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EDITORIAL

Begoña Gómez debe comparecer en el Senado; Sánchez, también

La comparecencia de Begoña Gómez es absolutamente pertinente y compatible con la de su marido. Lo demás es autoimponerse una errada disyuntiva.

La catarata de informaciones que apuntan a la mujer del presidente del Gobierno como vértice de una trama de tráfico de influencias es tan escandalosa y abundante que bien se podría hablar de un "caso Begoña Gómez" como pieza separada en la Comisión de investigación que aborda en el Senado el "caso Koldo" y, en general, la corrupción relacionada con el PSOE. Este lunes, a la información publicada por Libertad Digital sobre los 6,67 millones de euros del contacto de Gómez, Víctor Aldama, en sus operaciones con la trama del PSOE, se suma otra información publicada por el diario El Confidencial que directamente apunta a un documento en el que es la propia Begoña Gómez quien firma una carta de recomendación en 2020 para que dos empresas se llevaran un contrato de 7 millones de euros del Gobierno. Las empresas a las que promociona en este escrito la esposa del presidente son Barrabés y The Valley, que forman la UTE Barrabés-The Valley, uno de cuyos accionistas, Carlos Barrabés, montó el máster que dirige Begoña Gómez sin tener titulación oficial universitaria.

Con posterioridad se ha sabido que Begoña Gómez firmó una segunda carta de apoyo a la UTE de Carlos Barrabés y la escuela de negocios The Valley para que obtuviera otro contrato público del Gobierno —en concreto del Ministerio de Economía presidido por Nadia Calviño— en mitad de la pandemia. El concurso, con un presupuesto base de 11 millones de euros, estaba destinado a adjudicar un "servicio de formación para personas desempleadas en la economía digital". La UTE se hizo con uno de los dos lotes de la licitación, y en su oferta incluía la "declaración de interés" firmada de su puño y letra por la propia Begoña Gómez y dirigida a la mesa de contratación.

Finalmente, y por si lo anterior fuera poco, tras hacerse público que la Embajada de Ghana afirmó en 2022 haber negociado con la "oficina" de Begoña Gómez "proyectos" de género, se ha sabido que ella también acudió a Kenia como "mujer del presidente" tras incluir Sánchez a este país en la ayuda "prioritaria".

Ante tamaña actividad de Begoña Gómez como avalista de empresas privadas o países que obtienen jugosos contratos o ayudas del Gobierno presidido por su marido, más que un Master en "Transformación Social Competitiva" como el que ella dirige sin tener la pertinente titulación universitaria, bien podría haber dirigido un Máster en Trafico de Influencias, si tal cosa existiera.

Finalmente, que Moncloa trate de establecer un cordón sanitario en torno a Begoña Gómez y sus relaciones con empresarios, tildando de "humo, bulo e infamia" todas estas informaciones, tiene todo el sentido. Lo que no lo tiene en absoluto es que, en parte, a ello se preste el líder de la oposición, Alberto Nuñez Feijóo, quien dice no ser partidario de llamar a declarar a Begoña Gómez en el Senado por no ser ese "su estilo" y porque "quien debe explicarse es Sánchez". A este respecto, confiemos en que el "estilo" de Feijóo no sea el que confunde la caballerosidad con el machismo de creer que las explicaciones por lo que hace una mujer hay que pedírselas al marido; lo que es evidente es que la comparecencia de Begoña Gómez es absolutamente pertinente y compatible con la del propio presidente del Gobierno, que naturalmente también debe exigirse. Lo demás es autoimponerse una estúpida y errada disyuntiva.

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