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Óscar: en Madrid no se hacen prisioneros

Pedro Sánchez, ha echado mano de un perdedor que nada tiene que ver con el socialismo madrileño.

Pedro Sánchez, ha echado mano de un perdedor que nada tiene que ver con el socialismo madrileño.
Óscar López. | EFE

"Es un trastorno obsesivo compulsivo. Tienen todos los síntomas". Un amigo, psiquiatra y argentino por más señas, me explica lo que a su entender padecen desde hace unos años en el PSOE y el Gobierno. Se trata de un tipo de desorden mental que se caracteriza por pensamientos duraderos y no deseados que vuelven una y otra vez. También por imágenes e impulsos intrusivos que causan angustia o ansiedad. "Si te fijas, todo eso es lo que les provoca la sola mención a Isabel Díaz Ayuso". Le pregunto cómo analiza que en la apertura del Congreso del Partido Socialista de Madrid, la primera imagen sea la de una Ayuso exuberante. "Hay algo de lascivia que no pueden evitar y que les hace sentirse culpables… ¿Recuerdas la mirada de Bolaños a la presidenta en los actos del 2 de mayo de 2023? Le cartografió el pompis. Es una mezcla de deseo y repulsión. Lo intentan reprimir en grupo, les reafirma. Se sienten capaces de resistir su carnalidad. Pero en soledad vuelven a recaer". ¿Por eso la muestran como una mujer fatal que personifica un mal absoluto? ¿Para ponerse a prueba?, le pregunto. "Algo parecido. En algunas reuniones, especialmente en los mítines o congresos, realizan un tipo de exorcismo colectivo por el que buscan debilitarla absorbiendo psíquicamente su energía. Algunos entran en éxtasis". Pues no parece que les esté dando resultado, pensé.

El sábado pasado los socialistas madrileños se citaron en el Auditorio de la UC3M de Leganés para coronar al que, antes de que lo sancionase el Congreso del PSM, ya era su secretario general. Ni lo eligieron por aclamación. Asentimiento, por orden de Sánchez. No le dieron la oportunidad de "ir a comprar tabaco". Él sabe que las apariencias engañan, que cayó en desgracia en la Corte monclovita y fue desterrado. Dejó de ser el que le susurra al presidente. Su condena es la perpetua sin revisión: enfrentarse a Ayuso. Responde por Óscar López. Sentado en primera fila mostró un repertorio completo de tics (el ojo derecho extraviado, el izquierdo no para y la boca parece rumiar). A su lado, feliz por haberse librado del marrón, el ministro Bolaños. Va a proyectarse un vídeo; se escucha una voz femenina…: "La defensa de la libertad siempre merece la pena y se defiende ejerciéndola". Es la presidenta de la Comunidad de Madrid, que ocupa la pantalla con un vestido azul cielo. Silencio en la sala. ¿Tienen un problema con la libertad? Aplausos desganados al finalizar, después de una sucesión de imágenes de ultraderechistas. De toda la vida a los malos se les silba… pero ellos son de aplauso fácil y no distinguen.

En cinco años, y después de tres elecciones autonómicas enfrentados a Díaz Ayuso, el PSM ha perdido 269.922 votos (el 30,5% de su electorado). Son la tercera fuerza política de la Comunidad. Les supera Más Madrid. La ventaja del PP es de un millón de votos (1,6 millones frente a 614.000) y las últimas encuestas empeoraban los resultados de su anterior líder, el desaparecido Juan Lobato. Para remontar esta deriva, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha echado mano de un perdedor que nada tiene que ver con el socialismo madrileño.

"Y les voy a dar tres argumentos de peso, de mucho peso para votar el próximo domingo. Uno tiene que ver con las pensiones; otro tiene que ver con el subsidio, las ayudas por desempleo y otro tiene que ver eh, eh… desempleo, pensiones y el tercero tiene que ver… no, ahora se lo diré, ahora se lo diré… perdonen me he quedado en blanco".

Óscar López, entonces secretario general del PSOE de Castilla y León, tuvo un lapsus. A cualquiera le puede pasar. Estaba en campaña para las Elecciones Generales del 20 de noviembre de 2011 y su partido perdió 3 diputados y el 38% de los votos. El Norte de Castilla recordaba que a su llegada a Castilla y León dijo "que venía a despertar (sic) a su partido y a la comunidad". Unos meses antes tuvo su primer fracaso en las elecciones autonómicas de mayo: 4 procuradores y 150.000 votos menos (el 26% del voto socialista). Llegó en 2008 y se fue en 2012; entremedias dos revolcones electorales.

El Partido Socialista de Madrid, que siempre destacó por resistir los intentos de control de Ferraz, ha sucumbido. Tomás Gómez, un ególatra Invictus que apareció disfrazado a lomos de un caballo en una gigantesca lona publicitaria en la Plaza del Callo, le ganó las primarias en 2010 a Trinidad Jiménez, la ministra de Sanidad de Zapatero, a la que apoyaba todo el aparato socialista como cabeza de lista a la Comunidad de Madrid. En 2012 derrotó a Pilar Sánchez Acera, la candidata de Rubalcaba para sustituirle al frente del PSM. La barrió con el 60% de los apoyos. Tuvo que destituirlo Sánchez en 2015. Sólo podía sobrevivir un macho alfa. Trece años después, a la señora Sánchez Acera le pagan los servicios prestados en Moncloa colocándola de número dos en la ejecutiva del PSM. Los socialistas madrileños agachan la cerviz y la aclaman. Ni un voto en contra. Si ven al apestado de Juan Lobato se cambian de acera. "No le voy a dedicar ni un minuto" declaró su sucesor, en clara muestra de fraternidad socialista.

"Orgulloso del sanchismo, muy orgulloso", proclamó Óscar, revelando su plan. "Una palabra nos va a llevar a la Puerta del Sol, la verdad. Hay que estar todo el día contando la verdad". ¿En qué consiste esto de la verdad? Pues que el PP privatiza la sanidad, la educación… que Madrid es un club privado. La sede de la Internacional fachosa. Llevan 30 años repitiéndolo. Desde que Alberto Ruiz Gallardón ganó las elecciones en 1995. Con Díaz Ayuso se ensañan. Aceptamos como normal que con nuestros impuestos se le pague un buen salario a una militante socialista, empleada como asesora en el Gabinete del presidente del Gobierno, para que urda conspiraciones contra la presidenta de una Comunidad Autónoma. ¿Contará la verdad Pilar Sánchez si la llama el juez? Para Óscar López ahora empieza lo peor, en Madrid no se hacen prisioneros.

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