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La izquierda quiere suicidarse

Esa izquierda ciega, sorda y muda frente al problema migratorio, la que desfila por rutina litúrgica cada 1 de Mayo, quiere suicidarse.

Esa izquierda ciega, sorda y muda frente al problema migratorio, la que desfila por rutina litúrgica cada 1 de Mayo, quiere suicidarse.
Los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, encabezan la manifestación del Primero de Mayo en Madrid con la ministra de Trabajo Yolanda Díaz detrás. | EFE

Cada vez que viajo a Barcelona, rutina que reitero con periodicidad mensual, practico el ejercicio mental de contar el número de tiendas de campaña habitadas por indigentes extranjeros que hay instaladas en las calles próximas a mi domicilio. Y siempre resultan ser unas cuantas más que en la visita anterior. Así, ciertas zonas del Ensanche, en particular las que cuentan con fuentes de agua y jardines públicos, ya no andan demasiado lejos de recordar el ambiente urbano propio de los suburbios de Kabul. Es algo que no va a cambiar en el futuro. Bien al contrario, solo estamos asistiendo a las fases iniciales del proceso de destrucción definitiva de la ciudad.

Cualquiera que tenga ojos en la cara, amén de alguna curiosidad intelectual por la dirección de las grandes megatendencias dominante en el mundo contemporáneo, comprende de inmediato que el Estado del Bienestar está condenado a muerte. Desaparecerá muy pronto, quizá antes de una década. Porque los gobiernos de Europa Occidental, todos, sin excepción, han tirado ya la toalla. Acabar con la inmigración cronificada de los infinitos excedentes demográficos oriundos del Tercer Mundo sólo resultaría viable ahora recurriendo a los ejércitos y a campos de concentración cercados con alambradas y guardias armados.

Pero el grueso de una opinión pública posmoderna, la nuestra, esas tristes víctimas de una psique colectiva regida por el infantilismo emocional más naif, no toleraría tal tipo de imágenes en los telediarios. En consecuencia, no va a quedar más alternativa que ir desmantelando, y a ritmo acelerado, los servicios públicos, universales y gratuitos de eso que en la inmediata posguerra europea dio en llamarse "Estado social de Derecho". Y lo que estará llamado a ocupar su lugar no será otra cosa que la antigua caridad pública para pobres y mendigos, por mucho que se vayan a esforzar las distintas administraciones en ocultar con varias capas de maquillaje retórico su verdadera naturaleza. Esa izquierda ciega, sorda y muda frente al problema migratorio, la que desfila por rutina litúrgica cada 1 de Mayo, quiere suicidarse. Y tras muchos intentos fallidos, está, por fin, a punto de conseguirlo.

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