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Emilio Campmany

ETA en campaña

Estando la ETA derrotada, ZP la llevó a la esquina del ring y la resucitó para convertirla en un partido político con el que sumar una mayoría.

Estando la ETA derrotada, ZP la llevó a la esquina del ring y la resucitó para convertirla en un partido político con el que sumar una mayoría.
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con el actual presidente, Pedro Sánchez. | EFE

La ETA no se ha ido. No se trata sólo de que sus víctimas no puedan, como es lógico, olvidar el daño que les hizo. No es sólo que la sociedad española haya quedado marcada a hierro y fuego por las bombas lapa, el tiro en la nunca y los coches bomba, esos cobardes actos que muchos independentistas vascos rememoran como heroicos a pesar de la infame cobardía de quienes los cometieron. No sólo hiere en lo más profundo que algunos compatriotas honren a esos cobardes con homenajes o traten de presentarlos como víctimas. Todo eso es de alguna manera inevitable. Lo más terrible de esta verdad no es por tanto que haya cobardes independentistas vascos que entiendan, justifiquen o incluso aplaudan a otros independentistas vascos, tan cobardes como ellos, que asesinaron en nombre de una patria que, si existe, debería avergonzarse de unos y otros hijos. Lo terrible es que haya un buen número de españoles de izquierda que consideren a esos cobardes unos aliados legítimos en los que apoyarse para vedar el acceso de la derecha al poder. Y eso no es sólo cosa de comunistas, siempre tentados de justificar "su" violencia con sus elevados objetivos de igualdad por la miseria. Eso no es cosa de independentistas catalanes, incapaces de pagar de su peculio un poquito de lo que cuesta la independencia de la nación que dicen amar, pero siempre listos para jalear las villanías que ellos no se atreven a cometer. Esto es cosa sobre todo de socialistas, socialistas del PSOE.

Cuando el PSOE de Zapatero negoció con la banda el cese de la lucha armada, no lo hizo para que dejara de matar. La ETA ya había sido derrotada por Aznar, que es verdad que dijo muchas tonterías hipnotizado por la ilusión de una paz negociada. Cuando el espejismo se disipó y se convenció de que ETA nunca pactaría, se fue a por ella con la ley y la fuerza del Estado de Derecho, no como el PSOE de González, que lo hizo creando una organización criminal que, en vez acabar con la ETA, se dedicó a saquear los fondos reservados del Estado. Estando la ETA tirada en la lona, derrotada y desahuciada, Zapatero tocó la campana, la llevó a la esquina del ring y la resucitó para convertirla en un partido político con el que sumar una mayoría que cerrara el paso a la derecha. La mayoría absoluta de Aznar en 2000 les convenció de que lo mucho que los socialistas habían robado, además de asesinar y secuestrar, hacía imposible que lo de 1982, cuando a tanta gente engañaron, se repitiera. Y descubrieron que necesitaban asociarse con lo peor de cada casa para alcanzar de vez en cuando el poder. Y eso es lo que hicieron, incluida ETA, a la que había que sacar del ataúd y llevarla a los escaños del Congreso y del Parlamento vasco para poder redondear esa nueva mayoría de "izquierdas" que incluye a todo aquel que odie a España. Se trata de evitar que un PSOE sepultado en estiércol sea sustituido por otra izquierda algo menos maloliente, como en Italia o en Francia. No es cosa de Zapatero, ni de Sánchez. Es cosa del PSOE.

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