimas, el blanqueamiento de los asesinos y su acercamiento, indultos a los golpistas y la modificación del Código Penal ad hominem para favorecer a los dirigentes y, de paso, a los condenados por corrupción. En tercer lugar, ha arrinconado civil y políticamente a más de la mitad de las poblaciones vasca y catalana. En cuarto lugar, no ha cesado su violencia política contra los partidos de la oposición e intentos de deslegitimación. Un quinto motivo para censurar al Gobierno reside en su utilización de todo tipo de trampas, leyes y acciones para reescribir la Historia de España enterrando unos crímenes y desenterrando otros. Este Gobierno debe ser censurado, en sexto lugar, por la Declaración inconstitucional e ilegal de estados de alarma durante la pandemia con encerramiento indebido de españoles en sus casas y cierre del Parlamento. En séptimo lugar, el Gobierno ha asaltado los contrapoderes del Estado: Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado, instituciones como el CIS, entidades públicas como la RTVE y la SEPI y empresas como Indra Sistemas, encargada de los recuentos electorales. El desmerecimiento de la figura del Rey como antesala de la abolición de la monarquía y, con ella, de la unidad nacional llevada a cabo por el Gobierno es otro motivo para censurarlo. La aprobación de leyes ni suficientemente meditadas, ni adecuadamente consultadas con los sectores afectados, ni rigurosamente redactadas, que han provocado y van a provocar dislates judiciales como reducciones de penas a agresores sexuales, reclamaciones y desvaríos es el noveno motivo de censura. Y, por terminar aquí, se debe censurar el Gobierno por el aumento desorbitado del gasto improductivo, la aplicación implacable de una política fiscal confiscatoria, grave pérdida del poder adquisitivo por aumento de los precios y peligro para las pensiones.

La moción de censura de Vox, en fin, contra el Gobierno está absolutamente legitimada y, además, será un buen estímulo para crear un debate nacional sobre la viabilidad de la democracia con partidos autoritarios. No será, pues, la moción de censura un acto pintoresco de la España negra y menos un "esperpento", según ha sido presentada por la "derecha sin remedio" y la izquierda totalitaria.

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