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Los capos abandonan a Yolanda Díaz en una gasolinera

La vicepresidenta segunda, acorralada e impotente, recibió una somanta de palos que recordaba al sketch "La manta élfica" de Cruz y Raya.

La vicepresidenta segunda, acorralada e impotente, recibió una somanta de palos que recordaba al sketch "La manta élfica" de Cruz y Raya.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en el Congreso de los Diputados. | Europa Press

Yolanda Díaz, en la sesión de control de este miércoles, se ha manifestado como un trasunto patético y desesperado del anciano coronel que, en la serie Lleno, por favor, le confesaba resignado a don Pepe, el personaje que encarnaba el genial Alfredo Landa: "Mis hijos han elegido su gasolinera para abandonarme como al perro del anuncio". En marzo de 2005, un hombre de 65 años fue abandonado por su familia en una gasolinera de Málaga; en mayo de 2025, el presidente Pedro Sánchez hizo lo propio con una mujer de 54 en el Congreso de los Diputados. La vicepresidenta segunda, tan sólo arropada por siete ministros –más tarde llegó un octavo, Óscar López–, recibió una somanta de palos que recordaba al sketch "La manta élfica" de Cruz y Raya y, acorralada, rebasada e impotente, achicó aguas ciscándose en el Gobierno de Rajoy, "que casi se carga el país", ea.

Con Sánchez en Bruselas vonderleyenando y la viseprecidenta Montero caminito de Breslavia para asistir a la final de la Conference League –esperemos que no gafe al Betis–, Yolanda Wiggum, desamparada con sadismo por sus capos –capo, en italiano, significa "cabeza", "jefe" o "líder"–, como un felpudo ataviado con un traje como de sibila contemporánea, se jaló el marrón de obviar las últimas corruptelas que emanan del Ejecutivo y del PSOE, en especial, la de Leire Díez, perita en cloacas, diestra de Cerdán, la de si el teniente coronel Balas de la UCO "está muerto, mejor".

Cuca Gamarra la retrató a vuelapluma: "Mientras otros huyen, usted asume el encargo de dar la cara e intentar tapar la corrupción y la degradación de este Gobierno". La secretaria general del PP la acusó de ser "colaboradora necesaria de toda esta decadencia moral" –lo es– y preguntó si los enchufes de Yésica y David Sánchez han sido "un proyecto piloto de jornada reducida". "Caerán juntos", aventuró, "Sánchez y usted". Díaz, desangelada, disparó a discreción contra Rajoy, Ayuso y la "gestión inefable del señor Mazón".

Juan Bravo le exigió dar a "conocer la realidad del mercado laboral"; Díaz, como ida: "¿Nos pueden decir hoy quién era Mariano Punto Rajoy?"; el vicesecretario de Economía del PP, oliendo la sangre, denunció la "actividad de guerra sucia de este Gobierno mafioso"; la vicepresidenta segunda, más perdida que Fran García ante Lamine Yamal, volvió a la "cifra inefable de paro" del anterior Ejecutivo pepero. Habrá descubierto el adjetivo "inefable" hace pocos días.

Elías Bendodo apretó el garrote –metafóricamente, quiere decirse– y, tras una brevísima clase de Geografía e instarle a "pedir disculpas a todos los españoles" por la tasa de paro, se arrancó "a hablar también de la tasa de corrupción": "¿Hasta cuándo usted y sus cuatro ministros silentes están dispuestos a seguir apoyando a este Gobierno de España con sede en Sicilia?". El vicesecretario de Coordinación Autonómica del PP le preguntó a Díaz "hasta cuándo va a seguir tapando la corrupción de este Gobierno", y esta, fingiéndose ofendidísima, pidió "una rectificación" e hizo un alarde poco convincente de "diligencia" gubernamental. Nadie descarta que, ante semejante y obsceno desvalimiento, la gallega esté tramando una vendetta terrible contra Sánchez.

Miguel Tellado, hurgando plácidamente en la herida infectada de su paisana: "Para lo que ha quedado, para tapar la corrupción del PSOE". El portavoz del Grupo Popular en el Congreso acusó a Sara Aagesen de ser tan culpable del apagón "como Sánchez de las cloacas en las que están sumidos el Gobierno de España y el PSOE": "Iba a preguntarle si se siente responsable de algo, pero le pregunto si conocía usted a Leire Díez. Nada más". La vicepresidenta tercera se refugiaba en el estribillo de que trabaja "sin descanso para identificar las causas", etcétera, y su contrincante citaba la información de The Telegraph y le achacaba formar "parte de una organización criminal, que es el Gobierno". La hereva de Ribera, desarmada, subrayó que es "completamente falso" que el blackout fuera resultado de un experimento. Lástima que no se le oyera a un grillo cantar.

Por lo demás, Rufián lloriqueó ante Albares por que Europa vuelva a aplazar la decisión sobre la oficialidad de la llengua de l'imperi català, y Borja Sémper, amén de llamarle al portavoz de ERC masajista del Ejecutivo, le pidió a Félix Bolaños que "respalde la investigación de la Guardia Civil contra la corrupción, el trabajo del teniente coronel Balas, y que anime a la Guardia Civil a que siga investigando la corrupción, también la que afecta al presidente, a su entorno y a su partido". El ministro trinitario, en plan sí, sí, cierre al salir: "Este Gobierno ni tolera la corrupción, quien tenga que pagar, que pague, ni persecuciones injustas contra personas honestas que no han hecho nada, sólo por ser progresistas". El titular de las carteras de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes solventó sus intervenciones con cierta placidez: por un lado, lo gordo ya se lo había tragado Díaz; por otro, no hubo pregunta de Cayetana Álvarez de Toledo.

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