La izquierda está a garrotazo limpio, como tantas otras veces. A Pablo Iglesias se le fueron poniendo en blanco y negro desdibujado los compañeros y compañeras de fotomatón. Puños y sonrisas le han ido desapareciendo hasta quedarse él mismo sin coleta, sin su emblemita personal, su garabato ideológico. Sic transit.
Después de muchas corrientes, fruto de una mezcla de vaguería, inoperancia y vanidad, la izquierda de la izquierda vuelve a buscar líder semanas antes de unas elecciones generales, lo que garantiza guerra sin cuartel y salpicaduras en Ferraz. Todo va a suceder a gran velocidad porque queda poco tiempo, pero el suficiente para que suceda cualquier cosa. No olvidemos lo que tardan en desaparecer, en volatilizarse, líderes y partidos que ya levantaban la barbilla buscando el aroma de los jardines monclovitas.
La cara como logotipo electoral fue idea de Pablo Iglesias, devoto del culto a la personalidad. Con él se propuso el voto a una palabra, "Podemos", y un icono, la barbita, la coleta. Una mezcla estudiada entre la campaña de Barak Obama y el símbolo —sin entrar en detalles— del Che Guevara. Un producto comunista. Difuminadas sus fuerzas, reclama el relevo a la fuerza Yolanda Díaz, una musa de sí misma que habla muy despacio, como quien espera recibir órdenes remotas por un pinganillo. Y claro, dice poco o nada. Parece que optará también por la vía icónica, el tirabuzón, la nariz aguileña o la mirada de comer limones, no está claro. Pero el logotipo de Sumar advertirá de quién es siempre más en la suma. Ella, Yolanda, su cara. ¡Qué cara!
¿Y la compañera de Pablo Iglesias o la propia Ione van a concurrir bajo la efigie yolandesa? ¿Por la cara? Imposible. Queda poco para salir de dudas y sólo hay dos salidas: revuelta o rendición.
Ione Belarra, secretaria generala de Unidas Podemos, trató de explicarse el viernes. Tras "saludar a todas, todos y todes", leyendo en una pantalla, sin prensa y, claro, sin preguntas, como si fuera el mensaje del Solsticio de Verano de la República, lanzó las cartas y los argumentos imposibles:
(…) Lo digo claramente: concurriremos a las elecciones generales con Sumar, esa decisión está tomada (…) Me veo, no obstante, en la obligación moral de trasladaros algunas cuestiones importantes.
La primera es que desde el equipo negociador de Yolanda Díaz se nos ha trasladado que la presencia de Irene Montero en el equipo que concurra a las próximas elecciones generales es un obstáculo insalvable para alcanzar un acuerdo de unidad.
(…)
La segunda es que con la última oferta que nos hace el equipo negociador de Sumar, Podemos podría quedarse sin representación en el Congreso de los Diputados. Esto es algo que no nos parece justo.
Por todo ello, el consejo de coordinación de Podemos ha acordado en el día de hoy trasladar al equipo de Yolanda Díaz lo siguiente: que el compromiso de Podemos con la unidad es firme y que hoy la firma de Podemos en la coalición está garantizada, pero queremos llegar a un acuerdo justo.
Esperamos no llegar al último minuto para inscribir la coalición, el acuerdo puede darse en muy poco tiempo si hay voluntad por parte de Yolanda. Y también que no aceptamos ningún veto como parte de la negociación. Para preservar el cuidado de la negociación es absolutamente fundamental el respeto a los interlocutores. Muchas gracias".
No es que fuera a garantizar su firma si se cumplían condiciones; la garantiza pero pone esas condiciones. La garantiza pero no aceptará vetos… Al final firman pero pueden romper antes de que se cumpla el plazo para elaborar las listas (19 de junio) en las que la propia Belarra irá por detrás de Errejón en Madrid. ¿Y si rompen entonces? Pues ahí está el partido ese, registrado por error, pero registrado: "Juntas sí se Puede".
El escollo y la escolla
En julio de 2019, tres meses después de las elecciones en las que todavía existían Albert Rivera, su partido y Pablo Casado, el PSOE estaba en el NO a Pablo Iglesias. No podía ser que hubiera dos gobiernos en uno, que sería lo más probable si entraba como ministro el líder "gran jefe coleta morada". Con su mejor cara de pena y cuello Mao, compareció mirando a cámara:
"El PSOE dice que el único escollo que evita un gobierno de izquierdas soy yo. He estado reflexionando en estos días y no voy a ser la excusa para que el PSOE evite ese gobierno de coalición. Mi presencia en el consejo de ministros no va a ser el problema…".
Pero entre Carmen Calvo y Pablo Echenique no hubo precisamente química y la izquierda saltó por los aires. Se convocaron nuevas elecciones en noviembre del mismo año, y el escollo —cosas de las promesas de Sánchez— llegó a vicepresidente del Gobierno. Con él, posaron en la foto del Consejo de Ministros hasta cuatro morados más: Irene Montero, Yolanda Díaz, Alberto Garzón y Manuel Castells. Después llegó la pandemia.
Pero el poder y, sobre todo el deber, desgastaron enseguida a Iglesias. Diez minutos después del abrazo con Sánchez ya estaba cansado y buscando la forma de enredar: candidato a presidente de la Comunidad de Madrid en 2021. En el traspaso de carteras de la vicepresidencia todo fueron elogios entre Yolanda Díaz, Belarra e Iglesias. Se iba a combatir a la derecha allí donde se hacía necesario frenarla en seco. Como si él pudiera. El batacazo electoral de Iglesias en la comunidad fue colosal. Así que dejó la política. El escollo no quería ser tapón, y amarró el relevo:
"Dejo todos mis cargos. Yo no voy a ser un tapón para una renovación de liderazgos que se tiene que producir en nuestra fuerza política. Creo que Yolanda Díaz puede ser la próxima presidenta del Gobierno".
Con las hipotecas cubiertas —"…tengo una pareja con la que me puedo comprar, con mi dinero, la casa que me dé la gana", le dijo una iracunda Irene a una señora indignada— y bajo el mullido edredón de Roures, el fundador que no quiso ser tapón ve cómo ahora el escollo, o escolla, es Irene Montero. Que no la quiere Yolanda… la ungida por él.
La hidra
A partir de ahora pueden suceder varias cosas: que Iglesias y Belarra activen "Juntas sí se Puede" (alguno lo confundirá con "Caminando Juntos", de Olona) y resurja un ave fénix morado con los restos de un ex vicepresidente "escollo" y "tapón", una exministra condenada por el Supremo por llamar maltratador al marido de la presidenta de Infancia Libre y marcada por sus cobardes compañeros de Gobierno como autora de los peores desastres legislativos de la democracia y otra ministra… a la que no pone pegas la jefa de la cara. O bien que el sacrificio esté ya descontado y Podemos, sin Irene, asuma la nueva efigie por el bien de no sé qué. Y allí estarán junto a ilustres perdedores como Íñigo Errejón, Rita Maestre, Mónica García… gracias a la cara de Yolanda.
Lo que verdaderamente importa es cómo afectará esta guerra a los españoles. Desde luego, el partido que todavía es coalición de Gobierno con el PSOE está a punto de mutar en hidra, lo que hace muy difícil un futuro pacto. Para que Pedro Sánchez, al que se vota muy poco, sea presidente cada vez hace falta más gente y más variopinta.
Parece que está peor la izquierda que la derecha y eso es una oportunidad de oro. Cabe esperar que los restos electorales beneficien al PP, la alternativa sin duda más clara para llegar al Gobierno.
No caigamos en más trampas. Hay que votar. En persona o por correo. No hay excusas.