
Tras notable la puesta en escena del Real Madrid en la Copa del Rey de Gran Canaria y el descollante rendimiento de un Mario Hezonja (24 puntos y 6 rebotes ante el Baxi Manresa) cada vez más líder del equipo blanco, es difícil que los focos apunten hacia otro lado que no sea el croata. ‘Planes B’, si quieren, podrían ser la voracidad anotadora de Sergio Llull en otra gran cita o hasta los buenos minutos de un Serge Ibaka tan irregular esta temporada como dominante defensivamente en los minutos en los que el Madrid forjó la fuga ante los del Bages. Es obvio que no es realista esperar una versión dominante del africano, pero estas píldoras de calidad que, con cuentagotas, aporta el internacional español son agua caída del cielo para un Chus Mateo que, con esa versión de Ibaka, no necesita exprimir casi al límite a Edy Tavares.
Sin embargo, quisiera hoy detenerme en una figura con mucho menos brillo en la rotación blanca, de la que a veces incluso desaparece seguramente de forma, probablemente, un tanto injusta para su trabajo. Entre la pléyade de opulentos nombres en el juego interior merengue, asoma la cabeza como puede Eli John Ndiaye. Ya un veterano en cierto modo, titular, ahí es nada, en dos finales de Euroliga -especialmente relevante resultó su papel en el último título continental de los madrileños, en Kaunas 2023-, pero aún con muchas cosas por vivir a sus 20 años.
No debe de ser sencillo emerger como joven talento en una de las mejores canteras de Europa y tener que armarse de paciencia cuando los minutos llegan casi contados. Tampoco es descabellado pensar que a Chus Mateo le encantaría dar más tiempo de juego en su equipo a este joven portento físico nacido en Guediawaye (Senegal), pero que, apuesten sobre seguro, más pronto que tarde debutará con la selección nacional, pues Sergio Scariolo observa su irrupción con mucha curiosidad, sabedor de que en el país no sobran físicos así. Llegó al Real Madrid en 2017 con apenas 13 años, y desde 2020 es ciudadano español, lo que pronto le permitirá competir con la selección sin ningún tipo de incompatibilidad con algún otro nacionalizado como Lorenzo Brown o, en su día, Nikola Mirotic o el citado Ibaka.
Pero, ¿cómo se hace un hueco Ndiaye en una batería interior como la del Real Madrid? ¿Cómo encontrar minutos entre Tavares, Ibaka, Garuba o esos aleros dominantes que juegan como ‘4’ que son Hezonja y Gabriel Deck cuando Mateo apuesta por su movilidad para la pintura? ¿Cómo pedirle un poco más de paciencia cuando llega Bruno Fernando, rutilante fichaje blanco con pinta de echar raíces en Madrid en cuanto se adapte un poco más? Mientras de fondo emerge ese eterno debate sobre la necesidad de jugar para los jóvenes, Eli John sigue, paciente, aprovechando cada minuto que se le concede. Parece convencido de que cinco minutos en el Real Madrid valen más que quince con otra camiseta menos exigente. No es sencillo saber si acierta, sí alabar su perseverancia.
En el estreno copero, Ndiaye volvió a ser titular, como perro de presa de esa oda a la versatilidad que es Derrick Alston Jr., hijo del que fuera jugador, entre otros, del TDK Manresa, el Barça y el Real Madrid en la transición entre siglos. Sí es ese un papel al que se va acostumbrando, como cuando en la citada ‘Final Four’ de Kaunas en 2023 arrancó como freno para, seguramente, los dos mejores ‘4’ de Europa: Nikola Mirotic en la semifinal y Sasha Vezenkov en aquel partido por el título resuelto con una suspensión de Llull para todos los tiempos. Por la tarea defensiva y los tiros desde la esquina pasan las principales certidumbres del africano para instalarse en la elite, y eso ya empieza a reportarle cosas a un equipo en el que el valor añadido debe ser casi constante si uno no quiere pasar media temporada en el banquillo.
Eli John no necesita lucir. Curra para que otros lo hagan, como su único camino posible para pasar una vida de blanco. No descarten no volver a verle más en la Copa del Rey, pero tampoco que Chus Mateo apueste por él en la semifinal como titular para defender a Nico Brussino en el perímetro o a Mike Tobey en la pintura del Dreamland Gran Canaria.
Pase lo que pase, no se quejará ni hará ruido. Eli John seguirá currando y pidiendo un par de minutos más en una rotación en la que todos los que pelean el puesto con él tienen pasado en la NBA y cuentas corrientes repletas de ceros.
Qué difícil es ser Eli John Ndiaye.