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EDITORIAL

La deriva chavista de Pedro Sánchez

Dado el carácter reactivo de Sánchez, la ley para blindar a sus familiares y a su entorno político es todo un homenaje a la legalidad en términos bolivarianos.

No es una mera coincidencia que el PSOE haya introducido en el Congreso una propuesta de ley para eliminar a las acusaciones populares y maniatar a los jueces el mismo día en el que el criminal Nicolás Maduro ha consumado el enésimo golpe de Estado en Venezuela. La iniciativa del régimen sanchista es uno de esos pasos que van minando la democracia en España y que amenazan con convertir nuestro país en la cabeza de puente europea de los totalitarismos de izquierdas, de la dictadura chavista. Dado el carácter reactivo de Sánchez, la ley para blindar a sus familiares y a su entorno político es todo un homenaje a la legalidad en términos bolivarianos, es decir, una muestra de desprecio absoluto por la independencia judicial y un aviso a navegantes.

El sesgo autoritario de los planes del Gobierno de Sánchez es cada vez más notorio, una evidencia palmaria que encaja perfectamente con la vergonzosa posición del Ejecutivo en relación al desastre de una Venezuela tiranizada y empobrecida por un sátrapa que ni siquiera puede presumir del apoyo de gobiernos como el de Colombia. La negativa a considerar que la Venezuela de Maduro es una dictadura en toda regla expone a las claras el desprecio del sanchismo por la democracia y es un indicio más sobre las las estrechas vinculaciones entre el Gobierno de España y la narcodictadura venezolana. Sánchez vuelve a colocar a España fuera del ámbito de las democracias, alineada con quienes contribuyen a prolongar el sufrimiento y las enormes penalidades del pueblo venezolano.

Todas las iniciativas de Sánchez abocan a España a un escenario sumamente peligroso, en el que derechos y libertades son constantemente puestas en duda mientras Sánchez manosea el fantasma de Franco a fin de provocar una dramática polarización de la sociedad española. Su silencio sobre la situación en Venezuela resulta más sangrante aún cuando el presidente se presenta como un valladar frente a los dictadores muertos. La furia con la que responde a las situaciones procesales de su familia y de sus más estrechos colaboradores políticos, la enfermiza obsesión contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la apropiación y uso indebido de cuanto resorte esté a su alcance, incluido el mismo Estado indican a las claras que para Sánchez no existen límites.

Que el PSOE y el Gobierno ni siquiera se atrevan a llamar dictadura a la que es una dictadura en toda regla explica proyectos de ley como el introducido este viernes en el Congreso y da cuenta de las estrechas relaciones entre Sánchez y el no menos funesto expresidente socialista Rodríguez Zapatero y quienes someten a millones de venezolanos a un régimen de terror y miseria. En el primer acto sobre los cincuenta años de la muerte de Franco Sánchez dijo que "basta con ser demócratas y basta con entender que la verdadera libertad es aquella que nos hace mejores como sociedad, nos permite votar y manifestar nuestras ideas y vivir de acuerdo con ellas, sin miedo, sin miedo a la represión y a la censura, sin miedo a que nadie nos saque de nuestra casa de madrugada o nos eche del trabajo". Pues eso es exactamente lo que pasa en Venezuela ahora mismo y lo que puede volver a ocurrir en España gracias a quienes consideran que Maduro es el presidente legítimo de Venezuela.

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