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Miguel del Pino

"Pajareando" entre molinos eólicos

Ante el "Día de las aves" — 30 de septiembre y 1 de octubre— Seo Bird Life orniza una serie de actividades que resume con el titular "Pajareando".

Ante el "Día de las aves" — 30 de septiembre y 1 de octubre— Seo Bird Life orniza una serie de actividades que resume con el titular "Pajareando".
El Parque Natural de la Albufera es conocido por su riqueza de especies de aves, entre las que destacan el pato colorado, la cuchara común, la garza, el charrán común, el charrán patinegro, la cigüeña común y la gaviota. | David Alonso Rincón

Ante el "Día de las aves" —30 de septiembre y 1 de octubre— la Sociedad Española de Ornitología (Seo Bird Life) organiza una serie de actividades en toda España que resume en el titular "Pajareando".

Para celebrar esta jornada ornitológica se invita a los aficionados a la ornitología a salir al campo a "pajarear", es decir, a observar, identificar y fotografiar aves con el principal motivo de recrearse en ello.

La simple observación de las aves silvestres es una actividad apasionante que puede generar importantes recursos económicos para aquellas regiones, pueblos o enclaves rurales que hayan sabido luchar por la conservación de sus recursos naturales, entre los que se encuentra la diversidad de su avifauna.

No cabe duda de que las aves son los animales más conspicuos entre toda la fauna; se dejan ver y también escuchar con facilidad, vuelan y cantan, lo que les convierte en objetivo preferente de los observadores aficionados a la ornitología.

Como consecuencia de su belleza y de ese "dejarse ver" en los diferentes ecosistemas, sean forestales, de llanura abierta, fluviales o costeros, son las aves los animales más populares y admirados, pero como advertía Félix Rodríguez de la Fuente, su proximidad al hombre y la admiración que despiertan entre nosotros los humanos son muchas veces causa de su ruina.

Porque no todos los admiradores de las aves se conforman con ejercer el derecho de observación sobre ellas; muchos sólo parecen disfrutar ejerciendo el de "ocupación" sobre sus restos. La polémica entre observadores y cazadores está servida.

En un país verdaderamente civilizado corresponde al legislador encauzar ambos derechos evitando los excesos en la predación humana: la práctica de la caza requiere la sujeción rigurosa a las leyes que determinan las especies sobre las que se puede ejercer y las épocas legales, lo que se consigue mediante el establecimiento de las correspondientes vedas.

Deben ser los cazadores quienes ejerzan el principal papel de control sobre quienes se puedan infiltrar entre ellos para cometer excesos; tales individuos no merecen el nombre de cazadores, sino de "escopeteros". Afortunadamente cada vez son menos abundantes y hay que felicitar de manera efusiva al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil –Seprona— por su incansable tarea en este sentido.

También merece el Seprona las máximas felicitaciones por sus éxitos en los trabajos de detección y detención de los envenenadores de nuestros campos. La colocación de cebos envenenados con el demencial objetivo de acabar con las especies depredadoras en los cotos sigue causando daños irreparables a nuestra naturaleza y a las aves entre los miembros de la misma.

Hace ya años que el Seprona trabaja en estrecho contacto con las entidades científicas y el ecologismo serio en el desarrollo del "programa antídoto", contra la colocación en el campo de cebos envenenados; se ha mejorado, pero es necesario seguir luchando contra esta lacra.

En ocasiones, y en circunstancias especiales, las necesidades de alguna especie o de ciertos ecosistemas aconsejan que la reglamentación sobre la caza goce de cierta flexibilidad: es el caso de la codorniz, antaño pieza clásica de caza menor, en la actualidad en franca regresión que hace temer por la supervivencia de la especie. Cabe esperar la colaboración de los cazadores si el dato se confirma científicamente.

Pero la paz entre naturalistas de campo y cazadores hace décadas que se estableció. Hoy sabemos que los verdaderos enemigos de las aves son otros, como la contaminación y sobre todo la pérdida de hábitats, y un nuevo enemigo muy reciente: los parques eólicos que cruzan nuestros cielos destrozando el paisaje y triturando los cuerpos de las aves que pretenden atravesar sus trazados.

Apenas advierten sobre este peligro las entidades naturalistas obsesionadas por la obtención de las llamadas "energías limpias". Como con vistas al llamado "cambio climático" nuestras autoridades y buena parte de las europeas han suprimido la obligatoriedad de los estudios de impacto ambiental, hay barra libre para el desplume en el aire de nuestras aves. Una verdadera pena.

El peligro para la avifauna de los parques eólicos pretende ahora extenderse al medio marino por los proyectos de gigantescas instalaciones construidas sobre los fondos de la plataforma continental. La magnitud de las protestas, no sólo del ecologismo, sino sobre todo del sector pesquero, hace en estos momentos titubear a algunas autoridades ambientales de la Unión Europea, pero de consumarse los planes, algunas especies de aves marinas podrían pasar a la situación de peligro inminente.

En definitiva, volviendo a las celebraciones de los próximos 30 de septiembre y 1 de octubre, la Sociedad Española de Ornitología advierte de que al menos 90 especies de aves de fauna española pasan por alguna situación de peligro, y entre ellas varias se enfrentan a riesgo de extinción.

También la ONU denuncia que el 56 por ciento de las especies integrantes de su "Libro Rojo de las aves" se encuentra amenazado por diversas circunstancias.

La "adoración al ídolo del cambio climático" minimiza los avisos sobre los estragos que causan y pueden causar en un futuro próximo sobre las aves los parques eólicos, terrestres o marítimos, pero las primeras voces políticas europeas empiezan ya a manifestarse en este sentido.

Mientras podamos hacerlo sigamos "pajareando", es decir, disfrutando de la observación de las aves, especialmente en estas jornadas anuales del comienzo de octubre organizadas por la Sociedad Española de Ornitología.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.

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