
La mayoría "progresista" del Tribunal Constitucional se ha cobrado la cabeza del magistrado José María Macías a petición del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, el mandado de Pedro Sánchez. El asunto es relevante porque responde a las exigencias de Carles Puigdemont. De modo que un investigado en el Tribunal Supremo (el fiscal) pide y consigue que se elimine un voto contrario a la ley de amnistía en el Constitucional porque se lo exige a Sánchez un prófugo de la justicia (Puigdemont).
Semejante atropello debería servir para aplacar a Puigdemont, que amenaza por enésima vez con retirar su apoyo a Pedro Sánchez porque no aprecia grandes avances en el cumplimiento del "acuerdo de Bruselas", el pacto de investidura que firmaron Santos Cerdán y el indultado Turull. Puigdemont está nervioso y puede suceder cualquier cosa si la Mesa del Congreso no da luz verde a la cuestión de confianza que exige el líder de Junts para seguir dando apoyo al Gobierno.
Los duros del independentismo presionan al vecino de Waterloo para que propine un guantazo político letal a Sánchez. Le piden que se levante de todas las mesas de negociación, que dinamite los puentes y pase a la ofensiva. Pero detrás de todo ese ruido no hay nada. La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha anunciado una serie de movilizaciones para las próximas semanas que consisten en protestar en las estaciones por los retrasos de los trenes. Una iniciativa de la sectorial de la "Gent Gran".
Frente al sector más enloquecido de Junts opera el núcleo duro de Puigdemont, cuyos elementos ponderan los pros y las contras de colaborar con Sánchez en la demolición del Estado. Estos son más bien partidarios de contribuir al desguace y mantener la presión sobre el presidente del Gobierno. La recusación de Macías es caza mayor, un ejemplo de las tropelías que se pueden acometer gracias a la debilidad del Ejecutivo. A fin de cuentas, la cuestión de confianza fue una ocurrencia sin recorrido y Sánchez acaba de fulminar a un magistrado del TC que estaba en la lista negra del separatismo.
Pero es que la eliminación de Macías no ha sido la única concesión de Sánchez a su principal socio. La campaña diplomática para conseguir que el catalán sea oficial en la Unión Europea, la desclasificación de documentos del CNI sobre los atentados islamistas de 2017, la colocación de prominentes elementos de Junts en RTVE o en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia son algunos de los gestos visibles de Sánchez con Puigdemont de los últimos días y semanas.
Sin embargo, con Puigdemont nunca se sabe. Los antecedentes muestran a un personaje vacilante, inseguro e inestable, propenso a los altibajos, capaz de proclamar, "desproclamar" y "reproclamar" una república en menos de treinta días.