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Cristina Losada

El "gallina" de Yolanda y Pablo

La farsa lleva el lema "Tú decides", cuando "tú", o sea, el afiliado, no decide nada en absoluto.

La farsa lleva el lema "Tú decides", cuando "tú", o sea, el afiliado, no decide nada en absoluto.
Las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales y Agenda 2030, Irene Montero e Ione Bellarra (i), durante el pleno celebrado este jueves en el Congreso. | EFE

La dirección de Podemos convoca una consulta a las bases sobre la juntanza o no con Sumar para no consultarles nada. Porque las bases no van a decidir si hay que ir juntos o por separado. El meollo del asunto se les hurta y la decisión no será suya. Lo único que se les pregunta es si aceptan que la cúpula negocie con Sumar y, si le da por ahí, acuerde una alianza con el yolandismo. La cúpula podemita ya estaba negociando con Sumar sin el permiso expreso de las bases, de modo que pedir autorización para negociar en los últimos minutos y a contrarreloj es pura mascarada.

La farsa lleva el lema "Tú decides", cuando "tú", o sea, el afiliado, no decide nada en absoluto. No se concede ningún poder decisorio a los mindundis para determinar si el partido va a presentarse en solitario o bajo el paraguas de Yolanda. Ese poder se lo reserva la cúpula. Pero en lugar de asumir íntegras la responsabilidad y las consecuencias, los dirigentes podemitas usan de forma torticera un procedimiento de democracia interna como vía de escape. Traducido: "Si lo que decidimos no os gusta o sale mal, no protestéis, porque os consultamos". Da igual que no se les consultara lo importante; pueden decir y dirán que hubo consulta.

En partidos convencionales que no son tramposos, las decisiones sobre pactos y alianzas las toma la dirección y se someten a la votación de los afiliados. Es la secuencia adecuada. Primero, la propuesta de la dirección, debatida y acordada en el órgano correspondiente. Después, la ratificación o desautorización de las bases, con un resultado que ha de ser de obligado cumplimiento; si no, mejor ahorrarse la consulta. Todo justo al revés de lo que hace Podemos, que no lo hace al revés sin saber lo que hace.

Cuando dio sus primeros pasos como partido, los fundadores prometieron que no sería un partido de arriba-abajo, como los demás. Iban de democracia directa, de círculos, de consultas, rituales con los que aparentar que el partido funciona de abajo arriba. Pero la realidad era muy otra. Han mantenido los rituales, sí, pero desvirtuados y utilizados a conveniencia. Lo mismo ahora. Aunque esta vez la maniobra pretende algo más que blindar a la dirección. Se hace en medio de un juego del gallina, en el que los dos, Pablo y Yolanda, esperan que el otro se acobarde antes y salte. La consulta trampa de Podemos no revela nada, pero es reveladora. Cuando unos dirigentes se quieren reforzar antes de tomar una decisión trascendental, están indicando que van a hacer algo que no gustará, algo fuerte o algo suicida, como ir en solitario al 23-J. ¿Lo harán? ¿O quieren que el otro crea que van a hacerlo? Uno de los dos saltará antes y cederá. En lo electoral, ninguno se salvará de la caída.

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