
A José Luis Rodríguez Zapatero lo arrojaron por la ventana de Ferraz, 70 un 28 de mayo de 2011. El PSOE había sufrido una contundente derrota en las elecciones municipales y autonómicas celebradas seis días antes. Zapatero reafirmó su intención de agotar la legislatura para culminar las reformas emprendidas: "La derrota electoral no debe cuestionar el trabajo del Gobierno cuyos resultados están aún por llegar… El respeto de los tiempos y de los mandatos políticos me parece bueno para nuestro sistema democrático".
Después maniobró para que se convocaran primarias y poner a Carme Chacón al frente del partido. José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba lo impidieron. Los socialistas vascos desafiaron al secretario general pidiendo un Congreso Extraordinario, que hubiese supuesto su dimisión automática. Guillermo Fernández Vara se sumó a la propuesta de Patxi ‘Nadie’ López y se encargó de la autopsia de Zapatero.
Defenestrar a un secretario general socialista y presidente del Gobierno no es ni habitual, ni tarea fácil. En el PP a su presidente, solo del partido, se lo ventilaron en una sesión. Si en algo coinciden los aparatos partidistas de socialistas y populares es en la probada lealtad de sus componentes. En Vox no les dan opción a ser desleales, los purgan antes.
Las declaraciones del entonces presidente Zapatero negando la conveniencia del adelanto electoral vienen a cuento por lo que ha manifestado recientemente. Preguntado en la edición española del Izvestia por su opinión acerca del adelanto electoral, respondió: "Me pareció una decisión inteligente, valiente y profundamente democrática. Porque es verdad que las elecciones locales y autonómicas tuvieron una interpretación de cuestionamiento de la mayoría política que gobierna España y la reacción es impecable".
Zapatero ha evolucionado a mejor desde que estrechó su relación con el presidente Maduro ("Acá están seguros de que las firmes convicciones democráticas del doctor Maduro han influido en el expresidente español"). Quizá sea por eso que, si en 2011 no era conveniente adelantar elecciones, hoy sí lo es. Cuando Zapatero cuenta una trola esta viene acompañada de un efecto anestesiante. Provoca indefensión en el auditorio. Por eso es tan letal.
Lo es cuando defiende vehemente los derechos políticos de los filoterroristas: "Es un gran logro democrático que Bildu esté participando en las Instituciones, un gran logro de España porque los votantes de Bildu pueden comprobar que esta democracia no les excluyó. Ni les margina, ni les marginará, si respetan las leyes".
Miente Zapatero y él lo sabe. Hasta el 27 de marzo de 2003 las diferentes marcas del entramado político etarra (Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna) participaban en las Instituciones democráticas. Tanto participaban que Josu Ternera fue parlamentario vasco desde 1998 a 2005. Es en esa fecha cuando el Tribunal Supremo las declaró ilegales. "Estos partidos mantienen una ‘unidad real’ con ETA", afirmó el Supremo. Meses antes de que se ilegalizarán, en 2002, Jesús Eguiguren y Arnaldo Otegi ya habían fijado "un compromiso de partida que define el conflicto como político y subraya la voluntad mutua de llegar a un acuerdo resolutivo". Lo detalló Gara en su edición del 18 de mayo de 2007. Un total de 25 encuentros, el primero en 1999, habrían mantenido los dirigentes socialistas con miembros de ETA antes de la tregua de 2006.
Los que habían sido expulsados de la vida política democrática por la Ley, volvieron de la mano del PSOE cuando ETA estaba derrotada. Eso es lo que le tenemos que agradecer.
Donde se observa la benéfica influencia que el trato con los autócratas hispanoamericanos ha tenido en Zapatero, convertido en el más destacado y desatado propagandista del presidente —"Muchos se lamentarán de los ataques a Sánchez"—, es en su concepto de la lealtad partidaria. "Siempre apoyas al PSOE, porque está por encima de todos nosotros. La explicación de nuestros años de historia es la lealtad. Tienes que ser humilde y tienes que saber que lo que eres se lo debes al partido. Tienes una deuda moral con el partido socialista", afirma en la citada entrevista.
En la película La confesión, cuando la policía política a las ordenes de Moscú irrumpe en la casa de Lise (Simone Signoret), mujer del viceministro Artur London (Yves Montand), está les recrimina: "El partido siempre tiene razón, tiene que haber un malentendido. La verdad resplandecerá". Desconoce que su marido, un dirigente comunista checoslovaco, ha sido detenido y está siendo torturado. "Soy el viceministro…", se desespera London ante sus carceleros. "Usted no es nadie. Es el 3225, recuérdelo" le contestan. Comenzaban las purgas del Proceso de Praga de 1952. L’aveu (La confesión) es una película con guion de Jorge Semprún, basado en el libro de Artur London y dirigida por Costa-Gavras en 1970.
