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José García Domínguez

El pato catalán lo va a pagar Andalucía

Lo malo de las matemáticas financieras, a diferencia de lo que sucede con los relatos, es que los números tienen que cuadrar.

Lo malo de las matemáticas financieras, a diferencia de lo que sucede con los relatos, es que los números tienen que cuadrar.
Acto público de Pedro Sánchez junto a Juan Espadas, en Málaga. | EFE

"Y esto, ¿quién lo paga", aquella pregunta ya legendaria de Josep Pla cuando le salió a la superficie el paleto catalán que llevaba dentro tras contemplar atónito la iluminación nocturna de Nueva York, también valdría para lo de ese concierto mediterráneo que viene en camino. Lo malo de las matemáticas financieras, a diferencia de lo que sucede con los relatos, es que los números tienen que cuadrar. Y como lo del dinero de las Comunidades Autónomas remite a un ejemplo de libro de eso que se llama juego de suma cero, cada euro adicional que a partir de ahora se lleven los catalanes habrá de proceder del bolsillo de los no catalanes que también residen en esta península aciaga.

Porque la cosa no posee más misterio que ese. Por mucho que el presidente del Gobierno intente ahora vestir el muñeco para intentar vendérselo a su clientela de la otra orilla del Ebro, es lo que hay. Volvamos, pues, a la pregunta del muy deslumbrado Pla. Esto, ¿quién lo va a pagar? Personalmente, yo no albergo duda ninguna de que lo pagará Andalucía; sobre todo, Andalucía. Porque la cuestión de privilegiar a Cataluña únicamente ofrece tres salidas posibles desde el punto de vista hacendístico, tres y solo tres. Se les quita por la fuerza el dinero equivalente a las otras Comunidades para que todo lo que se lleven de más los catalanes no descuadre el balance, primera posibilidad.

El Gobierno central reduce su propio presupuesto a fin de entregar más dinero a la Generalitat, segunda opción. Tercera y última, todo queda exactamente igual que hasta ahora; esto es, el Gobierno no renuncia ni a un céntimo de los recursos propios que viene manejando, ni a las otras Comunidades se las somete a la humillación políticamente tan explosiva de tener que desprenderse de su propio dinero para regalárselo a Cataluña. Y no hay más. Entonces, ¿qué? Bueno, la única salida será incrementar los tipos del tramo estatal y autonómico del IRPF para que paguen el pato los contribuyentes pobres de las regiones meridionales. Al tiempo.

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