Por si alguna duda cabía, la comparecencia del ministro de Exteriores de Sánchez en el Senado ha confirmado lo que todo el mundo sabe, que nuestro Gobierno y el PSOE son los mejores aliados que en Occidente tiene la dictadura chavista. Durante estos últimos años, Borrell ha patrocinado el pacto entre Maduro y la oposición para celebrar elecciones presidenciales. A cambio, consiguió que Biden liberara el 20 de diciembre de 2023 a Alex Saab, el testaferro del dictador. Maduro lo necesitaba en libertad porque a su nombre hay puestos millones y millones de dólares que en realidad son del dictador venezolano. Antes, en octubre de 2022, Biden liberó también a dos sobrinos de la mujer de Maduro condenados por narcotráfico. Todo a cambio del compromiso de unas elecciones avaladas por Borrell que fueron las que se celebraron el pasado 28 de julio y resultaron ser un pucherazo. Y ahora viene el propio Borrell a exigir unas actas, que ya conoce porque se las ha mostrado la oposición y a demandar una verificación, que no exigió antes de que se celebraran los comicios.
Lo de Sánchez es peor porque lo que hace, por boca de su ministro de Exteriores, es mantener una posición de equidistancia y llamar al diálogo. Será para que acuerden cuántos años van a estar en la cárcel los líderes de la oposición. En el mejor de los casos, como propone el Grupo de Puebla, se repetirán las elecciones en diciembre y Maduro volverá a decir que las ha ganado, aunque las pierda. Por las buenas, no dejará el poder nunca. Y eso lo saben Sánchez y Albares.
Lo de Zapatero es más grave, si cabe, porque ni siquiera respalda al Grupo en lo de repetir las elecciones y quiere dar por bueno el resultado amañado por Maduro. Pero en realidad, los tres defienden lo mismo porque ni Borrell ni Sánchez lo han desautorizado. Todo lo cual hace que la postura de España sea, con independencia de lo que digan las palabras huecas de cualquiera de los tres, de apoyo incondicional al régimen chavista. ¿Por qué? Los ingenuos creen que es por coincidencia ideológica. Sin embargo, por mera ideología, éstos no mueven ni un meñique. Otros, más avispados, apuntan al dinero. Pero tampoco eso es bastante porque, llegados hasta donde han llegado, disponen de formas de corromperse que les perjudiquen menos a sus intereses electorales y a sus reputaciones. Habrá de las dos cosas, concomitancia ideológica y dinero, pero tiene que haber más cosas. ¿Cuáles? No se sabe, pero tienen que ser muy gordas. Por el momento, démosle vueltas al hecho de que el más importante aliado de Maduro es Putin. Tirando de ese hilo, a lo mejor damos con algo.