
Gran aceptación está teniendo en Netflix la serie El Eternauta que, con Ricardo Darín a la cabeza, trata de recrear la invasión de los Ellos, una especie alienígena que acabó con la inmensa mayoría de la población de Argentina, tras comenzar en el gran Buenos Aires, y extenderse después al resto del planeta.
Todo comenzó con "la nevada de la muerte, la invasión de los Ellos, la enorme desolación tendida como un invisible pero abominable sudario sobre todo Buenos Aires… los hombres-robots persiguiéndonos...". Eso cuenta su autor literario, el montonero Héctor Germán Oesterheld al que ayudó el dibujante Francisco Solano López.
Antes de seguir conviene que los más jóvenes sepan que los Montoneros fueron un grupo terrorista argentino, peronistas de izquierda sobre los que recae la responsabilidad de más de 1.000 asesinatos entre 1969 y 1979. Victoria Villarruel, actual vicepresidenta de Argentina fundadora de la asociación civil Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), calculó en más de 17.000 las víctimas ocasionadas por todos los terrorismos argentinos de izquierda, que fueron varios, entre asesinados, heridos, secuestrados y afectados de un modo otro.
Consecuencia directa de aquel terror, surgió primero la violenta reacción oficial peronista de María Estela Martínez de Perón que se propuso aniquilarlos y luego la dictadura militar que se hizo con el poder y aplicó de forma inmisericorde su respuesta en forma de brutal terrorismo de Estado. Entre sus víctimas desaparecidas —se calcula que entre 15 y 20.000—, se encontraba Oesterheld, cuando ya habían sido asesinadas sus cuatro hijas, dos de ellas embarazadas, y tres yernos. Un horror total que hay que estructurar con orden y concierto para contarlo bien.
Pero dejemos a un lado aquella ferocidad política y ciñámonos al guión, o, al menos, a su esqueleto. Desde el principio se aprecia cómo el mundo se divide entre los Ellos y se supone que los Nosotros. En este caso, los Ellos son los extraterrestres invasores. Los Nosotros son los pocos grupos humanos que se enfrentaron a los asaltantes y que dan esperanza y sentido a la historieta ahora llevada a la pantalla.
El esquema maniqueo de su concepción es la nueva versión de la lucha del Bien contra el Mal, luego utilizada astutamente por quienes defienden que la lucha de clases y otros combates como los de los "auténticos" catalanes y vascos contra maquetos y charnegos, esto es, contra los españoles que acudieron a sus tierras para ganarse la vida y contra la presencia de la "puta" España en dos de las regiones españolas, tal vez las más españolas de todas.
Es entonces cuando se comienza a pensar en los Ellos y en los Nuestros, o en los Nosotros. Cuando los tiempos de la Transición, se pensó con buena voluntad que era la hora de que no hubiera nunca más Ellos y Nosotros porque desde la aprobación de la Constitución todos deberíamos ser de los Nuestros, salvo los asesinos de ETA, que eran como una raza extraña, fanática y caníbal.
No tardó mucho en reaparecer la división. Tras unos años en los que todo el mundo admiró la forma en que España había pasado de una Dictadura a una democracia más o menos liberal homologada con todas las del mundo, el fantasma de la discordia volvió a adueñarse de una nación que no supo reaccionar entonces ni es capaz de hacerlo ahora ante su desintegración.
Desde aquellos "Dales caña, Arfonso" al dóberman fachista de las elecciones generales de 1993; desde el atentado del 11-M al cordón sanitario de todas las izquierdas y los separatismos, incluso el terrorista etarra blanqueado, a los demás españoles; desde el "no te equivoques, Nicolás" al gobierno monstruoso Frankenstein, ya no le cabe duda a nadie de que España ha sido invadida por unos Ellos que están decididos a acabar con los Nosotros ocupando la Nación y bastardeando su democracia. Lo siento, pero así ha sido. La democracia, sus reglas y su ética siguen sin ser aceptadas por las izquierdas y los nacionalismos. Véase la conjugación del verbo dimitir y asumir responsabilidades. ¿Elecciones? Ni muertos.
Los terroristas mandan y son aplaudidos. (¿Va a quedarse así el tema de ETA? ¿Tan envilecidos estamos?) Las instituciones son penetradas y colonizadas por los sicarios del gobierno de un Puto Amo. La gestión de la cosa pública cada vez es más desastrosa. La corrupción está adquiriendo la zafiedad que le aporta una gentuza sin escrúpulos. Los enchufes son escandalosos, como lo son los ascensos de patanes y patanas sin preparación a puestos de altísima responsabilidad. La imagen de España en el mundo se desmorona, demasiados ciudadanos se han convertido en hombres-robots de los búnkeres partidistas y la fe ciega y la doble vara de medir, según quiénes así se juzga, nos ha desmoralizado.
Lo que empezó siendo una nevada polvorienta y continua, como en la ciudad del Eternauta argentino, ha pasado a ser una invasión en toda regla. ¿Estamos a tiempo de resistir? Lo veremos el próximo día 10 de mayo en las calles de Madrid. Si no, vagaremos por la Historia apagados por los Ellos a la búsqueda de la nación perdida.